El peso del talento trae de vuelta a Cage

Hay que reconocer que, aunque en El peso del talento, la irónica autoexposición de los procesos emocionales propios de un actor en crisis prometida de inicio, se queda apenas en interesantes apuntes. El atrevimiento del actor Nicolas Cage al interpretarse y burlarse de sí mismo le es redituable a la hora de darle la vuelta a la fórmula de la comedia de acción, manteniéndose digerible para pisar con firmeza el mercado dirigido al gran público.

La premisa es muy similar a la de My Name is Bruce (2007), homenaje a la serie B donde el protagonista de producciones como The Evil Dead (1981) y sus secuelas, es obligado por un fan a asumir en la realidad el rol como cazador de monstruos que lo hiciera famoso en la pantalla grande. La diferencia es que en esta nueva cinta no se trata de una figura de culto, si no de una estrella hollywoodense en toda la extensión de la palabra, quien debido a las decisiones que le han ocasionado complicaciones profesionales y por ende económicas, acepta a regañadientes la invitación a la fiesta de cumpleaños de un presunto criminal, lo que le llevará a inmiscuirse en el mundo del espionaje, mientras lidia con la fracturada relación con su esposa e hija.

Lo anterior es aprovechado por el director Tom Gormican —That Awkward Moment (2014)—para aludir las turbias implicaciones del mundo de las celebridades y así dotar de cierta perspicacia a su desparpajada propuesta de cine dentro del cine, ofreciendo a su protagonista la posibilidad de no tomarse en serio y por momentos darse el lujo de jugar a “actuar que actúa”.

La burla en ese sentido funciona, y va desde hacer ridículas recreaciones del constante uso del dramatismo efectista de la cámara lenta dentro del género, a la elaboración de guiones con base en pretensiosos planteamientos, y la manera en que se modifican según los intereses comerciales que suelen ponerse por encima de lo que se pretende contar.

De igual forma las irreverentes referencias a la filmografía de Cage, tomando diálogos emblemáticos y algunos segmentos de sus películas, fluyen con frescura alimentando la parodia. Es una lástima que poco a poco también van asfixiando los prometedores desdoblamientos de personalidad que éste desarrolla entre charlas mentales como en un insólito y sugestivo ejercicio de introspección, así como el discurso crítico a nivel de industria.

Planteamientos que le otorgaban un inesperado trasfondo y cierta complejidad al concepto, y que de haber sido llevados hasta sus últimas consecuencias pudieron haberle acercado un poco a títulos como Adaptación (2002), de Spike Jonze, convirtiéndole así en una genialidad, en lugar de terminar por estacionarse en los convencionalismos y la literalidad de los chistes entre persecuciones y tiroteos. El filme llega hoy a los cines de México.