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Tron: Ares, ¿realmente es muy mala esta nueva película?

La cinta futurista de Tron: Ares llegó en octubre; esta es la crítica honesta sobre el filme

Tron: Ares Foto: Disney

En realidad muy pocas secuelas o continuaciones fílmicas podrían catalogarse como necesarias, pero son aún menos las que parecieran empeñarse en demostrárnoslo, y tal es el caso esta producción titulada Tron: Ares, que más allá del show de efectos especiales incluido prácticamente se convierte en un despropósito. 

Cierto que era muy sencilla la premisa de aquella primera película de 1982, sobre un hacker transportado a las entrañas de un ordenador en donde hará la diferencia para una sociedad digital sumida en el totalitarismo. Sin embargo, al conjugarse con lo innovador de una estética producto de los primeros intentos de utilizar gráficos generados por computadora, presentó un concepto lleno de posibilidades, las cuales luego fueron muy bien aprovechadas por una secuela -Tron: Legacy (2010)- que, pese a veces ser demasiado parsimoniosa en su desarrollo, consolidó un seductor universo tecnológico cuya sofisticación bordeaba el desasosiego, todo sustentado en una trama cuyo discurso de trasfondo acerca del afán por alcanzar la perfección iba muy acorde a los albores de nuestro siglo. 

Es una lástima que lo anterior no haya sido entendido en esta tercera entrega de la franquicia, cuyo pretexto para la llamativa llegada a nuestra mundo de los seres digitales en cuestión, es una batalla cliché entre corporaciones donde los “buenos muy buenos” son los que buscan utilizar estos avances en favor de la humanidad, y los “malos muy malos” solo quieren generar armas. Claro, no puede faltar la inclusión del ejecutivo villanezco traumado con conseguir la aprobación familiar, así como la protagonista impulsada por la pérdida de un ser querido y que no importa la torpeza de sus escapes, siempre hace ver ridículos a sus perseguidores venidos de la web cuyos vehículos lucen de maravilla, a veces trepidantes, otras colosales, pero que de poco o nada les sirven en sus objetivos. 

Y bueno, ya no hablemos de la aparición random de un viejo personaje que en el momento oportuno y sin mayores explicaciones le ofrece la solución a un desangelado personaje interpretado por un inexpresivo Jared Leto -Dallas Buyers Club (2013) desperdiciando en mínimos apuntes los dilemas existenciales de quien se supone hace conciencia que es parte de una ciclo repetitivo de creación y muerte manipulado por su avaricioso creador.

En fin, para quienes siempre estuvo claro lo innecesario de esta Tron: Ares fue para el director Joachim Ronnig -Maléfica: Dueña del mal (2019)- y sus guionistas,  pues solo atinan a mantener el ritmo del espectáculo, por lo cual al menos todo sucede rápido. Estamos ante uno de esos productos de “consumase y olvídese inmediatamente después”.

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