En entrevista con La Razón

“Estoy en paz y muy agradecida”: Verónica Castro

La actriz asegura que ha disfrutado más hacer cine que televisión; reflexiona cómo en la actualidad, las mujeres mayores se enfrentan a una invisibilidad en los medios; comparte recuerdos de su carrera y el cariño que tiene a su faceta de conductora

La también conductora  posa en un hotel de San Miguel de Allende, ayer.
La también conductora posa en un hotel de San Miguel de Allende, ayer. Fotos›GIFF

En San Miguel de Allende

Verónica Castro no necesita presentación. Su nombre evoca décadas de telenovelas, programas de televisión, películas, canciones y momentos inolvidables en la historia del entretenimiento en México. En el marco de un homenaje que recibirá en el Festival Internacional de Cine de Guanajuato en San Miguel de Allende (GIFF), la actriz, conductora y cantante se mostró emocionada, nostálgica y agradecida por lo que ha sido su vida profesional. Con la sinceridad que la caracteriza, compartió con La Razón sus reflexiones sobre el cine, su carrera multifacética, sus recuerdos como conductora de Mala Noche, ¡No! y los proyectos que aún guarda en el corazón.

¿Cómo se siente con este homenaje que recibirá en el festival?

Ay... Es tan bonito. Primero que te inviten a un lugar como San Miguel de Allende, que parece sacado de un cuento de hadas, y después que te llame la gente del GIFF, me emociona mucho. La verdad, una piensa que con el paso del tiempo la gente se olvida, que ya pasaron muchos años, y que tal vez están aburridos de ti o ya no quieren recordarte.

Pero que te llamen por teléfono y te digan: “Queremos darte un reconocimiento por tu carrera”, claro que emociona. Yo sí me emociono, porque han sido 58 años de mucho trabajo, años fuertes, intensos. Esto es un regalo. ¿Quién podría decir que no le gusta? Yo estoy muy agradecida. Muy, muy agradecida.

¿Cuál es su relación con el cine, no sólo como actriz, sino también como espectadora?

Creo que tengo una relación muy buena. Me han llamado cuando creen que puedo hacerlo, cuando ha sido el momento correcto. Quizá hubo un tiempo en que, por estar tan presente en televisión, costaba más trabajo que me vieran para cine, pero una vez que empecé a hacerlo, ya no hubo problema.

Trabajé muy a gusto en cine. Me sentí cómoda, me gustó el ritmo, me gustó el ambiente. Se trabaja con más calma, puedes estudiar más al personaje, lo puedes gozar más. Es muy distinto a la televisión, que va a una velocidad tremenda. En cine haces equipo, convives con tus compañeros, es otra dinámica.

Ha hecho telenovelas, teatro, cine, programas en vivo... ¿qué ha disfrutado más?

En su momento, me gustaba mucho la telenovela. Cuando me dieron mi primer protagónico, claro que me emocioné. Pero después de un año entero haciendo el mismo personaje todos los días, sí llega el cansancio. Es agotador. Llega un punto en que te preguntas: “¿Cuándo se acaba esto?”.

En cambio, en el cine, no te cansas igual. Al contrario, a veces no quieres que termine porque hay buen ambiente, disfrutas el proceso. Es una forma de trabajar más profunda, con más tiempo para todo. La televisión es más rápida, más difícil, pero las dos tienen su encanto. Aun así, sí te puedo decir que el cine lo disfruto más.

En los últimos años participó en La Casa de las Flores, una serie para Netflix, ¿cómo vivió ese cambio al formato streaming?

Fue una experiencia muy linda. La serie era como una mezcla entre cine y telenovela, y se trabajaba con ambas técnicas. Para mí fue muy interesante porque combinaba lo mejor de los dos mundos. El personaje me costó trabajo al principio… Cuando lo leí le pregunté a mi hijo: “¿Cómo ves esto?, ¡fuma marihuana!”. Y él me dijo: “Ay, mamá, todos fuman en las series ahora”.

Yo estaba en shock, me sentía la antigua, pero terminé por disfrutarlo muchísimo. Le decía a Manolo Caro: “Oye, ese orégano que me das me pica la garganta, mejor dame la buena”, y él se reía. Me encantó el personaje, me encantó ver que la gente se rió y lo disfrutó. Fue algo muy diferente a todo lo que había hecho, y eso también se agradece.

¿Hubo algún proyecto que se le escapara y que se haya quedado con las ganas de hacer?

No, fíjate que no. Gracias a Dios, he podido hacer todo lo que se me ha antojado en su momento. No te voy a mentir, no todo fue perfecto, también hubo caídas, pero tuve mucha suerte. He tenido una carrera muy bendecida.

Muchos la recuerdan con cariño por su faceta como conductora en Mala Noche, ¡No!, ¿qué recuerdos guarda de ese programa?

¡Uy! Muchos. Yo trataba de que cada artista que iba brillara, que se luciera. Era su noche, y yo quería que se sintieran especiales. Me acuerdo mucho de Facundo Cabral, por ejemplo. Un día me preguntó: “Verónica, ¿cómo es que me llamas? La gente ya ni se acuerda de mí”. Y yo le dije: “Pues yo sí, a mí me encanta lo que haces”. Esa noche, después del programa, ya tenía lleno el año de presentaciones. Me lo agradeció tanto, y cada vez que se presentaba decía: “Gracias a Verónica estoy aquí”.

Recibí muchos regalos, llamadas, agradecimientos de artistas que se sintieron bien tratados, respetados. Hubo también quienes no lo valoraron, pero la mayoría sí. Para mí, ese programa fue muy especial.

¿Extraña los escenarios? ¿Hay algún proyecto que la haría volver?

Sí, me quedé con ganas de seguir haciendo Aplauso. Solo pudimos hacer 100 funciones porque falleció la señora Fábregas. Fue una obra preciosa, muy bien montada, y yo sentí que todavía tenía mucho por dar. Me quedé con ese deseo, pero fuera de eso, tengo buenos recuerdos. Creo que estoy en paz, y eso es muy importante, ¿verdad?

Agradecida y reflexiva, Verónica Castro demostró por qué sigue siendo una figura entrañable para varias generaciones. Su trayectoria en cine y televisón ha dejado huella en múltiples géneros, formatos y públicos, y su capacidad de reinventarse, de conmover y de hacer reír, permanece intacta. Hoy, como entonces, sigue brillando con luz propia.

Ovacionan en el GIFF a una leyenda del cine y la televisión

› Por Carlos Aguillón

En San Miguel de Allende

En una conferencia magistral, que osciló entre la nostalgia, el desparpajo y la reflexión, la máxima estrella de la TV fue celebrada en el marco del Festival Internacional de Cine de Guanajuato (GIFF), antes de recibir un homenaje por su trayectoria.

Con humor y honestidad, Verónica Castro compartió anécdotas clave de su carrera: de la disciplina impuesta por su madre a su debut en las fotonovelas, hasta su consagración mundial con Los ricos también lloran, transmitida en 120 países y traducida a 25 idiomas.

“No nos dábamos cuenta de lo famosas que éramos”, confesó. “Grabábamos día, tarde, noche y madrugada. Todo era tan rápido que no había tiempo ni de entender qué estaba pasando”.

Verónica recibe de manos de Sara Hoch, la cruz de plata de Más Cine, máximo reconocimiento del GIFF.
Verónica recibe de manos de Sara Hoch, la cruz de plata de Más Cine, máximo reconocimiento del GIFF. Fotos›GIFF

Con el escritor y director Carlos Pascual como moderador, la charla abordó los contrastes de su carrera: mientras su imagen dulce se consolidaba en la televisión, en el cine exploraba personajes radicalmente distintos. En 1980 filmó Naná, donde rechazó escenas de desnudo y lesbianismo impuestas a último momento. “Ya habíamos hablado desde antes. Yo chiquita, pero me aventaba”, dijo. Aunque no le pagaron, inició un reclamo ante la ANDA y ganó. En Navajeros, una cinta del entonces marginado “cine kinky” español, interpretó a una prostituta drogadicta.

“La hice porque era parte del pago por otra película. Pero los desnudos no eran míos; los hacía Isela Vega”, dijo.

Castro también habló de su incursión como conductora y productora, siendo pionera en una televisión dominada por hombres. “Don Paco Malgesto me enseñó a entrevistar, y también a estudiar locución. Pero cuando empecé a conducir, me regañaba: ‘no brinques de la fama a los hijos’. Y ahora aquí estoy, brincando otra vez”.

Al recordar sus múltiples renacimientos, fue inevitable hablar de Mala Noche, ¡No!, su emblemático late night, y de cómo Silvio Berlusconi intentó retenerla en Italia para lanzar un show similar. “Yo me reinvento. Cuando ya me voy, regreso con Mujeres asesinas, y luego La Casa de las Flores. Pero después de un accidente muy fuerte, es difícil. Los dolores, las pastillas… ya no me dan las piernas, aunque me sobran las ganas”.

Un fan de Salamanca, Guanajuato, regaló una figura de San Miguel Arcángel a la actriz mexicana, quien no dudo en besarlo.
Un fan de Salamanca, Guanajuato, regaló una figura de San Miguel Arcángel a la actriz mexicana, quien no dudo en besarlo. Fotos›GIFF

Actriz, la conductora, la cantante, la madre, también reflexionó sobre el envejecimiento y la invisibilidad de las mujeres mayores. “Nos olvidan. Nadie te ayuda a levantarte en la calle. Pero por eso digo: me gustaría hacer una Rosa Salvaje, pero salvaje de verdad. Una que se enfrenta con cuchillo a los gañanes. Mostrar la fuerza de la mujer en la calle, la que se gana la vida a colmillo pelado”.

Entre aplausos, se sumó su hijo, el cineasta Michel Castro. “Lo que mi mamá quiera hacer, yo feliz de dirigirla. Lo importante es su salud. Ella siempre ha tenido la última palabra sobre su carrera”.

Con más de cinco décadas de trayectoria, Verónica Castro reafirma su lugar como figura mítica y transgresora. “Después de 58 años haciendo circo, maroma y teatro… yo creo que ya fue suficiente”, dijo. Pero nadie pareció creerle del todo. Porque ella, como el ave fénix que es, siempre vuelve.

PREMIAN TRAYECTORIA. En el marco del festival Internacional de Cine de Guanajuato, Verónica Castro fue reconocida con un homenaje, por sus 58 años de carrera con dos importantes distinciones. Cristina Prado, presidenta de la Asociación de Mujeres en el Cine y la Televisión, le entregó el premio La Musa, mientras que Sarah Hoch, directora del GIFF, le otorgó la Cruz de Plata Más Cine.

“Estoy muy agradecida y conmovida, porque este premio también representa a todas las mujeres que hemos caminado en esta industria”, expresó Castro, quien alzó la voz contra las desigualdades y abusos. “Hoy celebramos lo que hemos ganado, pero también lo mucho que falta por hacer. Es momento de decir basta y protegernos entre nosotras”.

La actriz mexicana dedicó el reconocimiento a las nuevas generaciones: “Cada premio a una mujer es una semilla de igualdad”.

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