Revive la historia del gurú indio Osho y su filosofía de “amor libre”

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Foto: larazondemexico

2019; recién estrenado, con olor a nuevo y el papel de regalo a medio rasgar. 365 días para escribir una nueva historia, 8 mil 760 horas para reinventarse y miles y miles de minutos para trazar caminos alternativos. Claro, también está la otra parte: un poco más viejos, más desgastados, un año más cerca de la muerte. Y a eso hay que sumarle la incertidumbre de lo desconocido, el miedo al cambio, el doloroso desprendimiento de todo aquello que hay que dejar ir. “Todo tiempo pasado fue mejor”, dirán algunos. Porque la historia siempre tiene más de una interpretación. Y así, vencedores, vencidos, vasos llenos y vacíos iremos relatando las subjetividades de la vida, y cada uno se quedará con su propia historia que contar, con su propia versión de los hechos.

Wild Wild Country toma esa multiplicidad de voces y construye una serie documental sobre lo que ocurrió durante los años 80 cuando Osho y sus seguidores, los sannyasins, se instalaron en un pequeño pueblo en las afueras de Oregón. Una historia tan desconocida como violenta, considerablemente más inverosímil que la ficción, que presenta ambas caras de la moneda: los hechos a través de los ojos de los que creen, de los propios devotos, y también de los detractores, de los ciudadanos de Antalope y el gobierno de los Estados Unidos. En el ojo de la tormenta está Sheela. Mano derecha del Bhagwan (después conocido como Osho), figura ante la cual todos se doblegan con una misteriosa fascinación. Lo que ocurre o deja de ocurrir dentro de Rajneeshpuram estará siempre bajo la atenta vigilancia de esta poderosa mujer, que causa atracción y rechazo a la vez; su testimonio será clave para el desarrollo de la trama. La decisión no es fácil, las declaraciones de unos y de otros nos obligarán a tomar partido por alguno de los dos bandos, sin embargo, la sorpresa llegará cuando nos damos cuenta que tenemos más en común con una secta de lo que podría esperarse. La xenofobia, los prejuicios y el conservadurismo se filtran por la boca de los antiguos pobladores oregonenses, que están dispuestos a sacar las armas a la menor provocación. Del otro lado, las cosas son igual de terroríficas: envenenamientos masivos, intentos de asesinato y múltiples fraudes políticos nos ponen entre la espada y la pared; a quien verdaderamente nos enfrentamos es a nuestros propios prejuicios.

El Dato: El trabajo reúne cuatro años de trabajo de investigación; 300 horas de material de archivo y 110 horas de entrevistas filmadas.

Siempre me he preguntado cuál es el germen que posibilita el nacimiento de las sectas religiosas. La historia está plagada de grandes movimientos de masas, lideradas por una figura icónica que, para bien o para mal, hacen un viraje en el curso de los acontecimientos. En esta era hipercomunicada, hiperpoblada, hipersaturada de estímulos, el mal que nos aqueja, paradójicamente, es el de la soledad. Miles de hombres y mujeres, detractores del imperialismo, amas de casa aburridas, aventureros natos, insatisfechos y religiosos, seguirán a Osho en su desmesurado plan de crear una ciudad de bailes, amor y alegría. Muchos lo seguirán con la ceguedad necesaria para embarcarse en una serie de delitos que jamás habían pensado cometer, otros, en cambio, se aferrarán a la negación necesaria para vivir en la feliz ignorancia de todo lo que ocurre a su alrededor (aunque los treinta y tres Rolls Roys de Osho no hagan más que exponerlo).

Finalmente, el punto en común es uno solo: todas son almas solitarias, todos tienen el deseo, tan humano y tan infame, de pertenecer.

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