Sonic 2: ¿Vale la pena la nueva película del erizo azul?

Es la propia velocidad que caracteriza al popular personaje Sonic la que evidencia y ejemplifica la serie de incongruencias en las que recae esta su segunda aventura fílmica, dirigida nuevamente por Jeff Fowler.

Desde los primeros momentos de “Sonic 2”, las reglas de su propia ficción sólo se aplican dependiendo la conveniencia para desarrollar escenas de fórmula medianamente simpáticas. Claro, no nos compliquemos, aunque sabemos que cuando se trata de una buena película para niños, también lo es para los adultos, pero esta cinta no entra en esa categoría ni lo pretende.

“Sonic 2” es un simple vehículo de entretenimiento estructurado sobre algunos mensajes básicos, que no por ello son menos importantes hay que decirlo, tales como la responsabilidad y la amistad, los cuales lamentablemente quedan en lo anecdótico, pero que, dadas sus pretensiones, en realidad poco importa.

La historia, que va sobre la búsqueda de una poderosa joya y explora un poquito más acerca del pasado de nuestro amigo erizo, sólo sirve como pretexto para lo que podría considerarse como el principal atractivo, que es la presentación de los nuevos personajes, dígase Miles “Tails” Prower y Knuckles The Echidna, además de aquel que habrá de aparecer brevemente para anunciar la tercera parte, porque seguro la tendrá.

Pero quizás lo más flojo de la propuesta es la subtrama a cerca de una boda que toma un giro inesperado, cuya existencia es el colmo del “por qué hay que contar algo con los secundarios humanos” y por lo mismo el absurdo al que obviamente alude nunca termina de ser gracioso.

Por su parte, Jim Carrey —"La Máscara" (1994), "Eterno resplandor de una mente sin recuerdos" (2004)— aprovecha y repite en un rol a modo, haciendo efectiva su acostumbrada gestual y corporalidad excesiva y caricaturesca, misma que encaja a la perfección con la personalidad del extravagante villano Doctor Ivo Robotnik y el universo del que proviene.

Así pues, de “Sonic 2” quedémonos con el diseño colorido y encantador de las criaturas y los vehículos que harán las delicias del público infantil, y que además, para aquellos adultos presa de la nostalgia y los fans menos exigentes, serán razones suficientes para no caer en los bostezos durante una película que salvo por las dosis de acción con apuntes a la naturaleza de las consolas y el aire a clásico de la obra original, no es muy diferente a las versiones live action de "Los Pitufos "(2011), "Alvin y Las Ardillas" (2007), "Garfield" (2004) y similares.

rc