Estarán de acuerdo que profesar devoción por una banda es lo más parecido a un matrimonio.
Hay días buenos. Hay días malos.
Y tampoco me dejarán mentir en que seguir a una banda por distintas ciudades es un deporte extremo. Pero como la adrenalina es más adictiva que el glutamato monosódico, como todo adicto que se respete, necesitaba mi dosis. Así que para obtenerla, me sumí en el tour que Brian Jonestown Massacre ofreció en México.
Y esto fue lo que sucedió.
HICE UN INVERTEBRADO (GUADALAJARA).
Dos días antes del viaje vi a la maldita alergia aproximarse como un tren que avanza lento a kilómetros de distancia. Confié en que se trataba de una falsa alarma. Estaba equivocado. Justo al llegar a Guanatos me estalló en la jeta. Y comenzó mi maldito calvario.
Y entonces comencé a maldecir como el abuelo Simpson. Por qué a mí, carajo. Por qué la vida me tuvo que premiar con la estúpida fiebre del heno. Hacía meses que la alergia no se manifestaba. Sin importar el cambio de estación, no me había molestado. Y ahora con la llegada del otoño se presentó como esa ex a la que creíste que jamás volverías a ver. Qué broma tan macabra me juega el calendario. Por qué justo el día que tocaban los BJM.
Dirán, este cuate ah, cómo se queja de su alergia, pero por qué no se toma la jodida pastilla. La razón es simple. Tomármela tampoco es garantía de nada. Ya no me hace efecto. El asunto con la alergia es que llego a un punto en que no puedo jalar aire. Entonces la cantidad de oxígeno que sube a mi cerebro es casi nula. Es como tener la cabeza sumergida en el agua. Y la reacción de mi mente es tratar de evadirme de esa sensación.
Y comienzo una lucha por mantenerme en la realidad.
Desde el primer trago de whisky supe que no sería una buena jornada. No me había tomado más de cuatro cuando llegué al concierto. Cuando salió la banda me emocioné horrores. Pero a mitad del concierto la falta de oxígeno me empujó a sentarme en un banquito entre el público, y mi cerebro se desconectó. Me quedé out media hora. Después volví en mí para ver el final. Tantos meses de espera, tanto planearlo, tantas horas de viaje para terminar como un invertebrado postrado en el fondo del mar.
BJM 1 - La Bestia 0.
EL ARTE DE COLARSE SIN PAGAR (QUERÉTARO).
La suerte, cuando me juega chueco, luego me recompensa. Algo dentro de mí me dijo que no me arrancara mi pulsera de acreditado del concierto de Guadalajara. Y como con el baño no se me cayó, llegué a la Cervecería Hércules con ella en mi muñeca.
Y lo mejor, el cambio de ciudad operó algo en mi organismo porque la alergia bajó de intensidad. Entonces recobré mi forma humana y pude concentrarme en mi misión: conseguirle una dedicatoria a mi compa Roger, quien no había podido caer a Queretarrock. Cargaba desde Towers con el libro de Joel Gion, In the jingle jangle jungle. La cosa no podía estar más planchada. Una amiga reservó una habitación en el mismo hotel donde se hospedaba la banda y me invitó a echar el whisky en la cervecería antes del concierto.
Ni cómo negarlo. Yo era otro. Comencé a echar trago y mi cabeza no me tendió ninguna trampa. Pero de pronto me vi inmerso en una danza. La adrenalina de no poder despegarme del partido entre Dodgers y Blue Jays estaba poniendo en riesgo mi cometido. Pero por fortuna, en una de las ocasiones en que me asomé al bar del hotel, vi a Joel, con su barba de licántropo y su boina de trabajador de los muelles, sentado en la barra chupándose un drink.
Me acerqué y le pedí que me firmara el libro de Roger y uno para mí y aceptó sin pedos. En BJM no sólo Anton Newcombe tiene fama de mamón. Los demás miembros son bastante volubles. Sin embargo Joel se portó a toda madre y hasta nos sacamos fotos con él. Regresé al cuarto a ver el beis. Yo no tenía boleto. Pero cuando me acerqué a comprarlo me percaté de que el color de las pulseras era morado. El mismo que traía yo en la muñeca y pasé sin que nadie me dijera nada.
Lo que alcancé a escuchar del show de Guadalajara me había parecido algo aguado. Pero aquí la banda salió con otro temperamento. Aquello fue como un ensayo. Y acá fue el show a su máxima potencia. Y me lo chuté gratis. Y sin cabecear. Gracias dioses del karma.
BJM 1-La bestia 1.
MASACRE PERO LA PELEA, EL IMPROVISADO Y EL FINAL ABRUPTO (CIUDAD DE MÉXICO).
La buena vibra de Querétaro se desvaneció en algún momento. Porque antes de subir al escenario del Indie Rocks los BJM, como es tradición, se pelearon. Eso explica que la banda haya salido tarde. Lo cual fue una bendición para mí, que me vi atrapado en el tráfico y pensé que llegaría cuando el show hubiera ya comenzado.
Minutos antes vi a Roger para entregarle el libro y tomarnos una chelas. Nuestra expectativa era alta. Y pese a todo lo que ocurrió, los BJM no decepcionaron. La banda sonó contundente en el Indie. Y bien sonorizada. Con momentos álgidos de neopsicodelia emplastada por el sonido de las guitarras una encima de otra. Pero como la armonía no es el sello de la casa, Anton comenzó a retrasar el concierto con su socorrida grumpynes. Es una película que todos los fans de la banda ya hemos visto en cualquier combolunes de Cinépolis. Y pues si nos habituamos a ella es por la música, no por masoquistas o padres pasalones.
Qué bonito cuando la alergia te permite disfrutar de la vida. Cuando, aunque no desaparezca, remite para incluso darte el regalo de poder beber un par de saques a la Djokovic. Aunque dos días después tengas que pagar intereses más elevados que los que cobra el Banco Azteca. Pero mientras tanto estás entre la multitud viendo a los BJM con tu playera de gracias drogas, inspiración del propio Anton, y nada es capaz de arruinar el momento.
Y cuando creía que era idílico el instante, mientras los BJM interpretaban su última rola, “Super-Sonic”, un pendejo bien pedo se subió al escenario para tomar un micrófono y gritar viva México. Semejante estupidez encendió todavía más a la banda. El bajista comenzó a empujar al borracho y el guitarrista Rik Mayall abandonó al escenario dejando a los otros tocando solos. Ante el zafarrancho el resto tuvo que acabar en coitus interruptus.
La regla no se rompió: los conciertos de BJM nunca son indiferentes.
¿Ven por qué no puedo llevar una existencia normal?
BJM 1-La Bestia 1. Empate.


