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Con motivo de la canonización de Juan Pablo II y Juan XXIII este domingo, la Basílica de Guadalupe montó una exposición en la puerta siete, que incluye la reliquia de primer grado, que es un fragmento de piel del pontífice (con la figura de cera), la cual permanecerá de manera permanente.
Los creyentes también podrán observar las reliquias de segundo grado que son: una sotana banda con el escudo pontificio y solideo, usados durante su primera visita a México el 26 de enero de 1979, una casulla que portó en la misa de santificación de Juan Diego, el 31 de julio de 2002, así como una colección de medallas de su pontificado.
El padre Alberto Medel, ceremoniero de la Basílica, comentó que el día de la canonización el nuncio Christophe Pierre develará una placa que será colocada en el monumento del Papa viajero, con la leyenda, “homenaje a San Juan Pablo II, con motivo de su canonización”.
Respecto a Juan XXIII, considerado como un revolucionario al convocar el Concilio Vaticano II, para renovar a la Iglesia católica, Medel desconoció si se realizará algún monumento similar al de Karol Wojtyla.
“El templo estará adornado de una manera especial por el acontecimiento, tendremos un mayor número de flores más las imágenes de ambos personajes”, manifestó el prelado.
El también director de la pastoral litúrgica, destacó que se realizará una misa a las 12 horas en agradecimiento por los nuevos santos.
“Los fieles que deseen ver la ceremonia que realizará el Papa Francisco se transmitirá a las tres de la mañana en televisión abierta”.
Explicó que la lectura de esta acción del Vaticano, es considerar que ambos Papas vivieron el ideal evangélico, “la santidad no es exclusiva de clérigos, religiosos, más bien es el imperativo existencial de todo bautizado”.
Respecto a los señalamientos de Gabriela Juárez, secretaria ejecutiva del Observatorio Eclesial, que ha señalado que Juan Pablo II encubrió casos de pederastia y solapó a Marcial Maciel, fundador de los Legionarios de Cristo, Alberto Medel, indicó que no hay argumentos válidos sobre esas acusaciones.
“Juan XXIII y Juan Pablo II no son santos porque el Papa en un acto de autoridad lo diga. La iglesia hace un estudio para reconocer la santidad objetiva. No es un juego, por eso se agota lo más mínimo de investigaciones para poder asegurar que una persona vivió en grado heroico las virtudes cristianas”, sentenció el sacerdote.
Insistió que las investigaciones del Vaticano fueron meticulosas y hasta exageradas, “no queda ningún cabo suelto,”.