El 8 de agosto pasado, un incendio originado por un cortocircuito provocó el colapso del techo de una de las capillas y afectó otras dos en la Mezquita-Catedral de Córdoba, en España, un tesoro arquitectónico invaluable declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. La intervención de los bomberos y la activación del plan de autoprotección evitaron una catástrofe como la que asoló a la Catedral de Notre Dame en 2019, sin embargo, desde marzo se había advertido a las autoridades sobre los riesgos en el lugar ante siniestros de este tipo. Este hecho ha puesto de nuevo en evidencia la fragilidad de los bienes arquitectónicos y ha reavivado el debate sobre la gestión patrimonial y la modernización de los protocolos de prevención.

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