Medio siglo no es nada: Clásicos del rock que cumplen un tostón

El duro deseo de durar, de eso trata este ensayo-soundtrack de Carlos Velázquez sobre las canciones, los discos y los momentos culminantes del rock que cumplen cincuenta años. Hay un acuerdo entre melómanos y críticos en que 1975 fue el año cumbre del rock: “Los Beatles se habían separado, Janis Joplin, Jimi Hendrix y Jim Morrison habían muerto, y el género se precipitaba a una nueva etapa de transformaciones”, afirma el autor

Medio siglo no es nada: Clásicos del rock que cumplen un tostón Foto: Arte digital > Paulina Hernández y Belén García > La Razón

Según el consenso general, 1971 fue el mejor año de la historia en materia de rock. En el que vieron la luz grandes discos como Led Zeppelin IV, Imagine de John Lennon, Sticky Fingers de The Rolling Stones o What’s Going on de Marvin Gaye. Incluso existe una serie al respecto. Sin embargo, desde 1965, con la revolución causada por discos como Highway 51 de Bob Dylan y Rubber Soul de The Beatles, el género entraría en una espiral que se extendería una década, creando una especie de era dorada que se interrumpiría con la aparición de un nuevo estilo, que a su vez comenzaría otra etapa de grandes álbumes: el punk.

Quizá para muchos melómanos, 1971 sea la cumbre del rock, pero habrá quién tenga la misma sensación del 67, con gemas bajo el brazo como el debut de Los Doors; el primer disco, “el del plátano” de The Velvet Underground; Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band de The Beatles; Are You Experienced? De Jimi Hendrix o Piper at the Gates of Dawn de Pink Floyd. Lo mismo se podría decir casi de cualquier año de finales de los sesenta y principios de los setenta, hasta llegar al 75, cuyos discos lanzados entonces cumplen cinco décadas de vida este 2025.

El aceleramiento que sufrió el rock & roll, después llamado rock a secas, fue posible gracias a la competencia feroz que se produjo entre sus protagonistas. Los combates entre los Beatles y los Beach Boys por quién sacaba el mejor disco fueron el caldo de cultivo que dinamitó las exigencias al máximo. Después los Rolling Stones se sumaron a la refriega. Pero quizá el principal iniciador de esta enloquecida carrera fue Bob Dylan, quien después de publicar un álbum acústico y acompañado sólo por su guitarra de palo y su armónica, Another Side of Bob Dylan, dio un salto radical con la salida de Bringing It All Back Home, un disco que no sólo reclamaba la potestad del género frente a la Invasión Inglesa, sino que le daba la espalda a sus orígenes y a lo que le había otorgado fama: el folk. Ni Beatles, ni Stones o Beach Boys habían surgido de la canción de protesta, pero que Dylan se atreviera a algo así significaba una cosa: que todo estaba permitido.

Esta competencia fue impulsada además por los avances de la tecnología y la experimentación en las técnicas de grabación en el estudio. Más de un ingeniero de sonido se llegó a considerar como un miembro de tal o cual banda por sus aportes en las innovaciones que se producían a ambos lados del Atlántico. Parte importante de estos descubrimientos se encuentran condensados en Here, There and Everywhere. My Life Recording the Music of The Beatles de Geoff Emerick. Un documento fascinante que le devela al lector los descubrimientos a la hora de grabar joyas como The White Album o Band on the Run. Una lectura obligada para todo melómano, tanto si te gustan los Beatles como si no.

HACIA 1975 MUCHOS DE LOS GRANDES fenómenos del rock ya habían sucedido. Los Beatles se habían separado, Janis Joplis, Jimi Hendrix y Jim Morrison habían muerto, y el género se precipitaba a una nueva etapa de transformaciones, pero de distinta índole. Había ocurrido el nacimiento, ascensión y caída de una banda que inspiraría a una nueva generación de músicos que se mostraban ajenos a la estética predominante durante los sesenta y principios de los setenta: The Stooges. Cuyo líder, Iggy Pop, continúa en llamas hasta nuestros días. Pero antes de que en 1976 el disco debut de Los Ramones inaugurara ya en pleno una nueva era del rock, el 75 tenía muchas cosas que decir.

El 75 es un año crucial porque parte la década. Pero también porque es el último peldaño antes de que se produzca otra ola inglesa, la encabezada por Sex Pistols en el 76 y el arribo del postpunk en los siguientes años.

De entre todos los álbumes lanzados en el 75, aquí van algunos que han navegado con soltura el paso del tiempo y que cumplen bodas de oro con la historia musical: cincuenta años de formar parte imprescindible de las colecciones de discos de muchos amantes de la música alrededor del planeta.

Blood On The Tracks

Bob Dylan

Blood On The Tracks ı Foto: Especial

A propósito de las transformaciones en Un completo desconocido, he aquí una de las reencarnaciones más memorables de Dylan. Después de la tormenta de su etapa eléctrica y el subsecuente retraimiento de discos como John Wesley Harding (que incluye la enorme “All Along the Watchtower”), Bob se sumió en el pozo del desamor y emergió con esta joya que para muchos es considerado su mejor disco. De que es una obra maestra, no hay duda. Tras atravesar una separación cruenta y su respectivo divorcio y la pelea por la patria potestad de sus hijos en el juzgado de lo familiar, para expiar su dolor Dylan compuso este disco cargado de belleza y hermosa pesadumbre. Este Dylan muestra un costado inédito, atrás quedaba la rabia exhibida en sus primeros años, salta un temperamento que hasta entonces había permanecido agazapado y que estalla con melodías que se volvieron clásicas como “Shelter from the Storm”. Nunca la derrota ha creado arte de una manera tan maravillosa.

Young Americans

David Bowie

Young Americans ı Foto: Especial

El mejor alumno de Dylan, a quien también le aburría quedarse mucho tiempo en un solo lugar, se reinventó a sí mismo una vez más, y de qué manera, con su incursión en el soul. Adiós a la lentejuela, al make up y a los alienígenas. Hasta nunca Ziggy y Aladdin Sane y bienvenida sea la música negra en su punto más emotivo. Con una nueva banda de acompañamiento, conformada por músicos de color, Bowie realizó toda una hazaña para un músico inglés. Llevar a su propio terreno y con maestría un estilo que había estado dominado por completo por gringos. Y consiguió salir airoso. La admiración que sentía por Los Beatles fue cristalizada en el cóver de “Across the Universe”. Y como mayor tributo invitó a John Lennon a componer y cantar “Fame”, que se volvería en una sensación y referente de la música disco. Que en su lanzamiento como single tenía del lado B la no menos arrebatadora “Right”, un monumento a la sensualidad y una de las mejores canciones de su carrera.

Born To Run

Bruce Springsteen

Born To Run ı Foto: Especial

La reputación del Jefe como uno de los músicos más importantes de la música del siglo XX comienza aquí. La diferencia con sus anteriores trabajos fue la mano santa de Jon Landau, quien fungió como productor, y también las contribuciones de Jimmy Lovine como ingeniero de sonido. Por supuesto que el mérito radica en las canciones que Bruce traía bajo el brazo. Un caldo de cultivo que llevaba muchos días de carretera cocinándose y que estalló en el momento y el lugar indicado. Historias entrañables que le llegaron directo al corazón a una generación (y posteriormente a muchas) ansiosa de ese dramatismo contenido del estilo de Springsteen. Esa mezcla de pesimismo y de promesa de futuro salidas de la experiencia callejera en la mejor de sus acepciones. El mundo es terrible y hermoso, y esta es mi versión, asevera el Jefe en Born To Run. Una versión que no había sido cantada anteriormente con el mismo poder de convicción por un muchacho salido de las calles de New Jersey.

Horses

Patti Smith

Horses ı Foto: Especial

Al igual que Leonard Cohen, Patti Smith comenzó su carrera musical como poeta. Las lecturas de su obra poco a poco se fueron electrificando por el acompañamiento de una guitarra. Hasta el día que abrazó el rock como expresión de su arte y publicó este disco que anuncia el arribo del punk, por algo fue ella misma catalogada como la madrina del movimiento. Admiradora de Dylan y de los escritores de la Generación Beat, la después sacerdotisa se plantó frente al micrófono para escupir sus versos con rabia. “Jesús murió por los pecados de alguien, pero no por los míos”, se convirtió en su declaración de principios. Dispuesta a prenderle fuego al pasado y reinventarlo, no hay duda de que su versión de “Gloria” es mejor que la original e incluso que el cóver de su ídolo Jim Morrison. Verla en televisión recitando Horses con unas gafas negras fue una sacudida, aquí venía la Jefa y estaba dispuesta a ganarse el aplauso de sus colegas hombres. Y así lo hizo. Dylan y Springsteen, dos de los letristas más incisivos del rock, se rindieron ante sus canciones.

Al igual que Leonard Cohen, Patti Smith comenzó su carrera musical como poeta. Las lecturas de su obra poco a poco se fueron electrificando por el acompañamiento de una guitarra

Zuma

Neil Young and Crazy Horse

Zuma ı Foto: Especial

He aquí una cumbre de la historia del rock. Y una gema de gemas dentro del jo-yero de preciosidades de la discografía de Neil Young. Basta escuchar los primeros segundos de “Don’t Cry No Tears” para percatarse que estamos ante un monumento. Y lo que anuncia no hace sino crecer a lo largo de las diez canciones que contiene. Ese tránsito por la distorsión de la lira combinado con pasajes de un lirismo exacerbado. La engañosa calma de “Danger Bird” junto a la vivacidad de “Barstool Blues”. O la insolente “Stupid Girl” junto al rock fuerte de “Drive Back”. Pero la joya de la corona se la lleva “Cortez The Killer”, una pieza de más de siete minutos con el sello de la casa Young: guitarreos y más guitarreos. Este disco influenció a la generación grunge. Gran parte del sonido de los grungeros se inspiraría en la guitarra de Neil de esta época. Una rola sobre la llegada de Hernán Cortés al continente americano y el desmadre que hizo. Sin caer en lo panfletario, obvio. Una pintura sonora que es como un libro de texto para los oídos.

Sabotage

Black Sabbath

Sabotage ı Foto: Especial

Cada disco de Sabbath tiene su público. Algunos se decantan por Paranoid. Habemos quienes amamos Sabbath Bloody Sabbath por sobre todas las cosas. Sin embargo, hay una franja de fans que pierden la cabeza con Sabotage. Lo consideran el mejor disco del cuarteto. Aquí no hay hits como “Iron Man” o “Sweet Leaf”, se trata más bien de una especie de trabajo conceptual. Con tintes futuristas y de mucha introspección. Por supuesto que la pesadez está presente, pero hay una exploración que va más allá del heavy metal, como por ejemplo en “Don’t Star (Too Late)”, una pieza acústica que tiende a la progresión. O los ocho minutos de “The Writ”, una de las piezas más dislocantes de su carrera. Con pasajes que transitan entre dos y tres estilos. Con una voz en la plenitud de sus capacidades vocales. Y por si fuera poco contiene esa catedral de metal que es “Symptom of the Universe”. Es el último gran disco de la banda, después vendrían dos discos flojones y la salida de Ozzy.

Physical Graffiti

Led Zeppelin

Physical Graffiti ı Foto: Especial

Este es el disco que destruyó a Zeppelin. Ya no tenían que demostrarle nada a nadie, sin embargo, sacaron este disco doble como resultado del gran momento creativo por el que atravesaba la banda. Después ocurrieron dos desgracias, bueno, no, tres: tres discos flojos, cuya causa puede obedecer al agotamiento resultante de Physical Graffiti; la transición hacia los ochenta, que Zeppelin no supo gestionar, y la muerte de Bonham. Pero antes de la desgracia vomitaron esta cumbre que cuenta con rolones como “Kashmir”, “Trampled Under Foot” o “In the Light”. Un disco perfecto en el que la banda transita por varios géneros, con un énfasis en el blues, como en la venenosa “In My Time of Dying”. Una de las atracciones del disco era el arte. Era interactivo. Un suaje te permitía abrir y cerrar las ventanas del edificio de la portada. Lo que hacía el disco más preciado como objeto y un ejemplar anhelado por todo coleccionista. Y también fue la antesala de The Song Remains the Same, uno de los mejores discos en vivo de los que se haya tenido registro.

Wish You Were Here

Pink Floyd

Wish You Were Here ı Foto: Especial

La impronta dejada por Syd Barrett volvió para reclamar su lugar en el espíritu del cuarteto y el peso de su fantasma quedó inmortalizado en este disco que contiene una de las canciones más entrañables sobre la ausencia. El paso perfecto de Pink Floyd iniciado con The Dark Side of the Moon tiene continuidad aquí, cuando las pugnas internas entre los integrantes principales todavía hacían posible que trabajaran juntos en función de los discos y no de sus egos. El disco lo abre una suite, la elegía al propio Barrett, y la cierra la misma “Shine on You Crazy Diamond”. En medio quedan encapsuladas tres canciones igual de buenas: “Welcome to the Machine”, “Have a Cigar” y la ya mencionada “Wish You Were Here”, que con el paso del tiempo se ha convertido en todo un himno sobre la amistad. Dentro del arte siempre sensacional de los discos de Pink Floyd, la portada de este disco sobresale por mostrar a un hombre que le da la mano a otro que se encuentra en llamas. Un claro homenaje a la locura que puede encenderse un día cualquiera en alguno de nuestros amigos.

A Night At The Opera

Queen

A Night At The Opera ı Foto: Especial

Conocido entre la raza como “El de la portada blanca”, en alusión a A Day At The Races, “El de la portada negra”. Dios salve a la reina, y a “Bohemian Rhapsody”, la rola que masificó a Queen y que se convirtió en uno de los momentos más divertidos de la historia del cine al aparecer en la peli El mundo según Wayne en la que un grupo de amigos se sube a un carro y se pone a cantar la rola. Eso se convirtió en un símbolo que la conectó con las siguientes generaciones. Y hoy es un lugar común que gente de todo el mundo se suba a un carro y ponga “Bohemian Rhapsody” y se ponga a entonarla en franca referencia. Y todo eso gracias al poder fabulador de Queen. Pero además de ésa, el disco contiene otras dos canciones que compiten en belleza con cualquier composición de las cientos de bandas de la época: “You’re My Best Friend”, una clase para cualquiera que quiera saber a qué suena Queen, y “Love Of My Life”, que también ha corrido con la suerte de convertirse en un botón de muestra para todos aquellos que quieran mostrarle sus sentimientos de despecho a otra persona a través de una rola.

Rumours

Fleetwood Mac

Rumours ı Foto: Especial

Es curioso cómo la música vieja siempre es nueva. Hace unos años un cholo volvió viral “Dreams”, al grabarse a sí mismo en un recorrido en patineta mientras bebía jugo de arándano con la canción de fondo. Muchos no tuvimos que hacer otra cosa que rebobinar la cinta, pero una nueva generación de oyentes que no sabían de quién se trataba recibieron una lección de historia. La rola viene en Rumours, de la banda Fleetwood Mac, de donde salió la diva Stevie Nicks. Y todo cobró sentido para ellos. Y ese discazo que había permanecido dormido en el gusto de muchos volvió del más allá para recordarnos que es uno de los clásicos de clásicos. Y que la verdadera música no envejece. Que basta una chispa para volver a colocarla en los oídos del mundo. Y cómo no, si esta obra maestra es el resultado del choque de músicos talentosísimos con Peter Green y la misma Stevie. Una de las asociaciones delictivas más afortunadas. El más delicioso pop que haya procreado la música se lo debemos a Rumours.

One Size Fits All

Frank Zappa and The Mothers of Invention

One Size Fits All ı Foto: Especial

Con el tiempo la genialidad de Zappa ha cobrado una dimensión distinta. Obvio que su etiqueta de genio obedece a su virtuosismo, pero conforme transcurre el tiempo también podemos achacár-sela a su capacidad para introducir el gusto por lo raro entre el público. Veterano de los sesenta y su pasión por lo paródico, en la década siguiente emigraría al jazz fusión, algo que comenzó en discos como éste. A Zappa el concepto de canción terminó por cansarlo y se lanzó a la improvisación, aunque de vez en cuando volvía al viejo sistema, como en la refrescante “San Ber’dino”. Conocido entre la raza como “El del Sofá”, por su portada, que le debe el nombre a la pieza “Sofa N. 1”, es un disco que tienen en alta estima muchos de los fans de Zappa. Prolífico como era, ese 75 sacó también un disco junto a Captain Beefheart, Bongo Fury, que contiene la divertida “Muffin Man”. Nunca se sabe con Zappa, si se está burlando de ti o qué. Por eso lo mejor es reír con él.

Tras el 75, el rock sufrió muchos cambios, para bien y para mal. Fue la antesala de una década en la que no le fue tan bien en el terreno de lo creativo. Vinieron los ochenta y su hair metal. Pero antes de que se despidieran, los setentas nos legaron estos preciosos cadáveres que cumplen cincuenta años de pudrirse en nuestros oídos.