Es asombrosa la comunión que en La Madre de todas las Mentiras consigue la joven cineasta y guionista marroquí Asmae El Moudir entre la narración en primera persona y los testimonios de sus padres, su abuela y sus vecinos, a través de los cuales busca entender por que solo existe una foto de cuando ella era niña tras la época de los disturbios de finales del siglo pasado en Marruecos, y el mostrar la manufactura de las figuras de arcilla y las maquetas con las que reproduce su barrio en Casa Blanca, materializando así el efecto que esto causa en sus protagonistas, para lograr que el espectador no solo se involucre con la historia que cuentan, y que de por sí es conmovedora y a veces cruenta, sino con los amargos procesos emocionales que les implica traer de regreso los recuerdos hasta encontrar la verdad, enfrentarlos y hurgar en ellos, y en su caso abrazarlos o dejarlos ir.
Dicho artificio para el cual la calidez orgánica de la fotografía realizada por Hatem Nechi -Golden Butterfly (2021)- y Merouane Tiriri es un factor clave, alimentado por el ímpetu de la investigación casi terapéutica, aunado a la carga cultural y religiosa musulmana, con la directora al frente y detrás de una cámara intimista, no hace sino acentuar lo despiadado de la manipulación de los hechos por parte de un estado terrorista y represor que buscó maquillar asesinatos colectivos y la existencia de fosas comunes, y los amargos matices de la verdad oculta al interior del seno familiar entre el olvido consciente, los reclamos reprimidos, el luto ante las desapariciones forzadas, las cicatrices de la tortura, los traumas carcelarios, los sueños coartados, y el inevitable choque generacional bajo la severa presencia de una anciana que celosa y malhumorada resguarda de sus secretos.
La Madre de todas las Mentiras a veces puede resultar un poco redundante, pero es una ingeniosa y al mismo tiempo brutal muestra de cómo el cine documental extiende sus posibilidades narrativas con originalidad, lucidez creativa y sin traicionarse como herramienta reveladora de la realidad, pasando del testimonio social a la catarsis personal. Una ópera prima que fue parte de la selección conocida como “Un Certain Regard” en el Festival de Cannes adjudicándose el premio a Mejor dirección, que también se pudo ver en Sundance y se quedó en la antesala de las nominadas a los premios Oscar, y hoy por fin llega a la cartelera mexicana.

