La película animada Memorias de un caracol, del director australiano Adam Elliot, presenta todo un universo cargado de humanidad y aborda temas complejos y emotivos, como la soledad, la marginación y la búsqueda de la identidad.
El filme se ambienta en la Australia de los años 70. Sigue la historia de una niña llamada Grace, quien nace con labio leporino y vive diversas adversidades: pierde a su madre, después a su padre y luego es separada de su hermano gemelo cuando éste queda bajo la tutela de una familia religiosa que se lo lleva lejos.
Grace comienza a coleccionar caracoles para disfrazar sus pérdidas emocionales y se deja atrapar por sus inseguridades e incapacidad para enfrentar el mundo. También encuentra un escape en las novelas románticas y en la acumulación de recuerdos en forma de objetos.
La disertación de estos personajes tan imperfectos como cualquier ser humano, además, se enriquece con apuntes a la naturaleza trágica del artista y múltiples detalles en los objetos que, ya sea con las etiquetas de los frascos o las portadas de los libros y similares, refieren rasgos culturales y algunos legados escritos de quienes enfrentaron batallas emocionales y mentales similares.
- El Dato: La película se estrenó a nivel mundial en el Festival Internacional de Cine de Animación de Annecy en junio de 2024. Ese mismo año se lanzó en Australia.
La lentitud del caracol, que tarda demasiado en recorrer el jardín, se convierte en la película en una perfecta analogía sobre lo que podemos tardar en decidir enfrentarnos con nosotros mismos.
Desde una perspectiva de sorna desencantada, la narración en primera persona ofrece entrañables reflexiones sobre la ansiedad, los complejos y las obsesiones, ponderando la importancia de apreciar lo que hay a nuestro alrededor, mirarnos a través de los ojos de los demás y avanzar tomando las oportunidades para descubrir lo maravilloso de la existencia, a pesar de su brevedad y de estar definida por la constante pérdida, como le ocurre a la pequeña y solitaria Grace.
En la cinta nominada a Mejor Película Animada en los premios Oscar, el stop-motion, que se caracteriza por su artesanal manufactura, logra que el filme alcance niveles altos de melancolía, con colores tenues y sombreados sucios que reflejan los resabios del paso de lo cotidiano.
Los tiempos de los pasajes se llegan a desfasar y la relación entre algunos de los personajes apenas se desarrolla lo suficiente, pero con Memorias de un caracol, del director de Mary and Max (2009), estamos ante una obra donde lo genuino del fondo y el encanto de la animación tradicional en la forma, comulgan en el plano de la inteligencia emocional para tocar fibras sensibles y ser tan cautivadores y agridulces como lo tragicómico de la vida.
Memorias de un caracol
Dirección y guion: Adam Elliot
Prestan su voz: Sarah Snook, Kodi Smit-McPhee, Jacki Weaver, Dominique Pinon, Magda Szubanski y Tony Armstrong
La cinta, traída a México por Cine Caníbal, ya se puede ver en filmes de nuestro país. Tiene clasificación B, para mayores de 12 años.

