Un ajuste de cuentas con la vida

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Foto: larazondemexico

Junio de 2009. Los headliners del festival Bonnaroo, en Manchester, Tennessee son Phish y Bruce Springsteen. Es un buen cartel el de ese año: allí están Al Green, Rodrigo y Gabriela, Gomez, David Byrne, Nine Inch Nails, Snoop Dogg, Booker T... las cosas no se habían ido tan al demonio todavía, musicalmente hablando. Otros headliners son los Beastie Boys, que comienzan la promoción de Hot Sauce Committee Part Two. Nadie lo sabe en ese momento, pero ése será su último álbum como banda y el concierto de Bonnaroo, la última vez en que los Beasties toquen juntos.

“Al Green estaba terminando su set en uno de los muchos escenarios del festival, y escuchar su voz a la distancia resultaba reconfortante”, recuerda Adam Horowitz —Ad-Rock— en Beastie Boys Book (Spiegel & Grau, 2009). Es uno de los capítulos más sombríos de esta biografía de una de las bandas legendarias de la historia del rap y el hip hop. Hay un video en YouTube en el que se puede ver la última canción de esa noche: “Sabotage”. Tristemente, quien tomó ese video centró su atención en Ad-Rock y es poco lo que podemos ver a Adam Yauch —MCA— tocando el bajo de esa manera portentosa que suena en la canción. Y a Michael Diamond —Mike D— en la batería. Es difícil no conmoverse al ver esa escena de los B-Boys sabiendo que es la última como agrupación, incluyendo en el combo a Mark Nishita —Money Mark— mientras le pega al teclado con su hijo en hombros y al velocísimo DJ Mixmaster Mike en las tornamesas. Los Beastie Boys en pleno.

Salido del Fender Jazz de MCA, el ritmo de “Sabotage” se volvió tan representativo de la canción como los gritos de Mike D y el video filmado por Spike Jonze. La música de la pieza, titulada temporalmente “Chris Rock”, fue compuesta en una tarde, aunque se mantuvo instrumental por varios meses, según relata Horowitz en el libro. Incluso, en un inicio iba acompañada de un sample de Queen Latifah. Pudo haberse convertido en una canción totalmente diferente y, probablemente, los Beastie no habrían estallado como lo hicieron en 1994, año de la edición de Ill Communication.

[caption id="attachment_906771" align="alignnone" width="696"] Fuente: wikipedia.org[/caption]

La de los Beastie Boys es la historia de la llegada del rap a la corriente principal del negocio musical en Estados Unidos y el mundo. Su explosión como trío de rap permitió que las puertas también se abrieran a artistas negros del género que de otra manera no habían podido acceder a MTV. Pero antes de eso, los Beastie (acrónimo de Boys Entering Anarchistic States Toward Inner Excellence) estaban compuestos originalmente, además de los dos Adams y Diamond, por Kate Schellenbach, quien aporreaba la batería, todos neoyorquinos.

Todo comenzó en un concierto de Black Flag en el Peppermint Lounge. “Puede que haya sido la noche en que Michael Louis Diamond, Adam Nathanial Yauch y yo hayamos sido presentados”, narra Horowitz. Entre el público se encontraba Henry Garfield, quien después se volvería el vocalista de Black Flag bajo el nombre de Henry Rollins. También asistieron esa noche Thurston Moore y Kim Gordon antes de formar Sonic Youth. Fue una tocada seminal que también detonó la creación de bandas como The Young and the Useless (donde tocaba Adam Horowitz), pero, claro, también los Beastie Boys, fundados por Mike D. Entre el público se encontraba también Kate, la cuarta Beastie Boy, quien debe a Rick Rubin —el Malcolm McLaren de los Beastie— alejarse del hardcore para meterlos al rap, con cambio de look incluido y mochando a la integrante femenina porque “las chicas no saben rapear”. “Nunca me topé con ese idiota de Rick Rubin”, sentencia Kate en una honesta y dolorosa carta publicada en el libro.

"Cuenta Horowitz:  La banda no se desintegró. [...] Sin proponérnoslo, fue nuestro último álbum porque a Adam [Yauch] le dio cáncer y murió".

Pero regresemos a Hot Sauce Committee Part Two, el último disco de la banda, infravalorado, incomprendido, más aún si leemos en este libro los detalles sobre su elaboración: cada una de las dieciséis piezas que lo componen incluyen samples falsos. Los Beastie los crearon, compusieron, grabaron y cortaron para luego clavarlos en sus respectivas canciones. Una laboriosa tarea que al final nadie notó porque así funciona el digging: sumergiéndose en los montones de discos de las tiendas de LPs, encontrar rarezas y extraer breakbeats, voces y ritmos que sirvan para una canción, ni modo que fueran falsos. Además, como su nombre lo indica, existe la parte uno de este disco que nunca vio la luz porque se extravió en el vagón de un tren. Pero más allá del aspecto musical, lo que vino después es lo que toma relevancia. “Sin proponérnoslo, se trató de nuestro último álbum”, cuenta Horowitz. “La banda no se desintegró. [...] Fue nuestro último álbum porque a Adam [Yauch] le dio cáncer y murió”. Beastie Boys Book es un repaso exhaustivo por el desarrollo —musical, personal— de la banda, pero también el ajuste de cuentas con la vida, que repentinamente los dejó con un elemento menos y al mundo sin los Beastie.

Adam Yauch fue el motor creativo y guía espiritual del grupo. Así lo manifiestan sus integrantes. Era ese tipo impulsivo que lo mismo daba pie a grandes composiciones que se lanzaba de un helicóptero en esquíes sobre una montaña nevada. Quien retrabajaba sin avisar a los demás canciones que ya habían sido compuestas en su totalidad. De ahí la pregunta que se hacen constantemente: “¿Qué haría Adam Yauch?”.