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Una vez más se impone el estilo de Lila Downs: la vocalista oaxaqueña acaba de obtener trofeo fonográfico en la categoría Mejor Álbum Folclórico en los Premios Grammy Latino 2015 por Balas y Chocolate (Sony Music, 2015).
Desde los años 80, la voz de Lila Downs representa una apuesta de reivindicación de la raíces melódicas/rítmicas indígenas: entona canciones en mixteco, maya, zapoteco, purépecha, inglés, español y náhuatl. Debut con la banda de percusiones Los Cadetes de Yodoyuxi y, años después, presencia determinante en el grupo Trova Serrana de Oaxaca.
El disco Ofrenda (1994): inicio de una carrera discográfica (Azuláo, 1996; La sandunga, 1999; Árbol de vida, 2000; La línea, 2001; Una sangre, 2004; La cantina, 2006; El alma de Lila Downs, 2007; Ojo de culebra, 2008; Pecados y milagros, 2011; y Balas y Chocolate, 2015) que le ha canjeado reconocimientos en Europa, América Latina y Estados Unidos.
Un Premio Grammy Estadounidense y tres Grammy Latino. Mujer comprometida con las causas sociales de los pueblos aborígenes de México, su música ha tenido un animoso impacto global. “La sandunga”, “La Llorona”, “Agua de Rosas”, “La Malagueña” y “Ojo de culebra”, entre otros temas, tienen marcada presencia en Francia, España, Nueva York, Reino Unido, Canadá, México, Colombia, Austria, Argentina, Chile, Italia, Portugal, Egipto, Costa Rica…
“Balas y Chocolate es un grito, también un lamento: cuaderno musical jubiloso de sabores rítmicos representados por el cacao, manjar de los Dioses, fruto que permanece y simboliza nuestro vigor. Vivimos tiempos dolorosos de excesos de violencia; creo que la música alimenta el alma, con este disco mío quiero transmitir un poco de esperanza”, comentó en entrevista con La Razón la intérprete del éxito “La cumbia del mole”.
¿Esperaba este reconocimiento? Cuando fui nominada me alegré mucho; seguí trabajando en mis proyectos, mis conciertos... Claro, una quiere ganar, pero esa posibilidad no me quitaba el sueño. Además el premio lo ha ganado todo el equipo que participó en su realización, los músicos, los productores, los arreglistas... Este premio apuntala la música mexicana en los escenarios internacionales y subraya los valores de nuestras tradiciones rítmicas.
Fonograma de jubillos empalmados con la tristeza. ¿Es su disco más gozoso? Está dedicado a la celebración del Día de Muertos, los temas reflejan el modo en que los mexicanos concebimos la partida del mundo terrenal: se manifiestan la gracia, el regocijo, la picardía. En nuestro país se corresponde la libertad con la tradición, el amor con la pasión, la justicia con la verdad: frondas que se enlazan con la muerte, que es el tema central del disco. Sí, es un trabajo de gozo en su concepción, en su propuesta.
Dos invitados de lujo: Juan Gabriel y Juanes... Tuve la suerte de que ambos aceptaran la invitación. A Juan Gabriel lo he querido siempre, creo que es un compositor muy sensible, creador de sugerentes melodías: me fascinó “La farsante”, un tema de su inspiración, que cantamos a dúo. El colombiano Juanes es una referencia social en Latinoamérica: “La patria madrina”, firmada por mí y Paúl Cohen, se ajusta muy bien a su estilo y aborda la unidad de los latinoamericanos.
Jolgorio musical: derrame de ritmos que invitan al baile, al festejo... En esta edición se incluye el video del concierto en El Plaza Condesa: sí, la gente bailó sin parar. Hay desde cumbias hasta hip hop, con timbre de ska, sabores norteños, boleros, resonancias jazzísticas... Es para bailar, beber y brindar con los muertitos queridos. Llorar y celebrar a la vez. Es importante subrayar el trabajo de los músicos de Estados unidos, Perú, Italia, Costa Rica, Chile, Paraguay, Venezuela y de México que participaron. Guitarras, jaranas, sax, clarinete, percusiones prehispánicas, batería, acordeón, trompeta, bajo... Sí, es un fandango, grandiosa parranda.
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