La guitarra de Cobain

La canción #6

La guitarra de Cobain
La guitarra de CobainFuente: reuters.com
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La religión del perro negro está hecha de fetiches y con esta guitarra sus fieles se volaron la barda. Al igual que las míticas liras de Robert Johnson y Hank Williams, una tuneada por el diablo y la otra robada en una conspiración para dársela a Bob Dylan, la de Kurt Cobain acaba de pasar a la historia como la más cara del mundo. Su guitarra de palo se subastó en poco más de seis millones de dólares.

Es la Martin D-18E, una de las tres guitarras de madera que Cobain tocó en la grabación del disco y el video de Nirvana Unplugged In New York. En esa sesión de MTV usó una Harmony Stella, una Epiphone Texan con la calca Nixon Now, y la subastada: una electroacústica hecha a mano en 1959 en la compañía de Christian Frederik Martin, a quien se le atribuye la primera guitarra acústica hecha en Estados Unidos, en 1830. Cobain se la compró en 1993 a Lloyd Chiate de Voltage Guitars por cinco mil dólares. Después el Zurdo de Seattle la modificó y le puso unas pastillas eléctricas Bartolini para tocarla con la izquierda.

Acaba de pasar a la historia como la más cara del mundo… seis millones de dólares

Este disco acústico grabado en 1993 tiene talla de clásico, uno de los mejores que se hayan hecho en vivo y un favorito de Nirvana, por su musicalidad al desnudo y la intensidad presuicidio de Cobain. Los únicos cables eléctricos pelados haciendo corto eran los de su cabeza. Es como el ojo del huracán, ese punto azul, nítido y tranquilo en medio de la tormenta. Fue bellamente producido por Scott Litt y los acompañan el guitarrista Pat Smear de los Germs, los hermanos Kirkwood de los Meat Puppets y la cellista Lori Goldston. Es su disco más bluesero, tocan grandes canciones del grupo y algunos covers fuera de serie: “The Man Who Sold The World” de Bowie, “Jesus Doesn't Want Me For A Sunbeam” de los Vaselines y “Where Did You Sleep Last Night” de Leadbelly, también conocida como “The Pines” de Bill Monroe.

El comprador de la Martin y su estuche pimpeado con un volante de Poison Idea es el australiano Peter Freedman, un fan from hell de Nirvana y dueño de la compañía de micrófonos Røde, quien llevará la guitarra a una gira de exhibición y al final la pondrá en venta. El dinero que espera obtener lo donará para ayudar a los músicos, cantantes y artistas que han utilizado sus micrófonos, con quienes se siente en deuda en estos tiempos de pandemia. Una causa muy noble si consideramos que sin músicos no hay música y, como anunciaba Discos Torres, sin música no hay vida.