La intérprete y compositora Natalia Lafourcade se pone y se quita máscaras para hacerle una oda a la canción con un espectáculo íntimo entre teatral y musical, en el que la voz y la guitarra son protagonistas.
El Teatro Metropólitan fue ayer el escenario en el que mostró también esta evolución artística en la que puede ser tan camaleónica como pretenda.
Desde el inicio del show lo demostró, al tomar la guitarra para empezar este viaje con “Cancionera”, tema que forma parte de su disco homólogo recién lanzado.

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Fue una interpretación en la que la guitarra acústica y la voz de la artista fueron suficientes para lograr una emotiva interpretación, que fue celebrada al final con gritos y aplausos después de un silencio total de sus fans.
El camino continuó con “De todas las flores”, de su anterior álbum, pero con un arreglo acústico. “Eres grande Natalia”, se escuchó un grito con emoción entre el público.
Enorme placer compartir esta velada. Estoy aquí para celebrar la canción, ¿qué haría uno sin las canciones...? Ésta es su noche… ¡Que viva la canción!Natalia Lafourcade, Cantante
Después dejó la guitarra para irse quitando poco a poco la capa roja que portaba y quedar en un entallado vestido, al tiempo que cantaba “Cariñito de Acapulco”, muy al estilo de Édith Piaf. En algún momento del tema le llevaron maquillaje y espejo para retocarse como parte de esta interpretación muy de cabaret.
Para el siguiente número se le vio camaleónica: vistió un traje negro y brindó con el mezcal de las cancioneras. Ya en este otro personaje dijo: “Enorme placer compartir esta velada. Estoy aquí para celebrar la canción, ¿qué haría uno sin las canciones...? Ésta es su noche… ¡Qué viva la canción!”.
Fue el preámbulo para cantar “Amor clandestino”, también de su reciente álbum que se llevó las ovaciones. Pero con “Pajarito colibrí” ocurrió la magia: el público casi al final la acompañó con las palmas, mientras ella daba sutiles golpes a la guitarra.
Luego llegó el turno de “María la curandera”, con un exquisito arreglo acústico que la hizo todavía más emotiva, pues en esta canción enseña que cada uno puede ser su propia medicina.
Antes de cantar “Soledad y el mar”, la intérprete dio una lección: “¿A ustedes les gusta la soledad? Hay que practicar la soledad, porque cuando uno se regala la soledad se sorprende de que todo te empieza a hablar… Les dedico esta canción”.
En el viaje de esta cancionera también hubo un homenaje al país: “Me gusta mucho ser mexicana”, expresó antes de interpretar “Mexicana hermosa”.
“¡Viva México!”, dijo un fan y ella respondió: “¡Que viva, que viva!”, y ondeó su saco. Tras ese número ocurrió otro tipo de magia: el público al inicio del show recibió un cancionero y el alter ego de Lafourcade pidió que entonaran con ella la letra de “El palomo y la negra”, que dedicó a los que están requeteenamorados.
“Vamos a hacer una rumba de amor y de mezcal, que se note cómo festejamos en México el casamiento”, expresó en esa festiva demostración de cómo celebramos en México las bodas.

También cantó “Nunca es suficiente”, que todos en el Teatro Metropólitan entonaron de principio a fin regalando otro momento emotivo al concierto, porque como bien lo dijo la cancionera, este viaje tenía que ser compartido.
Para el siguiente bloque, apareció Natalia Lafourcade ya sin ningún personaje ni alter ego para dar la bienvenida al público que la ha acompañado durante varias etapas de su carrera.
“Estaba que se me salía el corazón. Ya quería salir, ¿qué pasó ahí? Estoy emocionada de estar aquí, este teatro me ha mirado crecer. La primera vez que pisé este teatro tenía 19 años, estaba muy chiquita”, dijo.
Luego sacó de un pequeño baúl algunos recuerdos antes de ofrecer un arreglo especial de “Para qué sufrir” y “El lugar correcto”. En esta última dejó que el público empezara el verso. El tema fue cantado de principio a fin.
Después Natalia Lafourcade recordó temas de inicios de su carrera para demostrarnos la evolución que ha tenido en este camino. Empezó con ese éxito sobre aquel amor que duele a los 17 años, “Amarte duele”. Al final alguien gritó: “Renataaaaaa”, recordando aquella escena de la película homónima y protagonizada por Martha Higareda.
Después tocó el turno del éxito que “encendió” su “rumbo cancionero” y que tiene años que no interpreta en un concierto: “En el 2000”, que nos hizo recordar a aquella jovencita que moría de amor por “Gael García”.
Al cierre de esta edición, el viaje de Natalia Lafourcade y la cancionera aún continuaba su recorrido, demostrando que la canción puede darnos todo.

