EL REGRESO DEL HIJO PRÓDIGO
ANDRÉ GUIDE concibió este libro “al modo de los antiguos trípticos” –una pintura, como lo llama el propio autor, o un poema. Podría incluso decirse una profecía, por aquello de que los poetas son un poco profetas. Porque Gide, que escribió El regreso del hijo pródigo “para su alegría secreta” no sospechaba que se anticipaba al actual éxodo de los hijos pródigos. El hijo de esta parábola regresa, pero ayuda al hermano menor a marchar a su vez para que, él al menos, no vuelva: “¡Vamos! Bésame, hermano mío: llevas contigo mis esperanzas. Sé fuerte. Olvídanos, olvídame. ¡Si pudieras no regresar!...”.
André Gide, El regreso del hijo pródigo, prol. y versión de X. Villaurrutia, Cuadernos Marginales, Tusquets, 1971.
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Doce muñecas y otros poemas

PINTURA DE VANGUARDIA
EL NEOLOGISMO “cubismo” procede de un cuadro de Henri Matisse, quien no puede incluirse entre los cubistas propiamente dichos, y de Louis Vauxcelles, destacado periodista y crítico de arte francés. Unos años antes, Vauxcelles había creado el concepto de les fauves (las fieras) para referirse a los pintores del movimiento que en adelante se conocería con el nombre de “fauvismo”. En 1908 habló con Matisse, miembro del jurado del “Salón de Otoño”. El artista le informó de que en esa muestra George Braque había presentado una obra avec des petits cubes (con cubos pequeños). Con tales términos, Matisse se refería a un paisaje de Braque, pintado el mismo año en L’Estaque, en Marsella. […] Para Matisse, George Braque era el autor del primer cuadro cubista y, por tanto, el fundador del cubismo como tendencia estilística. […] Vauxcelles habló por primera vez de “cubismo” en su reportaje sobre el “Salón de los Independientes” de 1909. Desde entonces, la obra más reciente de Pablo Picasso y George Braque quedó encuadrada en la nueva tendencia estilística, sin que ninguno de ellos hubiera desempeñado una función activa en la creación del concepto […] Guillaume Apollinaire escribía en 1912: “La nueva pintura se llama ‘cubismo’. El nombre corresponde a una expresión despectiva de Matisse, a quien causaron extrañeza las formas cúbicas descubiertas en un cuadro de casas”.
Anne Ganteführer-Trier, Cubismo, trad. del alemán Ambrosio Berasain Villanueva, Taschen, 2006.
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PASADO PRESENTE
SÉ TU MISMO salvo que puedas ser Batman. Para decirlo a la manera castiza española, yo estaba más solo que la una. Estaba solo en el país aterrador de Donald Trump y de su corte de multimillonarios forajidos, desalmados, crueles y rapaces como aves de presa. Ponía la radio y su nombre de inmediato sonaba como una interjección. Cada mañana traía consigo sus predicciones de tiempo invernal y sus novedades terroríficas. Querían acabar cuanto antes con todo: con la agencia de protección del medio ambiente y con el ambiente mismo. Se les veía la impaciencia de ponerse cuanto antes a envenenar más el aire con el humo negro de las centrales de carbón, de envenenar las aguas con vertidos tóxicos. La ministra encargada de las escuelas públicas era una plutócrata cuya prioridad consistía en desmantelarlas cuanto antes.
El responsable máximo de la lucha contra el cambio climático decía que el cambio climático era una patraña inventada por los chinos. El ministro de vivienda era un negro que aseguró un día que los esclavos africanos llegaron como emigrantes que soñaban con que alguna vez sus nietos o sus biznietos pudieran disfrutar el sueño americano. Esa expresión, american dream, me daba de nuevo las arcadas que no habría debido dejar de provocarme nunca.
Antonio Muñoz Molina, Un andar solitario entre la gente, Seix Barral, 2018.

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AMISTAD Y DESTINO
EL PENSAMIENTO mesopotámico, caracterizado por un profundo pesimismo ante la vida y ante la muerte, se deriva de su concepción del hombre, ser totalmente intrascendente frente a un mundo divino absolutamente trascendente: “¿Quién puede alcanzar el cielo, amigo mío? Sólo los dioses moran con Shamash en el cielo, eternamente”, dice Gilgamesh a Enkidú cuando éste, cansado de la inactividad de la vida urbana, cae en depresión. […] Enkidú, creatura salvaje, semihombre, semianimal, se había humanizado por los ritos del amor de una hieródula. Gilgamesh, rey tiránico y en ese sentido deshumanizado, inicia un proceso de humanización por la amistad de Enkidú, pero deberá sufrir la muerte de su amigo para tomar conciencia de su intrascendencia humana, y experimentar el fracaso de su intento por lograr la inmortalidad para llegar al fin de ese proceso; sólo cuando vuelve a Uruk resignado y asume su condición humana, Gilgamesh alcanza una humanización completa y, de ese modo, se convierte en el antihéroe, prototipo del hombre-mujer mesopotámico.
Jorge Silva Castillo, trad. directa del acadio, introducción y notas, Gilgamesh o la angustia por la muerte (poema babilonio), El Colegio de México, 2018.
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PROS Y CONTRAS
DEBERÍA estar leyendo Ulises [de James Joyce], y buscándole pros y contras. Sólo llevo doscientas páginas, ni siquiera la tercera parte: los dos o tres primeros capítulos, hasta que termina la escena del cementerio, me han divertido, encantado, interesado; pero luego me he sentido desconcertada, aburrida, irritada y desilusionada, como ante un estudiante imberbe que se rascara las espinillas.
Marta Salís, Agenda literaria 2019, Alba Editorial 2018.
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EL MUNDO ROJO
TODAVÍA me gusta estar en la oscuridad. Por lo menos a veces. Me hace bien, creo. En la oscuridad hablo el lenguaje de Dios y nadie me oye […]
Lo mejor de todo es el aire. Sí. Y poco a poco he aprendido a vivir dentro de él. El aire y la luz, sí, también la luz, la luz que ilumina todas las cosas y las pone ahí para que mis ojos las vean. Está el aire y la luz. Sí. Cuando hace buen tiempo me gusta sentarme al lado de la ventana abierta. A veces me asomo
y miro las cosas que hay abajo. La calle y toda la gente, los perros y los coches, los ladrillos del edificio de enfrente. Y luego hay veces que cierro los ojos y me quedo allí sentado, con la brisa dándome en la cara, y la luz dentro del aire, todo delante de mis párpados, y el mundo es todo rojo, de un rojo muy bonito, dentro de mis ojos, con el sol brillando sobre mí y sobre mis ojos.
Paul Auster, Ciudad de cristal, trad. Maribel de Juan, Anagrama, 2005.

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DAVID HUME HABLA SOBRE ROUSSEAU
ROUSSEAU ha leído muy poco y no tiene la curiosidad de ver o comentar nuevas cosas. A decir verdad, ha reflexionado y estudiado también muy poco, realmente no tiene muchos conocimientos; durante todo el curso de su vida sólo ha sentido –y en este respecto, su sensibilidad llega a un extremo superior a cualquier modelo que yo haya podido ver jamás–, pero esto le da un sentimiento más agudo del dolor que del placer. Es como un hombre al que no sólo le han rasgado las vestiduras sino también la piel y acude en ese estado al combate contra los rudos y violentos elementos, de tal modo que continuamente perturba este mundo más bajo.
David Hume, “Un filósofo caracteriza a otro filósofo”, De mi propia vida, trad. y pres. Nydia Lara Zavala, UNAM, 2017.

