Quienes siguieron ayer la conferencia de prensa semanal del gobernador de Sinaloa, vieron a un Rubén Rocha errático, que se alteraba por momentos, que regañó públicamente en al menos dos ocasiones a sus colaboradores, porque no tenían listo el material que necesitaba y que, al tratar de minimizar la crisis de violencia en la entidad, se enredó en una cifra de muertos irrisoria, que no pudo justificar. Y es que es mucha la distancia entre los 161 asesinatos que reporta la Fiscalía estatal y los 19 del recuento del mandatario. Rocha llamó a la gente a “dejar el terror” y salir a recuperar “las calles, los estadios, las plazuelas”, pero minutos después, hombres fuertemente armados despojaron de sus vehículos a dos alcaldes, en la misma carretera. Admirable el optimismo del góber, pero la realidad tiene otros datos, los cuales reflejan la gravedad de una crisis que en medios locales y en redes sociales empiezan a llamar “narcopandemia”. Uf.

