En 1985, Brisa Vázquez, hija de Carmela y Rafael —dupla de músicos conocidos como “La pareja romántica de México”—, y su novio, el tatuador belga Danny Yerna (de 18 y 21 años, respectivamente) abrieron un espacio en la colonia Lindavista, al norte de la ciudad, donde plasmaron todas sus vivencias de la escena alternativa y punk europea: el bar-foro Tutti Frutti, el único lugar realmente underground del país.
Ese año también ocurrió el devastador sismo, que cambió para siempre la ciudad. Éste, además de 10 mil muertos, provocó que jóvenes se empoderaran tras 14 años de supresión y represión del rock, iniciados en 1971 tras el festival Avándaro por el entonces presidente Luis Echeverría.
“Ahí se juntaron más de 500 mil jóvenes, y el gobierno se asustó porque vio la fuerza que tenían unidos; por ello Echeverría prohibió toda expresión cultural juvenil, especialmente el rock, del cual era ilegal su performance, grabación y transmisión en radio. Pero el sismo hizo que los chavos salieran a las calles a rescatar la ciudad… y el gobierno, rebasado y disminuido, ya no pudo decirles qué o no hacer”, así lo relata Laura Ponte, productora —junto con Felipe Haro— del documental Tutti Frutti, el templo del underground.
El filme se encuentra en una tercera parte de su proceso de realización y que a través de 20 entrevistas abordará la relación entre esa revolución cultural surgida tras el terremoto y aquel espacio sin precedentes cuyo escenario vio nacer agrupaciones como Caifanes y Café Tacvba, y que era frecuentado por jóvenes que se convirtieron en destacados artistas e intelectuales como Carlos Cuarón y Emmanuel El Chivo Lubezky, quienes en esos años “buscaban un sitio para escuchar buena música, empedar y conocer gente”.
“El Tutti es el pretexto para hablar de toda esta transición, cuyos miembros, los alternativos, después de tantos años aún continúan vigentes; éste era un punto de convergencia de las diferentes clases sociales, corrientes de pensamiento e ideologías, le hacía honor a su nombre porque iban de todos, hasta los punks de la San Felipe y Neza; incluso ahí empezaron los grandes grupos punketos, como Masacre 68 y Atóxxxico”, detalló Ponte.
[caption id="attachment_915395" align="alignnone" width="945"] Esta era parte de la estética de quienes acudían al bar. Fotos Cortesía: Laura Ponte[/caption]
Recopilar testimonios y material gráfico, como flyers originales y fotografías, hubiera sido una odisea de no ser por las redes sociales: Ponte y Alex Albert, el director, crearon en Facebook el grupo “Tutti Frutti: el documental”, donde anunciaron el proyecto y al que se ha sumado gente que les ha facilitado parte de su archivo histórico.
“Lo hicimos pensando en las 50 personas que creímos llegaron a ir, y al igual que el Tutti, se empezó a correr la voz y ahorita hay poco menos de mil 700 miembros, ellos son quienes nos han compartido casi todos los flyers originales… gran parte del archivo que recopilamos se lo debemos a ellos; incluso hay un tipo belga que vino a tocar ahí, que nos contactó para darnos 10 playeras del 85 que él imprimió”, relató.
[caption id="attachment_915393" align="alignnone" width="945"] Integrantes de Maldita Vecindad en el Tutti Frutti.[/caption]
Para poder concluir el documental, que han autofinanciado, y ponerlo en circulación a finales de este año, necesitan dos millones de pesos. Para recaudar fondos, el 11 de mayo realizarán una fiesta en el Foro Bizarro, en la colonia Roma.
Clientes asiduos
Carlos Cuarón
Emmanuel Lubezky
Carlos Somonte
Rubén Ortiz
Rubén Albarrán
Laura Sánchez Muñohierro
Victor Guadalajara
Alaska
Néstor Quiñones
Músicos recuerdan sus años mozos
El Tutti estaba instalado en la bodega del Apache 14, en LIndavista. No tenía letreros ni señales que lo anunciaran, su ubicación era secreta y su existencia era un rumor que llegaba a los oídos de aquellos hambrientos de “lo alternativo”; inclusive, en su primer flayer sólo se leía la críptica leyenda “búscanos”.
“Cuando llegabas te ibas a la parte de atrás y tocabas una puerta metálica con una ventanita, como de novela de espías; me acuerdo que mi primera vez nos vieron tan necesitados de ese rock a mí y a mi amigo, que pasamos derechito”, recordó en entrevista Uili Damage, integrante de Los Esquizitos.
Rosa Adame, antigua vocalista de La Lupita, lo rememora como “el auténtico sitio underground; era un privilegio ir y tocar ahí... Una vez se me hizo súper fácil abrirme cancha entre la gente y cantar entre ellos durante el slam, y como que la energía me jaló; en eso pararon e hicieron un círculo para que pudiera salir de los madrazos; fue algo lindo y que nunca olvidaré”.
Leoncio Bon Lara, compositor de música de filmes como Rudo y Cursi, y que en su juventud tocó junto al caifán Saúl Hernández en la banda Frac, agradece con cariño que su compañero lo llevara al Tutti Frutti, pues ahí formalizó su relación con su esposa, “y aún seguimos casados”.
El Tutti cerró a principios de los 90 por cambio de proyectos de los dueños y por problemas financieros.

