EL AIRE
ESTO QUE PASA y que se queda, esto es el Aire, esto es el Aire, y sin boca que tú le veas Te toma y besa, padre amante. ¡Ay!, le rompemos, sin romperle; herido vuela sin quejarse, y parece que a todos lleva y a todos deja, por bueno, el aire.
Gabriela Mistral, Poesía reunida, sel. y prol. Jaime Quezada, FCE, 2024.

Thunderbolts* de Jake Schreier
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ALAS DE PINTOR
FUE TERRIBLE aquella época en que mi mano quedó inmóvil. Me pareció
que el mundo se silenciaba para mí pues no era capaz de captar sus mensajes. Entonces me vi obligado a reconsiderar mi mano izquierda. De hecho la descubrí como un elemento de mi cuerpo, como una asistente silenciosa, como un testigo fiel, como una sombra de mi pintura, como un transmisor de maravillosas respuestas apenas murmuradas.
El dolor y la limitación temporal de la mano derecha me dieron conciencia de la mano izquierda. Fui un ser completo. Entendí que mis manos son mis alas. Con ellas imagino y pinto, pero también golpeo y acaricio. Me gusta acariciar las obras de arte porque así las poseo. Jamás acaricio un cuadro pintado por mí. En cuanto lo termino empiezo a odiarlo.
[…] Si un día decidiera ponerme una máscara, creo que elegiría la de un pájaro. Con ella puesta iba a creerme ave y quizá mirar el mundo como lo ven los pájaros: desde arriba, desde la totalidad. Podría tener la visión completa de la superficie donde vivo: un mar de hojas donde navego, donde me dejo arrastrar, donde me pierdo.
Pero no soy un pájaro. Tengo que reconocerme nada más como un hombre que vive para pintar. Mis sueños son más grandes que mis realidades.
Cristina Pacheco, “Rafael Coronel: ¡Mis manos son mis alas!” en La luz de México. Entrevistas con pintores y fotógrafos, prol. Carlos Monsiváis, FCE, 1996.
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INVOCACIÓN AL INSOMNIO
Tenía yo diecisiete años y creía en la filosofía. Lo que no se refería a ella me parecía pecado o basura: ¿los poetas?, saltimbanquis aptos para la diversión de mujerzuelas; ¿la acción?, imbecilidad delirante; ¿el amor, la muerte?, pretextos de baja estofa que se rehusaban al honor de los conceptos. Olor nauseabundo de un universo indigno del perfume del espíritu… Lo concreto, ¡qué mancha!, alegrarse o sufrir, ¡qué vergüenza! Sólo la abstracción me parecía palpitar: me entregaba a hazañas ancilares por miedo de que un objeto más noble me hiciera infringir mis principios y me entregase a las zozobras del corazón. Me repetía: sólo el burdel es compatible con la metafísica; y acechaba —para huir de la poesía— los ojos de las criaditas y los suspiros de las fulanas.
… ¡Hasta que viniste tú, Insomnio, a sacudir mi carne y mi orgullo; tú, que transformas al bruto juvenil, matizas sus instintos, avivas sus sueños; tú, que, en una sola noche, dispensas más saber que los días consumados en el reposo, y, en los párpados doloridos, descubres un suceso más importante que las enfermedades sin nombre o los desastres del tiempo! Tú me permitiste escuchar el ronquido de la salud, los humanos sumergidos en el olvido sonoro, mientras que mi soledad englobaba la negrura circundante y se hacía más vasta que él. Todo dormía, todo dormía siempre. No más aurora: velaré así hasta el fin de las edades: se me esperará entonces para pedirme cuentas del espacio en blanco de mis sueños…
E. M. Cioran, Breviario de podredumbre, trad. e introducción Fernando Savater, Santillana, 2001.
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TIRESIAS Y EL HOMBRE-GRILLO
EL ADIVINO TIRESIAS, ciego, es el primer transexual de la historia. Un día vio unas serpientes que copulaban, y las separó con un bastón. Como castigo, fue transformado en mujer. Siete años más tarde, volvió a separar serpientes, y como castigo fue transformado en hombre. Un día Zeus intentaba justificar ante Hera, su esposa, sus numerosas infidelidades, explicándole que los hombres disfrutan con el sexo mucho menos que las mujeres, y que por esta razón necesitaban practicarlo más a menudo. Hera sostenía que esto no era así, y para aclarar la cuestión llamaron a Tiresias, el único que había estado en los dos lados. Éste dio la razón a Zeus, diciendo que las mujeres gozan diez veces más que los hombres. Como castigo, Hera le privó de la vista; como premio, Zeus le dio el poder de predecir el futuro.
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Titono era hermano de Príamo, rey de Troya. Era tal su belleza que la Aurora se enamoró de él, y pidió a Zeus que le concediera la inmortalidad, cosa que el padre de los dioses concedió. Pero como se le olvidó pedir también la juventud eterna, Titono se fue haciendo cada vez más viejo, arrugado y encogido, hasta convertirse en un grillo. Tennyson, en su poema Tithonus, describe la envidia que siente el personaje por los “happy men that have the power to die” (hombres felices que pueden morir).
Homero, Odisea, (Notas), trad. del inglés Miguel Temprano García, col. Clásicos Liberados, Blackie Books, 2021.

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LA FIRMEZA DE BORGES
EN RELACIÓN a cómo Borges ha sido siempre muy firme en situaciones muy difíciles quería recordar una escena muy divertida. Una vez lo llevaron al [programa] Grandes valores del tango y estaban todos los cantantes de tango ya envejecidos, como Alberto Marino, todos muy retocados, con el pelo teñido, como si fuera un museo de cera. Entonces entró Borges y le empezaron a besar la mano y lo sentaron, todos lo adoraban, y le dicen “mire, Borges, le vamos a cantar ‘Uno’ de Discépolo”, y entonces Borges escucha la letra, “uno busca lleno de esperanzas el camino que los sueños prometieron a sus ansias”, y dice: “Pero está mal ese tango. No se puede decir ‘esperanza’ y ‘ansias’, tiene que ser ‘esperanzias’ y ‘ansias’”. Les arruina a los tipos, con mucho coraje, esa escena. En lugar de decir “Qué letra extraordinaria”, que es lo que hubiera dicho cualquiera, dice: “No, le erraron con la rima”.
Ricardo Piglia, Borges por Piglia, ed. Daniela Portas, epílogo Edgardo Dieleke, Eterna Cadencia Editora, 2024.

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SINFÍN DE COMBINACIONES
Misterioso no era la palabra adecuada. No misterioso como un libro cerrado sino como un libro abierto donde se puede leer, sencilla e inocentemente, cosas normales y corrientes, cosas evidentes, mañana, jardín, pájaro, periódico, y que sin embargo también se puede leer de otras formas: uniendo, por ejemplo, unas a otras las séptimas palabras en sentido inverso. O la cuarta palabra de las segundas frases alternativamente. O marcando con un círculo cada letra que esté precedida por una ge. O con alguna otra clave. Hay infinitas posibilidades, y cada una de ellas tal vez muestra un sentido distinto. Una lectura alternativa. No precisamente un sentido profundo, interesante u oscuro, sino completamente distinto. Sin ninguna semejanza con el significado evidente. O tal vez no sin semejanza alguna.
Amos Oz, Conocer a una mujer, trad. del hebreo Raquel García Lozano, Siruela, 2012.

