En cartelera en la Cineteca

“Todo en juego”: una película ‘coming of age’ a la mexicana con crítica social

La fotografía refrescante luce los parajes oaxaqueños sin caer en el costumbrismo; el filme plantea una reflexión inteligente, entretenida y de cuidadosa manufactura

Fotograma de "Todo en juego"
Fotograma de "Todo en juego"Especial
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Dar una mirada en la pantalla grande a ese periodo convulso de la vida denominado “adolescencia”, en donde la incertidumbre suele acompañar lo sorprendente de lo cotidiano, lo atemorizante del mundo adulto y lo misterioso del sexo, dándole presencia a la pequeña historia que trasciende conceptos definitorios en el trayecto para encontrar la madurez; por lo regular resulta sugestivo y gratificante, y “Todo en juego “no es la excepción.

Con la naturaleza de lo irremediable, alargando su sombra ante la disyuntiva de hacer o no lo correcto, al estilo de despiadadas reflexiones, como la estupenda “Paranoid Park”, de Gus Van Sant, pero recargándose mucho más en la evocación para compensar lo escabroso de algunos planteamientos, “Todo en Juego”, de Alfredo Marrón, se presenta como un relato de pasajes agridulces, pero alentador en lo general.

Esto gracias a lo orgánico del trayecto, en conjunción con una fotografía refrescante, que luce los parajes oaxaqueños sin caer en el costumbrismo, lo cual resulta ideal para aludir con naturalidad a creencias populares y ofrecer así un discurso alterno sobre las supersticiones que empujan a la estigmatización y se sostienen de la hipocresía aprovechándose de un entorno que ofrece nulas expectativas de crecimiento laboral o educativo.

Aquí el protagonista de 12 años —interpretado por Emanuel Torres—, aficionado al béisbol y aquejado por una enfermedad respiratoria, se debate entre la inseguridad propia de su edad, su mal desempeño como parte del equipo local, el despertar de emociones que le provoca el primer amor, además de la terrible realidad que se asoma cuando por accidente es testigo de un hecho terrible y sufre el acoso del responsable, lo que terminará por empujarle a definir qué tipo de persona quiere ser.

Es cierto que hay momentos en que no detona por completo la intensidad que se requiere para reflejar la angustia de la situación que debe enfrentar el personaje; además de que la trama, ubicada en 1989, se guarda pocas sorpresas, pero se permite algunos apuntes de crítica social y logra proyectar el encanto y la nostalgia de la ingenuidad cuando comienza a despedirse, para plantear una reflexión inteligente, entretenida y de cuidadosa manufactura, que bien puede recordarnos a otras películas, como la estupenda “Un embrujo”, de Carlos Carrera.

Contando con la participación en el reparto de los siempre efectivos Monica del Carmen —“Año bisiesto”, “Nuevo orden”— y Luis Alberti —“Carmín tropical”, “Mano de obra”—, se trata de una buena opción de cine mexicano que llega a la cartelera de la Cineteca.