Sin necesidad de que los Jedi o los Sith estén involucrados directamente, la Fuerza se intensifica con la llegada a la plataforma Disney Plus de la segunda temporada de Andor, la producción más adulta y sin duda de las mejor logradas en la franquicia de Star Wars.
Tras una espera de tres años, esta serie encabezada en el reparto por Diego Luna -Rudo y Cursi (2008)-, quien vuelve a cumplir con un desempeño bien enfocado, encuentra la continuidad y acierta en dos aspectos importantes. El primero de ellos es el no dejarse seducir por el “lado oscuro” del éxito que le invitaba a extenderse a una innecesaria tercera entrega, concentrándose así en ofrecer el enlace definitivo con la estupenda Rogue One (2016), de la que desde un principio se planteó como precuela.
El segundo es el apostar por la lógica natural de la historia y, en lugar de repetirse, ir del enfoque intimista que tan bien le había funcionado, a la amplitud de los escenarios y del proceso de conciencia que implica el confrontar las necesidades individuales con la búsqueda de lograr un bien mayor, lo cual le sirve para delinear la transición entre la personalidad oportunista propia en el arquetipo del ladrón, y el carácter de valor y sacrificio que define al héroe comprometido con un ideal.

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Es cierto que al desarrollar las acciones de manera mucho más marcada en diferentes frentes, con la implementación de una iniciativa imperial que amenaza en llevar a la extinción a un planeta entero, Mon Mothma tratando de conseguir apoyo político para mantener la oposición a la misma mientras prepara la boda de su hija, Luthen Rael con sus tejes y manejes en los que no suele tentarse el corazón si es que son en favor de la causa, Bix Caleen buscando mantenerse oculta con su mente atormentada por las pesadillas consecuencia de la tortura que sufrió siendo prisionera, y Cassian Andor abocado a una misión para robar un vehículo de combate; el relato vacila cuando esta última línea argumental más bien pareciera solo servir para darle algo que hacer al protagonista en lo que se establecen los demás escenarios y avanza la trama, amén de la parsimonia excesiva al borde de la somnolencia en la que cae por momentos el ya mencionado evento nupcial.
Sin embargo, es en el ir y venir de las situaciones y el impacto de unas en las otras que la tensión se mantiene envolvente y cargada de fatalidad para, ya habiendo superado el arco inicial de tres episodios, explotar en intensos pasajes donde los personajes se rompen de manera irremediable y sin importar a qué bando pertenezcan.
Tal es el caso de uno donde un agridulce baile de final de fiesta deja sobreentendida la renuncia a la amistad que da paso a la frialdad del asesinato, igual ese otro en que entre la pérdida y lo doloroso de hacer lo necesario para mantener los objetivos nos va contando como surgió el vínculo de Luther con su asistente Kleya Marki, o aquel sobre una manifestación de personas comunes que oscila entre lo hostil y lo pacifico bajo la sombra de una inminente masacre -algo que lamentablemente es muy cercano a nuestra realidad-, y en el que además se define de manera irónica la relación entre aquellos que trastocaron su destino a partir de la muerte de dos guardias de seguridad en Morlana-One al inicio de esta serie, dígase la implacable Dedra Meero, el obsesivo Syril Karn, y por supuesto Cassian, cuyo rostro llenando la pantalla con un gesto de contención emocional al final de varios de los episodios, es el colofón ideal para mostrar la progresión de quien se convierte en uno de los modelos por antonomasia del soldado rebelde.
Así pues, refiriendo temas como el del uso de la propaganda, la manipulación de los movimientos sociales y la influencia en los medios, para validar la opresión y la sobrexplotación de recursos naturales; la temporada 2 de Andor que encuentra un cierre espectacular y algo melancólico bajo la dirección del mexicano Alonso Ruizpalacios -La Cocina (2024)-, consolida una emotiva y cruenta mirada al ciudadano de a pie dentro del universo Star Wars, lo cual le ha venido de maravilla, y es más que acorde a lo que fue la película que le dio origen. Estrena con tres episodios, luego llegará dos por semana. El camino hacia la batalla de Yavin está completo, y por cierto deja por ahí una pequeña sorpresa que bien podría dar pie a un nuevo spin-off.