Muere el dictador Francisco Franco

La escritora Anamari Gomís parte de la revisión del libro Franco de Paul Preston, para reconstruir algunos momentos culminantes de la vida del dictador Francisco Franco, que ejerció en España un gobierno represivo durante treinta y seis años. Incluso en sus últimos momentos, moribundo, el generalísimo firmaba sentencias de muerte a garrote vil. Su muerte en 1975 marcó el inicio de la transición democrática española.

Fuerzas leales a la República posicionadas en el frente de Aragón (12 de septiembre de 1936).
Fuerzas leales a la República posicionadas en el frente de Aragón (12 de septiembre de 1936). Foto: Alec Wainman

El historiador británico Paul Preston, ha escrito libros sobre la historia contemporánea de España, adentrándose en la Segunda República y en la Guerra Civil. Una de sus obras, la extraordinaria y precisa biografía de Francisco Franco revela la vida del dictador, desde su juventud hasta sus últimos días en el planeta. El dictador español que sometió a los españoles por casi cuarenta años, los ahogó bajo su gobierno, con la presencia constante de la Iglesia católica, encumbró al machismo (las mujeres no podían siquiera abrir una cuenta de banco a su nombre), al conservadurismo más rancio y al retroceso, después de la bocanada de modernidad que había significado la Segunda República. Francisco Franco, caudillo de España “por la gracia de Dios”, un militar duro, sangriento, ambicioso, era admirador y aliado de Benito Mussolini y de Adolfo Hitler.

El libro de Preston se titula Franco, consta de casi ochocientas páginas, gran cantidad de notas y una muy extensa bibliografía. El volumen fue publicado en español por Debate y en 2022 hubo una edición corregida y aumentada por el autor. Yo tengo la edición de 1994 de Harper Collins, subrayada de pe a pa. Mucho de lo que escribo aquí proviene de ese libro.

FRANCISCO FRANCO DETESTABA con toda su alma a la masonería y a las izquierdas. El suyo era un aborrecimiento casi físico. Curiosamente, su padre era liberal, se inclinaba por el socialismo y admiraba la masonería. El padre de Franco, Nicolás Franco Salgado-Araújo, que llegó a ser Intendente General de la Marina en el Ferrol, un rango equivalente a brigadier general, contrajo nupcias con María del Pilar Bahamonde y Pardo de Andrade, una mujer sumamente religiosa y conservadora. Ese matrimonio, con cinco hijos, resultó un desastre. Nicolás Franco era mujeriego y agresivo. Finalmente la pareja se separó. Francisco nunca pudo obtener la aprobación de su padre, así que creció muy vinculado a su madre. Rechazó siempre, de manera implacable, los defectos de su progenitor: inclinación a la bebida, a las mujeres y al juego. Los estrechos lazos que mantuvo con su madre lo hicieron amable de trato cuando le convenía y probablemente provocaron su voz meliflua y su propensión a llorar. Según documenta el biógrafo Preston, en los discursos de Franco siempre había un tono de resentimiento que lo arrojaba hacia la manía por la grandeza. Escogió la carrera militar, no la Marina.

Franco, en 1936, dio un golpe de Estado contra el gobierno democrático de la Segunda República y con esto desató la Guerra Civil española. Se erigió, con la ayuda de otros militares, en el jefe supremo de los sublevados y el 1 de octubre de 1936 fue glorificado como caudillo por sus huestes. Se mantuvo en el poder desde el término del conflicto hasta que murió, el 20 de noviembre de 1975.

Hombre despiadado, mandó fusilar a mucha gente e hizo utilizar, no pocas veces, un método brutal para matar: el garrote vil, una especie de collar de hierro atravesado por un tornillo que, al girar, fracturaba las vértebras cervicales de la víctima, lo que causaba casi todas las veces una muerte instantánea. Esta máquina de tortura se utilizó en España desde 1820 hasta la abolición de la pena de muerte en 1978 en ese país, y los últimos ejecutados con garrote vil fueron Salvador Puig Antich, joven activista antifascista, y Heinz Chez, un muchacho alemán que mató en España a un guardia civil.

El largo régimen de Francisco Franco Bahamonde construyó una cultura autoritaria, permeada por un duro control ideológico y represivo. Se logró, por la fuerza, la conformidad en España. Entre otras cosas, Franco reprimió las lenguas y las identidades regionales.

EL LARGO RÉGIMEN DE FRANCISCO FRANCO BAHAMONDE CONSTRUYÓ UNA CULTURA AUTORITARIA, PERMEADA POR UN DURO CONTROL IDEOLÓGICO Y REPRESIVO. SE LOGRÓ, POR LA FUERZA, LA CONFORMIDAD EN ESPAÑA

El generalísimo, quizá por su corta estatura, era de un temperamento acomplejado y sanguinario. En la Guerra de Marruecos, también conocida como la Guerra del Rif por parte de España, un conflicto colonial que marcó a la península en los años veinte del siglo pasado y también a Francia, que se diputaba una zona muy extensa de África, Franco demostró su vileza contra los moros. La decapitación de prisioneros y la exhibición de sus cabezas como trofeos era algo común. Paul Preston narra que la duquesa de la Victoria, una filántropa que organizó a un grupo de enfermeras, recibió, en 1922, como agradecimiento, un cesto de rosas con las cabezas de dos moros. En su Diario de una bandera, Franco “adopta un tono de benevolente paternalismo acerca de los salvajes comportamientos de sus soldados. Durante la Guerra Civil en España, condonaba los asesinatos a los prisioneros y las mutilaciones de las que eran objeto”. 1

El Palacio del Pardo, construido en el siglo XVI, fue residencia de Francisco Franco de 1939 a 1975.
El Palacio del Pardo, construido en el siglo XVI, fue residencia de Francisco Franco de 1939 a 1975. ı Foto: Choniron / Creative Commons

LA PÉRDIDA DE LAS ÚLTIMAS COLONIAS (Cuba, Puerto Rico, Filipinas) en 1898 avergonzaba a España, así que apropiarse de una superficie de Marruecos era una oportunidad para recuperar el prestigio. Y, ante todo en la vida, Francisco Franco deseaba ganarse parte del crédito. En 1926 lo ascendieron a general a los 34 años de edad, por su destacada y frenética labor en África. Tres años antes había contraído matrimonio con María del Carmen Polo y Martínez Valdés, joven asturiana que representó el ideal de la mujer española durante el franquismo: católica y sumisa. Sin embargo, fue muy influyente en los círculos sociales y religiosos del franquismo. Se sabe que controlaba el acceso de la gente cercana al dictador.

En 1936, un grupo de militares, entre los que destacaba Franco, se sublevó contra la República. El enfrentamiento resultó por demás sangriento. Los republicanos, y sus varios grupos políticos, pelearon con garra, pero Franco, que asumió el bando nacionalista, apoyado por Hitler y Mussolini, obtuvo el triunfo. En España se practicaron bombardeos masivos por aire dirigidos por Alemania e Italia. Muchos republicanos salieron al exilio, muchos otros se quedaron a sufrir en las cárceles españolas, de donde ya no salieron, y los menos fueron escondidos por sus familiares. Aquella se convirtió en una larga época de miedo y ajusticiamientos.

MUCHOS REPUBLICANOS SALIERON AL EXILIO, MUCHOS OTROS SE QUEDARON A SUFRIR EN LAS CÁRCELES ESPAÑOLAS, DE DONDE YA NO SALIERON, Y LOS MENOS FUERON ESCONDIDOS POR SUS FAMILIARES

EN LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL, Franco se mantuvo neutral, pero era evidente su simpatía por las potencias del Eje (compuesto principalmente por Alemania, Italia y Japón).

Como Caudillo de España “por la gracia de Dios”, los pilares de la educación y de la moral pública fueron el anticomunismo y el catolicismo a ultranza. Franco se comparaba con el Cid Campeador, con Carlos V, con Felipe II y con Napoleón. Desde luego, su ego era más grande, mucho más que su baja estatura y, además, era el generalísimo.

Durante su dilatada dictadura, el arte, la literatura y el cine se mantuvieron paralizados ante los tentáculos del franquismo. Como había ocurrido en la Contrarreforma, España se aisló del mundo y buscó la autosuficiencia económica, lo que aumentó la pobreza y causó un enorme estancamiento cultural.

Solamente existía un partido político: la Falange Española Tradicionalista y, por otra parte, las JONS, Juntas de Ofensiva Nacional-Sindicalista, de extrema derecha, divididas en pequeños grupos que se unieron al franquismo puro y duro en 1937, en plena guerra civil, por orden de Francisco Franco.

Cuando terminó la segunda Guerra Mundial, el régimen franquista se distanció del fascismo y se manifestó como un bastión anticomunista, lo cual le sirvió de mucho bajo la Guerra Fría. El fascismo ya no era bien visto en ningún sitio, pero la URSS y Estados Unidos determinaban las posiciones ideológicas de muchas personas. “Comunismo no, Cristianismo sí” se decía con frecuencia en México a finales de los años cincuenta y principios de los sesenta.

En 1953, España establece un Concordato con el Vaticano y un trato con Estados Unidos, quien prestó ayuda económica a la península ibérica, mientras Franco permitía a cambio establecer bases militares estadunidenses en España. En 1955, España ingresa a la ONU. Cuatro años más tarde, Franco abandona su celosa autarquía y se abre a la economía, al turismo y a la inversión extranjera.

ENTRE 1969 Y 1975 VARIOS ASUNTOS cimbraron a Francisco Franco. Primero que nada, su evidente deterioro físico y político, éste último debido a problemas internos, a atentados y a una notoria crisis económica. En 1969, nombró como su sucesor a Juan Carlos de Borbón. Estaba seguro que el franquismo continuaría bajo una monarquía autoritaria. En los años setenta hubo huelgas obreras, manifestaciones estudiantiles, el grupo terrorista ETA cobraba fuerza y vidas, mientras Franco se encontraba viejo y aislado y fue entonces que le confió el gobierno a Luis Carrero Blanco. Era su hombre de más confianza. En esos tiempos el dictador solía desaparecer de la escena para dedicarse a la caza. Su gabinete se preocupaba por lo demás. Las actividades terroristas terminaron con el mito del régimen invulnerable. En septiembre de 1970, mientras Franco presidía un campeonato de jai alai, un miembro del Partido Nacionalista Vasco se prendió fuego y saltó hasta donde se encontraba el dictador gritando: “Gora Euskadi Askatasuna” (“Viva siempre Euskadi libre”.) Se lo llevaron grave, mientras Franco, imperturbable, continuó mirando el juego.

El 20 de diciembre de 1973, ETA acabó con la vida de Carrero Blanco en pleno Madrid. Hizo volar su automóvil en cuanto se puso en marcha. Ese fue un duro golpe para Franco, aquejado de Parkinson. Lloró mucho la muerte de su jefe de gobierno.

A pesar de su evidente cansancio, el temblor de manos y muchas veces, de estar como ausente debido a los medicamentos para su enfermedad, Franco retomó las riendas y nombro a Carlos Arias Navarro nuevo jefe de gobierno. Franco siguió siendo jefe de Estado. Sin embargo, nada era como antes. Incluso desconfiaba de Juan Carlos. Todavía en mal estado, habló en octubre de 1975 para los españoles desde el Palacio El Pardo, empequeñecido, tembeleque, con un hilo de voz y la respiración entrecortada.

En agosto de 1975 se impuso una ley antiterrorista que terminó con una serie de juicios, mismos que desembocaron en varias penas de muerte. No pocos jefes de Estado retiraron a sus embajadores en España como respuesta. En las Naciones Unidas, el presidente Luis Echeverría solicitó la expulsión de España de la Organización Internacional. El mismo papa Pablo VI llamó a la clemencia del gobierno español. Franco no hizo caso de nadie y las sentencias de muerte se cumplieron. Cerraba con violencia y dureza su dictadura. Poco después cayó enfermo. Tuvo varios ataques al corazón y graves problemas intestinales. Los médicos realizaron una cirugía de emergencia en una sala de enfermería del Palacio de El Pardo. Días después lo transfirieron a un hospital, donde tuvieron que intervenirlo de nuevo por hemorragias en el intestino. En sus pocos momentos de lucidez durante esos días decía: “qué difícil es morir”. Finalmente exhaló su último aliento, cuando su hija única, Nenuca, pidió que lo desconectaran de las máquinas que lo mantenían difícilmente vivo. 5:25 a.m., en el hospital La Paz de Madrid.

Dos días después, el 22 de noviembre, Juan Carlos I fue proclamado rey de España. En su juramento prometió fidelidad a las Leyes Fundamentales del Reino y a los principios del Movimiento Nacional (franquismo), pero dejó entrever su intención de llevar a España hacia la democracia: “La monarquía será fiel a las tradiciones de nuestro pueblo y a las transformaciones que los españoles demandan”. Mantuvo a Arias Navarro como presidente de gobierno y en 1976 lo sustituyó por Adolfo Suárez. Poco a poco desmanteló el franquismo desde dentro del corazón fascista e inició la transición hacia la Democracia.

1 Paul Preston, Franco, Harper Collins, 1993, p. 19.