EL DEVORADOR DE IDEAS

El devorador de ideas
El devorador de ideas
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El devorador de ideas, así lo llamó papá y el nombre era tan maravilloso que creamos una infinidad de historias juntos, cada noche, la serie del devorador de ideas ocupaba los minutos después de la oración y antes de que cerrara los ojos hasta la mañana siguiente.

Mis historias favoritas eran de cuando papá encontró al devorador de ideas agonizante, lo salvó e hizo un trato con él...

-Cuéntamelo otra vez.-

-Ya te conté esa historia y hay muchas otras por contar.-

Y era cierto, me contaba otras pero siempre lo acatarraba hasta que me contaba el trato.

-Ok, va otra vez, ya es tarde así que, evitemos las interrupciones de “dame más detalles” pues ya los conoces de memoria.-

-Lo prometo solemnemente.- Prometí sabiendo que la rompería a los pocos minutos, quizá era la única promesa rota que no me recriminaba papá y eso porque siempre preguntaba algún detalle distinto.

-Hace muchos años, antes de que tuviera barba y cuando todavía había pelo en mi cabeza, dormía solo y eso era bastante extraño para el menor de cuatro hermanos, aunque tus tíos eran más grandes, estaba acostumbrado a que siempre había alguno durmiendo conmigo pero, desde la última de las mudanzas, tus tíos estaban estudiando lejos y yo estaba en una casa extrañamente silenciosa pues tu abuelo había querido que me quedara en la ciudad de sus amores con tu abuela mientras él estaba en la ciudad vecina apenas a hora y media de distancia, así que, de una casa siempre bulliciosa, ahora solo escuchaba el sonido de la brisa en los árboles y el romper de las lánguidas olas de mar en el jardín.-

-Lo encontró en casa de Abu, lo sé pero, ¿cómo lo llevó la marea justo ahí?-

-Tal vez la suerte, tal vez el destino, escoge que prefieres y aunque suerte y destino suelen ser opuestos, en esta ocasión hicieron tregua, se dieron la mano y se fumaron la pipa de la complicidad.-

-De la paz papá.-

-Mmmm no hay paz sin complicidad pero, luego entramos en ese debate pues si empezamos no te duermes y ya es tarde y, digas lo que digas, no quiero que me regañe tu mamá por estar contándote historias.-

Me reí en complicidad con papá, y ahí supe que tenía razón y la paz tenía cierta dosis de complicidad.

-En fin, el caso es que apareció el devorador de ideas y estaba casi moribundo cuando lo saqué del tronco fosilizado.-

-¿Cómo pudiste sacarlo si el tronco estaba fosilizado?-

-Había un hueco en medio. Deja de preguntar o me voy.-

-Ok, ok, ya no pregunto.- Y mientras lo decía, pensaba: otra mentirilla piadosa.

-Como te contaba, lo saqué del hueco y limpié su caparazón... antes de que me preguntes lo que siempre preguntas aunque cambies el matiz: No, no sabía que era un ser mágico, parecía un simple cangrejo herradura, feo hasta decir basta pero sabía que eran prehistóricos, de sangre azul y muchas otras curiosidades que ya de por sí lo hacían mágico aunque no sabía que este sí lo era y... bueno, no lo sabía y creía que era un cangrejo normal ¿ok?-

-Yo no pregunté nada.-

-Sí, bueno, pero lo pensaste.-

Ah, mi papá me conocía bastante bien.

-Llega al trato papá.- Dije en un tono de voz tan alto que me gané la apertura de la puerta del cuarto y un shhh de mamá mientras decía enojada que si despertaba a mis hermanos no habría videojuegos el fin de semana y eso si dolía.

Papá bajó más la voz y acerqué mi oído a su rostro para escucharlo.

-El trato era generoso, aunque muchos se hubieran asustado, no sé de que forma pero unas imágenes formando ideas se metieron en mi cabeza y su traducción sería más o menos así: Los sueños se desperdician así que, no recordarás tus sueños al despertar y en lugar de ese recuerdo, podrás escribir cuentos raros, extraños y algunos tan cortos que parecerán solo frases pero, te divertirás mucho haciéndolos y hasta te ayudarán a vivir. Al final, tus cuentos se volverán escasos, primero los mini cuentos, después los demás hasta que te cueste trabajo y entonces volverás a soñar.-

-Es padrísimo eso.-

-Lo es.-

-Sé que lo salvaste y hasta como. No obstante, nunca me dijiste que le diste a devorar para salvarlo.-

El silencio se alargó tanto que creí que se había quedado dormido -¿Papá?- pregunté.

-Aquí estoy.-

-Creí que te habías quedado dormido.-

-No, pensaba en tu pregunta. Es quizá la única que no puedo contestar pues no lo recuerdo.-

En ese entonces y durante muchos años no le di importancia a esa respuesta, las historias continuaban, extraños cuentos contados en la frontera duermevela, años de historias, algunas desmenuzadas, otras condensadas y unas pocas, divididas en episodios.

Hasta que un día, papá olvidó una y entonces, en la madurez, entendí que había dado él como parte del trato.

Día a día, igual de rápido como antes había sido su construcción, las historias se borraban de su mente, el devorador de ideas era real y ahora cobraba su pieza. Aquel ser mágico era ahora mi más odiado enemigo, su nombre era terror y tristeza al ver a mi amado padre diciéndole adiós a sus recuerdos, a sus ideas y cuando el enojo y la desesperación me nublaron los ojos de llanto de impotencia, mi padre extendió su mano y clavó su mirada en mí mientras decía con toda la sapiencia y claridad -¿Me cuentas una historia hijo?-

Y así, mientras sentaba a su nieto en las rodillas les contaba una historia y ambos, abuelo y nieto con los ojos iluminados y la boca abierta de asombro, me acribillaban con preguntas y reían al hacer las mismas y no importaba, todas eran respondidas pues si algo tenía, era el arsenal de historias lleno junto con los proyectiles de preguntas preparados y cargados por mí durante años y si había una guerra, el devorador de ideas sabría que podría bombardearlo y quizá, mi padre recordaría pero si no lo hacía, al menos ya no era enojo lo que sentía pues lo veía feliz al escucharme como yo estuve durante muchos años y no, no cambiaría ni una noche así pues los recuerdos son buenos pero, nada comparados con el momento en que se generan... tal vez el devorador de ideas si fuera mágico después de todo... al menos el nombre... si lo era.