Vaya llamativa y satisfactoria forma en la que Marvel ha traído de regreso a Alien al mundo de los cómics, y no solo por la bella edición con portada aulada muy acorde a la apariencia del personaje y que por fin es publicada en México –la trae editorial Panini–, sino por cómo es que le dan continuidad a los lineamientos de la franquicia fílmica conjugando sugestión e intensidad con agudos cuestionamientos morales a través de un puñado personajes en una situación límite, y con el suficiente potencial de ganarse su propio lugar en el gusto de los fans.
Así entonces, 57 años después de que la corporación Weyland-Yutani desviara su vehículo comercial de remolque llamado Nostromo –sí, el mismo que conocimos en aquella película de 1979 dirigida por Ridley Scott–, tenemos la historia de un exmilitar que carga con un trágico y convulso pasado familiar relacionado con dicha compañía. Tras un retiro obligado, tiene que ir de regreso a una estación espacial infestada de xenomorfos. Un encargo de recuperación que, por motivos personales, él busca convertir en rescate, y que en este caso le sirve al guionista Phillip Kennedy Johnson para apuntar los vínculos físicos y psicológicos entre hombre y monstruo, los cuales surgen como pesadillezcos pasajes tras haber servido de huésped para los embriones. Además, explora las relaciones humanas y las implicaciones de la inteligencia artificial, incluso trayendo de regreso al viejo conocido Bishop, cuyo servilismo corporativo y directrices particulares, en contraste con la experiencia que desarrolla, arrojan inesperados y mustios matices a su muy significativo rol dentro de la franquicia.
El estilo del artista español Salvador Larroca –Spiderman: House of M, Star Wars: Darth Vader–, realista y con tendencia a la gestual impávida para acentuar los momentos de angustia, es más que acorde para materializar las sensaciones en los personajes llevados a una situación límite, con secuencias que hacen de la horizontalidad en las viñetas la herramienta para proyectar claustrofobia, vistiéndose de tonos rojos palpitantes entre la ausencia de luz natural que hace de la lectura una deliciosa experiencia de desasosiego convulsionada por calculados momentos de acción.

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Además, el acabado digital con las luces para delinear las figuras sobre azules espectrales, entrega tan espeluznantes como espectaculares visiones de las criaturas a páginas completas, haciendo honor al diseño que, con base en la imaginería del legendario H.R. Giger, impactó desde su primera aparición en la pantalla grande. Sin duda, la edición que aspira a convertirse en un verdadero objeto de colección al incluir una muy extensa galería de portadas alternativas, es un irresistible festín para los seguidores de uno de los máximos representantes del terror espacial. Contrario al eslogan de la célebre producción fílmica que lo empezara todo: “Sí se grita de emoción” porque este cómic titulado Alien: Linajes ya está disponible en nuestro país bajo el sello de Panini Cómics.
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