Dick o la tristeza del sexo

El periodista y novelista catalán Kiko Amat, colabora en diversos medios de comunicación como El País y El Periódico. Su última novela, Dick o la tristeza del sexo, con grandes dosis de humor negro, explora la confusión, la soledad y la culpabilidad de la adolescencia con su característico estilo cáustico y sin concesiones, pasando “de la erudición a la erección, y de la erección a la desolación”. J. M. Servín reseña el libro que se presenta este sábado 6 de diciembre en la FIL de Guadalajara a las 20:00 hrs

Dick o la tristeza del sexo
Dick o la tristeza del sexo Foto: Especial

La vida del adolescente Franki Prats, atrapado en sus descabelladas fantasías sexuales masturbatorias. De eso trata la más reciente obra de Kiko Amat (Barcelona, 1971), publicada por Anagrama este año; una ardiente novela de iniciación que pone al día el género. Kiko Amat suma con éste, doce títulos entre ficción y periodismo narrativo, que como sello distintivo, está repleto de referencias eruditas en cultura pop underground, sobre todo anglosajona.

Con un tono mordaz, los delirios sexuales del protagonista van clasificados con la ayuda del Tratado de psicopatología del doctor Viktor Scholtz-Klink, quien en la realidad fue el alemán Richard von Krafft-Ebing, un pionero de la sexología y de la medicina forense.

LEJOS DE ESCANDALIZAR, Dick y la tristeza del sexo deslumbra por su poder descriptivo. Está ubicada en los años ochenta del siglo XX. En ella se reflejan las filias y conflictos adolescentes hasta el día de hoy. Franki Prats, solapado por un amigo íntimo, desboca su compulsión onanista con parientes cercanos, su madre y hasta un perro mascota de la familia. Franki pertenece a una especie de logia de pornógrafos fracasados en el acto real de la seducción.

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Se infiltran las tesis de Sigmund Freud sobre la libido. El psicoanalista austriaco estaba convencido de que la sexualidad humana, en su esencia, está perturbada: “la pulsión sexual no es simple, sino que está integrada por componentes que se separan de nuevo en las perversiones… La disposición a las perversiones es una forma general y fundamental, de la pulsión sexual humana” (Tres ensayos de la teoría sexual, 1905).

El precursor de Von Krafft-Ebing sostenía que puede ser que a una persona de cualquier género no le interese la función reproductiva y concentre su atención en las infinitas variantes de la práctica sexual consideradas como “perversiones”, férreamente reprimidas a través de la vergüenza y la culpa impuestas por la religión y la higiene moral social. Como se puede comprobar fácilmente, en la novela abundan referencias de ambos cinturones de castidad.

Se podría decir que Franki expresa el vacío espiritual que casi un siglo atrás diagnosticaron los prusianos. Dick o la tristeza del sexo puede incomodar por la crudeza mordaz de su inmersión explícita, sobre las elucubraciones pornográficas de un adolescente sin talento. Franki representa a una época machista y retrógrada, en la que España apenas comienza a liberarse de la dictadura senil impuesta por Franco durante décadas. La legendaria “Movida” cultural madrileña aún no sacude la periferia barcelonesa donde reside el protagonista. Por lo pronto, Franki tiene su propia movida genital viajando en un túnel del tiempo hacia el pasado bajo la guía de su íntimo amigo imaginario, Dick Loveman, nombre en caló inglés ancestral que alude a “pito”, y el apellido a su habilidad como fornicador.

FRANKI ES UN SOLITARIO AGÜITADO de la misma calaña de los protagonistas de novelas de iniciación de culto como El diario de un seductor de Kierkegaard, Las cuitas del joven Werther de Goethe, Martin Eden de Jack London, o El guardián en el centeno de Salinger. Pero el antihéroe de Amat actúa como un Renton, el de Trainspotting. Sus fantasías pornográficas desternillantes reflejan una adolescencia llena de tabúes sexuales. Dick Loveman sólo existe en la mente del católico Franki, a quien en la vida real lo aconseja su mejor amigo Bruno Berniola, alias el “sexperto”, igual de pelmazo. Franki fracasa y termina desahogándose con el perro mascota de la familia. Su priapismo evade los traumas del pasado y presente de su pueblo natal.

Esta bildungsroman es un desaforado golpe de timón a sus orígenes en Alemania a los inicios del siglo, robustecida después por las ideas de Schopenhauer, Nietzsche y el melancólico danés Kierkegaard; el espíritu de estos tres eternos adolescentes amargados, ha prendido la mecha de la rebeldía juvenil como actitud atemporal. Digamos que son los padres del existencialismo pop radical. Dick o la tristeza del sexo expresa la angustia del adolescente inadaptado que lleva a flor de piel la mugre y la furia que los Sex Pistols convirtieron en himno de su generación y posteriores. El azote total antes de almidonar con su esperma una revista porno o los interiores de sus pantalones. Franki es acicateado por sus hormonas en ebullición para enfrentar un mundo que sólo le ofrece descomposición moral, ética, económica y cultural.

DICK O LA TRISTEZA DEL SEXO EXPRESA LA ANGUSTIA DEL ADOLESCENTE INADAPTADO QUE LLEVA A FLOR DE PIEL LA MUGRE Y LA FURIA QUE LOS SEX PISTOLS CONVIRTIERON EN HIMNO DE SU GENERACIÓN

FRANKI VIVE EN RIESGO permanente de convertirse para siempre en un bueno para nada y ahogarse en sus fluidos corporales. En cierto modo es un protoincel. La mujer como objeto de deseo es un enigma insondable. Por eso nunca desfallece en su tour de force de onanismo y frustración. Franki es impotente en un sentido ontológico. Su compulsión consuela la tristeza de un jovenzuelo tragicómico sepultado entre revistas pornográficas y servilletas desechables tiesas de semen. Pedir aventón para escapar de su presente por lo menos le ofrece alejarse del tedio suburbano.

La sátira y la risa, como lo señala Bajtín, son blasfemas al desafiar tanto atrevimiento como en Dick o la tristeza del sexo. En las entrañas de esta novela iniciática, vibra un sentido del humor despiadado, a pesar del título. Kiko Amat consigue algo que parece imposible hoy en día: transmitir frescura narrativa a través de lo innombrable. Lejos de usar la ficción como panfleto, profundiza en las relaciones humanas de una sociedad que, bajo su aparente normalidad, condena al oscurantismo el placer sexual.

Dick o la tristeza del sexo
Dick o la tristeza del sexo ı Foto: Especial