BURLA CARCELARIA
UN DÍA, EL ESPLENDOR fulgurante de un sol de invierno me llevó instintivamente a abrir la ventana. En el preciso instante de hacerlo, una voz de mujer casi adolescente atravesó la transparencia del aire; transmitía una orden que ella descompuso textualmente así: “Ya, dicen que vengan las que llegaron hoy por hurto, robo, asesinato y otras cosiacas. Las curás que se queden”.
Sonreír fue inevitable. (¡Ah, yo no os conocía en mí, sonrisas temblorosas, muertas antes de nacer!) Y fue inevitable también recordar que allá en el mundo de fuera, se hacen bromas y chanzas sobre aquellos mismos delitos, pero con una noción de ellos ajena, irreal; acá se practica también la burla, más ruda, brutal, que cae sobre hechos ciertos, espantables en su impávida veracidad.
María Carolina Geel, Cárcel de mujeres, Periférica, 2023.
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FÍSICA Y REALIDAD
LA CIENCIA NO ES SÓLO una colección de leyes, un catálogo de hechos sin mutua relación. Es una creación del espíritu humano con sus ideas y conceptos libremente inventados [...]. El sentir psicológico, subjetivo, del tiempo, nos permite ordenar nuestras impresiones, establecer que un suceso precede a otro. Pero relacionar todo instante del tiempo con un número, por el empleo de un reloj, considerar el tiempo como un continuo unidimensional, ya es una invención. También lo son los conceptos de la geometría euclidiana y no-euclidiana y de nuestro espacio comprendido como un continuo tridimensional […].
Con la ayuda de las teorías físicas tratamos de encontrar nuestro camino por el laberinto de los hechos observados; ordenar y entender el mundo de nuestras sensaciones. Desearíamos que los hechos observados resultaran consecuencia lógica de nuestro concepto de la realidad. Sin la creencia de que es posible asir la realidad con nuestras construcciones teóricas, sin la creencia en la armonía interior de nuestro mundo, no podría existir la ciencia. Esta creencia es, y será siempre, el motivo fundamental de toda creación científica. A través de todos nuestros esfuerzos, en cada una de las dramáticas luchas entre las concepciones viejas y nuevas, se reconoce el eterno anhelo de comprender, la creencia siempre firme en la armonía del mundo, creencia continuamente fortalecida por el encuentro de obstáculos siempre crecientes hacia su compresión.
Albert Einstein y Leopold Infeld, La física. Aventura del pensamiento, trad. Rafael Grinfeld, Losada, 1939.
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TRES COCINEROS
HAY TRES COCINEROS en un hotel; el primero llama al segundo y le dice: “Atiéndeme ese huevo frito; debe ser así: no muy pasado, regular sal, sin vinagre”; pero a este segundo viene su mujer a decir que le han robado la cartera, por lo que se dirige al tercero: “Por favor, atiéndeme este huevo frito que me encargó Nicolás y debe ser así y así” y parte a ver cómo le habían robado a su mujer.
Como el primer cocinero no llega, el huevo está hecho y no se sabe a quién servirlo; se le encarga entonces al mensajero llevarlo al mozo que lo pidió, previa averiguación del caso; pero el mozo no aparece y el huevo en tanto se enfría y marchita. Después de molestar con preguntas a todos los clientes del hotel da con el que había pedido el huevo frito. El cliente mira detenidamente, saborea, compara con sus recuerdos y dice que en su vida ha comido un huevo frito más delicioso, más perfectamente hecho.
Como el gran jefe de fiscalización de los procedimientos culinarios llega a saber todo lo que había pasado y conoce los encomios, resuelve: cambiar el nombre del hotel (pues el cliente se había retirado haciéndole gran propaganda) llamándolo Hotel de los 3 Cocineros y 1 Huevo Frito, y estatuye en las reglas culinarias que todo huevo frito debe ser en una tercera parte trabajado por un diferente cocinero.
Macedonio Fernández, “Tres cocineros y un huevo frito” en Eduardo Berti (comp.), Vidas de hotel, Adriana Hidalgo editora, 2017.
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LA MUERTE DE VOLTAIRE
ESE MISMO DÍA, el 10 de mayo [de 1778] Théodore Tronchin [el médico de Voltaire] le escribió a su primo François que Voltaire se estaba muriendo, y su carta transmite con elocuencia la profunda aversión y el desprecio que sentía por su paciente: “Ahora que Voltaire se acerca a su fin, la gente está empezando a hablar, a evaluar todo el daño que le ha causado a la sociedad, que incluso aquellos que no son infinitamente severos están comparando con las guerras, las pestes y las hambrunas que desde hace varios miles de años han asolado la tierra”. […]
Pese al acuerdo ya negociado para mantener las apariencias, Faydit de Tersac y el abad Gaultier hicieron otro intento de sacarle una declaración de fe a Voltaire. El sábado 30 de mayo de 1778 fueron llevados a su lecho de muerte. Dicen que cuando Faydit de Tersac le preguntó explícitamente si creía en la divinidad de Jesucristo, éste le respondió:
“En nombre de Dios, señor, ya no me hable más de ese hombre y déjeme morir en paz”.
Ian Davidson, Voltaire. Una vida, trad. Juan Elías Tovar, Ariel, 2023.
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EL PRIMER TEATRO
DESDE NIÑO, GARCÍA LORCA mostró un gusto y una sensibilidad especiales para la “representación”, jugar “a decir misas”, hacer altares, construir teatritos y declamar lo que había oído contar en boca de otros o le dictaba su imaginación creadora. Con facilidad aprendía de memoria romances y canciones populares, versos dramáticos o alegres, que gustaba recitar o cantar con cuidadas condiciones de buen rapsoda. Tenía sólo siete u ocho años cuando construyó su primer teatro de marionetas, ayudado por una niña amiga de la casa, Carmen Ramos. Esta y su madre, los hermanos de Federico, sus primos y primas, las criadas de la casa y unos amigos del pueblo, fueron el primer auditorio y colaboradores entusiastas del futuro gran autor teatral.
Veladas musicales, sesiones de guitarra y canto, que se celebran en el seno familiar, son una fiesta grande para Federico, hasta tal extremo se embriagan sus sentidos, y sobre todo el del oído, tan vivo en él.
Apasionado por los libros, pasa largas horas en el despacho de su abuelo leyendo el Quijote, Lope, Calderón, Tirso, Zorrilla, Víctor Hugo, Salvador Rueda, Rubén Darío y cuanto le viene en mano.
E.P., “Introducción” en Federico García Lorca, Poesía-Teatro. Artículos, Círculo de Lectores, 1969.
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FIGURAS DE FUERZA
EN LAS FIGURAS denominadas nkondi, procedentes de la región del Congo, se puede apreciar el cambio obrado en la valoración de objetos africanos en el mundo occidental. Durante mucho tiempo los europeos las consideraron “Obras del diablo” supersticiosas de materiales sin valor y las denominaron con un término en definitiva peyorativo, “fetiche” (derivado del portugués feitiço = mamarracho); debido a su expresividad ahora se consideran como parte de las obras más importantes del Arte Africano.
Al igual que los minkisi, las figuras de fuerza en general, también los nkondi están considerados como portadores de poderosos seres del más allá. En la mayoría de los casos se trata de antepasados que, después de un cierto tiempo en el mundo de los muertos, se decidieron volver a tratar con sus familiares del mundo de los vivos.
Las fuerzas inherentes a la figura se activan y controlan con clavos, tornillos y otras piezas de hierro que se introducen en ella.
Los retazos de ropa en los clavos indican por qué y contra o para quién se activan las fuerzas.
Stefan Eisenhofer, Arte africano, Norbert Wolf (editor), trad. José García, Taschen, 2010.


