Habítame ya

Ojos del perro azul

Habítame ya.
Habítame ya.Cortesía de la autora
Por:

Llevo la melancolía en la boca. Es redonda, suave, elástica como el tiempo. No se deshace ni se acaba. Quisiera masticarla, morderla, descubrir lo que contiene, me ciega y sosiega los días y las noches. Se escurre por las comisuras de los labios, néctar de una flor alucinógena, disloca el espacio de ida y vuelta, distorsiona la visión, las ideas. Al besarte, con la lengua te transmito el sabor azul de la tristeza. Es agridulce, se impregna en las papilas tanto que a veces no le encuentro el gusto a nada.

La ternura está absorbida en la memoria de la piel, huele a campo, a duraznos o a la ropa de algodón recién lavada de mi madre. Se evapora fácilmente, me empeño en conservarla en cada poro de mi cuerpo. Se confunde con el aroma del deseo, viaja por la ruta que conduce a la locura.

En las manos sostengo el pasado y el futuro, el presente es inasible, agua de río estacional que fluye entre los dedos. Intento atrapar el bello instante, atarlo con abrazos y cadenas. Cargo la angustia en la espalda, es un costal lleno de apegos y rocas congeladas. Lastima los músculos y huesos, presiona las vértebras, los ligamentos se contraen. Voy dejando el peso de la soledad en el camino, me libero, miro hacia arriba, busco inútilmente el firmamento.

En el estómago anida la desesperación, con las vísceras y el hambre de existir para los otros y ser por fin reconocida.

Para algunos soy la peor de lo peor, para otros ni siquiera tengo nombre

EN LOS OÍDOS CUELGO como aretes los rumores escuchados sobre mí, filosas voces, agujas perforan el lóbulo del alma. Para algunos soy la peor de lo peor, para otros ni siquiera tengo nombre. Gélida como el ártico imposible, tan ardiente que he causado incendios forestales queriendo y sin querer. La que no se limita, calla o habla de más.

Una espía rusa ultrasádica, una súcubo vestida de cuero negro, con alas, colmillos y tridente. Tú dices que soy de otra especie, pero te aseguro que soy sensible, delicada, puedo amar.

Mis secretos están guardados en el pecho, arropados en las hojas prohibidas de mis diarios. Los pies soportan el peso de vivir, no me dejan volar más allá de mi estatura.

En el tercer ojo se entierran la seducción y los excesos, mis más fieles y efectivos mecanismos de defensa.

Soy una caja de pandora, llena de pasiones, demencias y esperanzas. En el corazón del corazón te llevo escrito para que me habites desde nunca y hasta siempre.

*** Un calvo saca otro calvo.