Hay algo de encanto en el concepto retrofuturista delineado por el CGI, con el que los Hermanos Russo -Capitán América: Civil War (2016), Cherry (2021)- visten la ucronía de este cuento de robots basado en la novela gráfica del sueco Simon Stålenhag, para poner al día la fórmula de las películas infantiles y adolescentes ochenteras, incluyendo los protagonistas provenientes de núcleos familiares rotos y que sumergidos en un entorno distinto a los estándares sociales convencionalizados, habrán de recibir el llamado de la aventura.
Se disfruta el cariñoso diseño de los autómatas, el cual obedece a la visión del mundo aún análogo de principio de los 90s y sus afanes publicitarios que consolidaban personajes creados por marcas de cadenas de comida rápida, centros comerciales, parques de diversiones y similares, y dado que la aventura en este caso se desarrolla dentro de un escenario de post guerra, lucen un acabado anacrónico sucio muy al estilo del trabajo de artistas como Ashley Wood, creador del cómic Zombies vs Robots, por cierto publicado en México por Editorial Kamite; adquiriendo así una carga de nostalgia que les hace algo entrañables.
La historia de una joven, quien tras el encuentro con un pequeño robot, va en busca de su hermano al que creía fallecido, hasta hacer frente a una poderosa corporación encontrando en el camino al clásico vivales que se convierte en su aliado; dentro de su simpleza no evita los lugares comunes y tiene descuidos con respecto a la verosimilitud de la forma en que dentro de su ficción los personajes acceden a la información o irrumpen en ciertos lugares que se presumen de alta seguridad, pero hay la suficiente claridad al darles desarrollo, y por supuesto eficacia en la manufactura de la acción tomando en cuenta la experiencia de los directores, como para sostener dentro del entretenimiento el mensaje sobre la convivencia, el derecho a existir y aquello que define el grado de humanidad ante el uso de la tecnología, amén de hacer un par de pequeños apuntes sobre la eutanasia.
Millie Bobby Brown -Enola Holmes (2020)-, aunque carente de la frescura que quizás hubiera requerido el papel, cumple al encabezar el reparto, contando con un Chris Pratt -Guardianes de la galaxia Vol. 3 (2023)- en un papel demasiado a modo y genérico, y un Giancarlo Esposito -Capitán América: Un nuevo mundo (2025)- repitiéndose una vez más a sí mismo.
Así pues, Estado Eléctrico, producción de Netflix que sin ser precisamente sobresaliente ni mucho menos, y renunciando incluso a lo sugestivo de la cautivadora obra original, se presenta como una entretenida y por momentos hasta simpática propuesta de ciencia ficción, pero al final, más allá de la vistosa y satisfactoria propuesta visual, es bastante convencional.