Historia de afecto y duelo

Carine Tardieu redefine la familia a través del cine

La directora francesa retrata la maternidad desde la elección afectiva; su cinta Los lazos que nos unen llega a México en el Tour de Cine Francés 2025

Fotograma en el que aparecen los protagonistas del largometraje. Foto: Especial

El cine tiene la capacidad de transformar lo íntimo en un espejo colectivo y eso es lo que logra la realizadora Carine Tardieu con Los lazos que nos unen (L’attachement), cinta que forma parte de la edición 29 del Tour de Cine Francés, que comenzó ayer y terminará el 15 de octubre. La directora francesa toma como punto de partida la novela L’intimité, de Alice Ferney, pero la hace propia con una vivencia personal: la adopción.

“Sí, efectivamente, la película nació no solamente del encuentro con un libro que adapté, sino también de mi propia experiencia como madre. Yo adopté a mi hija, y aunque no la hubiera adoptado, creo que la adopción es algo universal”, explicó en entrevista con La Razón.

  • El Dato: El Tour de Cine Francés se lleva a cabo del 11 de septiembre al 15 de octubre, proyectándose 7 películas en más de 210 salas de cine de más de 70 ciudades del país.

Para Tardieu, la maternidad —biológica o no— implica un mismo gesto: “Cuando uno trae hijos al mundo, de todas formas hay que adoptarlos y ellos también nos adoptan a nosotros”.

En la cinta francesa, ese gesto se traduce en la historia de Sandra, Alex y Elliott. Sandra (Valeria Bruni Tedeschi) es una librera feminista y racional que rechaza la maternidad, hasta que la muerte de su vecina Cécile la obliga a hacerse cargo de Lucille. Alex (Pio Marmaï), el padre viudo, lidia con la pérdida y el reto de redescubrir la paternidad. Elliott, el niño que enfrenta el duelo, aprende a construir un nuevo hogar.

“Cada maternidad o paternidad es un encuentro que evoluciona constantemente. Ese descubrimiento me conmovió profundamente, porque también me resultó sorprendente”, confiesa la también directora de Los jóvenes amantes.

Lejos de buscar moralejas cerradas, la cineasta plantea un retrato emocional abierto, en el que los personajes no son héroes, sino seres humanos vulnerables. “La familia es algo que se elige, un tejido de afectos, decisiones y acompañamiento”, señaló. En ese sentido, la película reivindica la idea de que los lazos no se imponen, sino que se construyen.

Visualmente, la cinta apuesta por la intimidad. La fotografía de Elin Kirschfink ilumina espacios interiores con calidez y la música de Éric Slabiak añade un subrayado emocional sin caer en excesos. El reparto, que incluye también a Vimala Pons y al joven debutante César Botti, contribuye a un tono coral donde cada gesto tiene peso.

Para Tardieu, la adopción no es sólo un procedimiento legal o una circunstancia particular, sino una metáfora de cómo nos relacionamos. “Al final, todos nos adoptamos. Las relaciones que construimos tienen algo de apego y de decisión”, aseguró. Esa certeza se proyecta en los silencios y en los diálogos, en las rupturas y en los intentos de reconstrucción.

La directora insistió en que su interés no estaba en narrar hechos lineales, sino emociones: “Lo que aprendemos de nosotros mismos en la maternidad o en la parentalidad es tan revelador que sentí la necesidad de contar esta historia”. Por ello, Los lazos que nos unen se convierte en un testimonio universal: sobre el duelo, el amor y el derecho a elegir a quién considerar familia.

La película de Tardieu encarna ese espíritu: un cine que interpela, que invita a detenerse y a sentir. “Los sentimientos no son fijos… incluso al final no es imposible que, con los años, Alex vuelva a atravesar un vacío. Pero eso también es parte de la vida”, comentó.