La muerte de David Lerma, fundador, líder y voz de La Banda Bostik, puso de relieve al llamado “subgénero del rock urbano”. Desde los setenta y los ochenta, cuando surgió en la periferia de la Zona Metropolitana, concretamente en los municipios del Estado de México, el urbano ha sido considerado el patito feo del rock nacional: denostado por la intelligentsia rockera, pateado como bote oxidado por el público y los grupos elitistas, y en años recientes vilipendiado sin piedad a través de memes infames. Pero la hipocresía mediática salió a flote con el fallecimiento de El Guadaña, hoy las redes y los medios subidos al mame en su hambre de likes, proclaman a Lerma “leyenda del rock urbano”.
¿Qué llevó a un grupo de rocanrol y blues nombrarse La Banda Bostik? Empezar su historia musical ensayando en una bodega repleta de productos impermeabilizantes y adhesivos. Al igual que Lerma, la Bostik es oriunda de Tlalnepantla, el municipio donde vivo (frontera con Naucalpan) desde hace diez años, y es hija putativa —según palabras de Lerma— de los Dug Dug’s de Armando Nava y el omnipresente Three Souls in My Mind. En su alineación han desfilado dos que tres miembros, algunos ya fallecidos en la mera acción, como el bajista Jonathan Zúñiga, pero la más estable ha sido la conformada por Eduardo Cruz en la guitarra, Fernando Mendoza en la batería, Carlos Godínez en el bajo y Ricardo Zepeda en el saxofón.
RECONOCIDO ENTRE LA BANDA, en México y Estados Unidos, como el jefe de jefes y el gran jefe Guadaña (El Araña, mal pronunciado desde la infancia) por el penacho apache con el que acostumbraba presentarse, arrastraba desde el 2020 algunos problemas de salud que lo acabaron el 18 de mayo a los 61 años. A veces se ausentaba, pero no le bajó al rocanrol y dejó un legado largo como su penacho durante los 42 años como guerrero musical: una quincena de discos, algunos de los cuales hoy son considerados esenciales del rock mexicano, como el célebre Abran Esa Puerta (“déjenlos pasar / organizador te tienes que alivianar”), En Pie de Guerra, Del Barrio, Hipotecados y un huato de discos en vivo como el Capturados, desde el Reclusorio Barrientos en 1989. Lerma escribía las letras y en ellas reflejaba la vida cotidiana en las calles del Edomex: desamor, soledad, desempleo, violencia, represión, marginación, migración, discriminación y explotación. Siempre auténtico, honesto y solidario con la banda a la que siempre representó.
Todavía conservo un flayer de la Banda Bostik con Lira & Roll, Tex Tex, Vago de Charlie Monttana y El Haragán en la incombustible Arena López Mateos de Tlalnepantla, heroico escenario donde se le despidió con todos los honores del barrio al que perteneció. El grupo no se desintegra, seguirá En el Camino con El Guadaña Jr. en la voz, quien ya ocupaba el micrófono ante los problemas de salud de su jefe. “Dios salve a las bandas que se están peleando / entre ellos mismos se están matando”, cantaba El Guadaña a todo pulmón. Puro Rock de la Banda para la Banda.

