EL CORRIDO DEL ETERNO RETORNO

Obsesión por Neil Young

Obsesión por Neil Young
Obsesión por Neil Young Foto: AP

“Mejor arder que apagarse lentamente”, clamó Neil Young en la canción “My My, Hey Hey (Out Of The Blue)”. Menos mal que no experimentó en carne propia esta demoledora filosofía (que no le impidió comprender a fondo el espíritu inflamable del rock). Gracias a su cualidad de incombustible, Neil acaba de cumplir ocho décadas de eludir toda clase de peligros asociados a su profesión.

No es un caballo negro en la competencia de la música, sino más bien un dromedario oscuro, como el de la rola “Dark Mirage” de su último disco. Talking to the Trees (2025) es un trabajo que muestra a Young en su lucha por no apagarse, ni siquiera lentamente. Si existe una fórmula para mantener el motor en marcha, nos enseña su ejemplo, es la creación. Neil ha estado demasiado ocupado grabando canciones para atender al canto de sirena de la parca. Que vaya si le ha tocado la puerta en varias ocasiones.

De niño, padeció polio. Y durante toda su carrera ha tenido que lidiar con la epilepsia. Pero este 2025 también se cumplieron veinte años de que sufriera un aneurisma. Del que se recuperó por completo. En esas dos décadas, lejos de tomarse las cosas con calma, Neil ha intensificado su trabajo. Además de grabar música nueva, ha desempolvado un número importante de conciertos inéditos, protagonizado un par de películas, publicado dos libros y alimentado sin descanso su proyecto como archivista de su propia música, el titánico Neil Young Archives, que ya va en su tercer volumen.

HOLA, MR. SOUL

Mi obsesión con Neil Young comenzó desde muy temprano. En mi juventud tuve algunos maestros. Rockeros de la vieja escuela que me enseñaron mucha música. Pero puedo presumir que a Neil Young lo descubrí yo mismo.

En 1990 Ragged Glory me destapó los oídos. En alguna de las tantas revistas que pasaban por mis manos había leído que el movimiento grunge se había inspirado en parte en Neil Young, tanto en el gusto por vestir como leñadores con las camisas de franela a cuadros, como en el uso y abuso de la distorsión.

Me compré el caset e hice clic a la primera orejeada. Fue un momento tan seminal en mi vida que todavía hoy continua siendo mi disco favorito de Young. Dos años después la canción “Harvest Moon”, del álbum del mismo nombre, reventó la MTV con su video campirano. El sonido era distinto a Ragged Glory, fue entonces que descubrí que había dos Neil Young. Así que comencé una labor arqueológica. Me lancé en viaje al pasado, a escarbar hasta los orígenes del guitarrista. Alguna vez había escuchado Harvest, para entonces ya considerado un clásico, pero no lo suficiente, porque la raza con la que me juntaba en esos años, todos mayores que yo, no eran tan afectos a Neil. Entonces me había pasado de noche. Nadie me había instruido en su importancia.

Me enteré de que había existido Buffalo Springsteen. De cuyas filas surgió. Y que también había formado parte de Crosby, Stills, Nash & Young. Y cuando llegué a su carrera en solitario, las joyas comenzaron a brotar: After the Gold Rush, On the Beach, Zuma, Rust Never Sleeps. Pero eso fue todo un proceso. Que viví a la par conforme me sumergía en el Young de los noventa. Una época a la que le tengo especial cariño porque la viví en tiempo real. Y desde entonces no he dejado de acompañar cada uno de sus pasos.

NEIL GRUNGE & NOISE

La popularidad del grunge situó a Young como una figura sacerdotal para la nueva generación de músicos. Quienes reconocieron la deuda que sentían con el canadiense. Neil, en lugar de renegar de su recién adquirida corona, decidió aportar al nuevo estilo el sonido que el había ayudado a modelar. Y en un par de años sacó Sleep with Angels y Mirror Ball, este último junto a Pearl Jam. El plan era que el disco lo firmaran ambas partes. Un mano a mano entre el pasado y el presente. Pero por razones contractuales de las disqueras el álbum fue signado sólo por Neil. Con Pearl Jam como banda de acompañamiento. Y con Eddie Vedder en los coros.

Neil no ha tenido décadas malas, a excepción de una etapa de los años ochenta, donde parecía haber perdido el rumbo. A partir de su irrupción como figura de la música alternativa en los noventas, se dedicó a explorar con la misma intensidad sus dos vertientes: la acústica y la eléctrica. Sin temor alguno a perder seguidores. En los dosmiles entregó buenos discos, entre los que destaca Are You Passionate?, con ese himno de más de ocho minutos que es “Goin’ Home”.

Pero el siguiente gran golpazo, a la altura de lo mejor de su producción, lo daría con Le Noise en 2010. Neil siempre había sido un héroe de la guitarra. Pero jamás se subió al tren de los guitarristas que sacaban discos sólo para exhibir su virtuosismo. Sin embargo, cuando ya había pasado esa moda, respaldado por el productor Daniel Lanois, se encerró en una mansión vacía y capturó con su lira una rola distinta en cada una de las habitaciones.

El resultado: uno de sus discos más poderosos. Que lo volvió a poner en la primera fila de los grandes.

ANTES + DESPUÉS

Neil Young es proclive al revisionismo. De su propia obra, claro. El hecho de hacer nueva música no lo cura de la tentación de revisitar su material antiguo. En 2023 lanzó el disco Before + After, una preciosa gema acústica en el que regraba algunas de sus canciones más queridas.

Que no son precisamente aquellas que más le gustan a los fans.

No importa qué tan contemplativo se ponga, jamás le baja de volumen a su desmadre. Ahí está “big change”, de su más reciente disco, Talkin to the trees, “Break the Chain” de World Record (2022) o “Welcome back” de Barn (2021).

Ya sea con Crazy Horse, su banda de escuderos con los que ha creado los muros de sonido más altos del rock, con los Chrome Hearts o con los jovencísimos Promise of the Real, Neil jamás ha sido un músico conformista. Continúa con hambre. El apetito de seguir creando. De explorar. De ningún modo se ha estancado y una escucha con atención nos descubre las sutilezas, las ondulaciones y las variaciones de su trabajo en las últimas dos décadas. Si esto es relevante para las 40 principales, no importa. Es fundamental para todos aquellos que lo hemos seguido todas estas décadas y corremos a escuchar sus nuevos discos, inéditos, de regrabaciones o conciertos de antaño. Todos aquellos que hemos atestiguado como Neil Young a pesar de sus ochenta años se niega a apagarse, ni siquiera lentamente.