Cuestionario k-punk del libro 9

Continuamos la serie en torno a los hábitos y las preferencias de lectores en el México actual. Cada
entrega ha dado cuenta de una diversidad —incluso generacional— que nos permite apreciar
y confirmar la permanencia de algunos títulos canónicos, así como los múltiples registros o campos
de interés, al margen de la crítica profesional. Resulta interesante, desde luego, constatar
que el goce personal de la lectura permanece vivo, más allá la esfera pública, contra viento y marea.

Cuestionario k-punk
Cuestionario k-punkFoto: Especial
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¿Cuántos libros puedes contar en tu biblioteca?

Honestamente nunca he dedicado uno de mis días a contar mis libros. Estoy segura de que me daría ansiedad sentir que tengo muy pocos o que tengo muchos sin leer. Así que respondo al cálculo. A ver: sé que los estantes de literatura mexicana son más extensos que los de teoría, y que los de literatura universal no han sido ordenados en años, por lo que los volúmenes se apilan uno encima del otro y se mezclan con literatura iberoamericana. Entre los estantes y las varias pilas que viven en otros muebles de la casa de mi madre, diré que tal vez poseo alrededor de doscientos veinte libros.

2. ¿Cuál es el título del último libro que compraste?

El último que compré fue Trece latas de atún, de Amandititita. Es un texto del 2015 que me había recomendado un amigo hace mucho tiempo: “Esa morra escribe bien cabrón”, me dijo. No lo dudé, pero no encontraba el libro por ningún lado. En la cuarentena, Amanda denunció algunos de los ataques misóginos, racistas y clasistas que ha sufrido durante años y volvió a levantar la voz junto con varios grupos discriminados. Como el activismo y el chisme me mueven, recordé que tenía ese libro pendiente y haciendo honor a la nueva mortalidad lo compré electrónico. Voy casi a la mitad y lo estoy disfrutando muchísimo. Me sorprendió leer sobre su amor a la soledad y todo lo que aprendió al decidir estar consigo misma. Me sorprendió clavarme en eso en medio de una crisis mundial en la que el aislamiento es mandatorio. Me sorprendió identificarme. Además, confirmo que escribe cabrón.

3. ¿Cuál es el último libro que leíste?

Entre los rotos, de Alaíde Ventura Medina. La novela ganó el premio Mauricio Achar el año pasado y aunque parece que los premios cada vez dicen menos sobre buenos libros, éste no fue injustificado. La historia empieza con una colección de fotografías que van disparando recuerdos y anécdotas familiares. Todo está roto en ese libro: las personas, los recuerdos, las relaciones, los sentimientos. Alaíde ahonda en las turbias y muy conocidas aguas de la familia disfuncional con la mamá sumisa, el padre abusivo y los hijos llenos de traumas, pero lo chido es que también aborda las consecuencias físicas y mentales que puede disparar la violencia intrafamiliar. Es una de esas historias que podemos escuchar si salimos a platicar con los vecinos, pero plasmada en fotografías, resignificaciones y figuras retóricas.

4. Menciona cinco libros que significan mucho para ti.

Los que anoto en esta lista no son mi top cinco de la vida, pero significan mucho para mí porque me dieron algo único: Farabeuf, de Salvador Elizondo. Es el único libro que me ha hecho sufrir. Por más que pusiera todo mi esfuerzo no sabía si de veras estaba entendiendo o no, tampoco sabía qué era lo que quería entender o si había algo para entender, era una cosa maravillosa y terrible. Recuerdo que a pesar del dolor de cabeza que me causaba no podía parar de leer, no podía dejar de regresar unas cuantas páginas cada vez que lo abría, y muchísimo menos podía dejarlo botado. Me acuerdo y me emociona porque no he vuelto a experimentar ese sentimiento con ningún otro libro.

Teoría King Kong, de Virginie Despentes. Fue mi primer lectura feminista lo cual, por supuesto, no es poco. Con este libro descubrí la furia feminista y aprecié cómo el lenguaje, que es mi herramienta estética favorita, acá era usado para expresar la rabia y la violencia con una crudeza más que necesaria. Este libro me recordó, también, que el enojo nos atraviesa a todas y que si tocan a una tocan a todas.

Cuentos de amor, de locura y de muerte, de Horacio Quiroga. Todo empezó cuando leí “El almohadón de plumas”, como a los once o doce años, y me saqué de onda horriblemente porque hasta ese momento sólo había leído cosas felices o con final feliz. Fue la primera vez que supe que el terror se podía plasmar en algo tan bello y perfecto como lo era la literatura para mí en ese entonces. No volví a leer a Quiroga hasta la preparatoria, cuando me eché el libro completo, y me volví a sorprender; esa vez entendí que yo leía, entre otras razones, para sentir cosas que de otra manera no sentiría.

Nadie me verá llorar, de Cristina Rivera Garza. Lo abrí y ya no pude dejarlo. Cristina es experta en memorias y una gran investigadora, lo cual es un buen combo para los libros que juntan historia, ficción y ciencia. Cuando leí este texto estaba muy interesada en la relación entre la medicina y la literatura, en cómo se habían tratado temas como la histeria o el spleen entre los cuentistas mexicanos del siglo XIX y en la literatura contemporánea. Fue un viaje por la locura, que me devoró desde adentro.

Las ciudades invisibles, de Italo Calvino. Esos relatos fueron los que me dieron las ganas de vivir en otro país. Conocer ciudades, pero conocerlas bien. Las metrópolis de Calvino son ficticias pero en mi mente todas debían tener una fuente de inspiración y yo quería inspirarme así, viendo otros lugares.

5. Nomina a cinco personas para responder a este cuestionario.

Nomino a mujeres: Aída Naxhielly Espíndola, Alaíde Ventura Medina, Yásnaya Aguilar, Liliana Colanzi y Alejandra Amatto.

DALIA CRISTERNA ROMÁN (Ciudad de México, 1994) estudió Lengua y Literaturas Hispánicas en la UNAM y posteriormente una maestría en Lingüística en el extranjero. Además de sus actividades académicas, ha publicado reseñas, reportajes y entrevistas en diversos medios.