Utilización de drones para hacer que llueva: el nuevo método que podría acabar con sequía

Aunque el método de hacer llover no es nuevo y es conocido como siembra de nube, se remonta a los años 40 y hasta la fecha existen 34 empresas privadas alrededor del mundo especializadas en el tema, su uso en el combate de sequías mediante la utilización de drones ha sido desarrollado hace pocos años y los estudios entorno al tema siguen vigentes.

¿Qué es un dron y para qué sirve? Un dron es un vehículo aéreo no tripulado, capaz de mantener, de manera autónoma, un nivel de vuelo controlado y sostenido.

Los drones han tenido un crecimiento exponencial en áreas muy diversas, ya que es un instrumento que se puede desplazar rápidamente sobre un terreno irregular o difícil de transitar y logra capturar imágenes e incluso datos, gracias a cámaras y sensores con los que están equipados.

Estos vehículos aéreos son considerados una herramienta muy útil para grabar, transportar y enviar mercancías, búsqueda y reconocimiento en situaciones de emergencia, vigilancia, investigaciones científicas, riego y fertilización de cultivos, manipulación de materiales peligrosos, satélites para llevar la señal de Internet, fines recreativos, lúdicos y deportivos e incluso para manejar el clima.

¿Cómo se realiza la siembra de nubes? Dependiendo del clima y del lugar hay varias maneras diferentes de realizarla. Las más comunes son aquellas en donde se utilizan sustancias como el yoduro de plata, hielo seco o dióxido de carbono congelado. Para que la siembra de nubes sea eficaz se necesita que la nube contenga agua sobreenfriada o en estado líquido por debajo de cero grados.

El yoduro de plata tiene una estructura en forma de cristal parecida a la del hielo, y actúa provocando una nucleación de cristales de helados a partir de esas gotas de agua. Cuando se utiliza hielo seco no hace falta que exista agua por ser un material que, al expandirse, enfría el aire hasta crear hielo a partir del vapor. Aun así, sí es necesario que haya agua, pues lo que se busca es que esos cristales de hielo crezcan tanto como para crear precipitaciones.

En otras regiones se ha popularizado el uso de sal para sembrar las nubes, pues es un material higroscópico, lo cual significa que las moléculas de agua son atraídas por la sal, por lo que sirve para unirlas y crear con ellas gotas de agua.

Sin embargo, para que estas técnicas tengan éxito lo que se utiliza son aviones tripulados, por lo que el uso de drones ha supuesto un gran avance, pues su método se basa en bombardear las nubes.

¿Cómo se realiza la siembra de nubes con drones? El pionero de esta técnica es Dubái, pues en un lugar en donde las temperaturas alcanzan los 50 grados centígrados, han decidido apostar por un proyecto totalmente novedoso para luchar contra el calor: crear su propia lluvia utilizando una serie de drones que vuelan hacia las nubes y liberan allí cargas eléctricas.

El equipo encargado de realizar esta técnica ha construido cuatro drones con una envergadura de aproximadamente 2 metros, que son capaces de volar durante unos 40 minutos y que incluyen sensores que miden la temperatura, la humedad y la carga eléctrica dentro de una nube.

De esta manera, los creadores del proyecto pueden saber cuándo y dónde deben disparar las cargas eléctricas de los drones. Lo que tratan de hacer es que las gotas dentro de las nubes tengan un tamaño considerable para que alcancen la superficie.

La tecnología, a cargo del Centro Nacional de Meteorología (NCM) de ese país, ha realizado pruebas y estudios desde 2017 y ha significado una inversión superior a US$15 millones.

Sin embargo, expertos en el tema, como Raúl Cordero, climatólogo de la Universidad de Santiago, se muestra escéptico a la modalidad implementada en Emiratos Árabes: “Desafortunadamente contra la sequía, no existen soluciones mágicas, ni existen técnicas que se hayan probado costo-efectivas para hacer llover.”

Lo que sí es una realidad, es que la técnica de los drones ha supuesto un gran avance en materia, pues ha ayudado a controlar el clima sea el futuro al que tendremos que apostar, debido a los cambios climáticos producidos por el calentamiento global y la contaminación.