El derrame de hidrocarburo ocurrido en el río Pantepec, al norte de Veracruz, encendió las alertas ambientales. Aunque Petróleos Mexicanos (Pemex) ha señalado la recolección de un millón 602 mil litros de hidrocarburo, aún no se conoce el volumen total del crudo vertido.
Pemex informó que continúan los trabajos de atención a la fuga registrada en el oleoducto de 30 pulgadas Poza Rica–Madero, en el municipio de Álamo Temapache, Veracruz. Al momento, se ha recuperado el hidrocarburo en diez puntos estratégicos ubicados a lo largo del río Pantepec y sus afluentes.
- El Dato: la paraestatal informó que tienen 755 elementos que trabajan en coordinación con la Semar, la Agencia de Seguridad, Energía y Ambiente (ASEA) y el gobierno de Veracruz.
Este esfuerzo es resultado del trabajo coordinado de 755 trabajadores de Pemex, la Secretaría de Marina (Semar) la Agencia de Seguridad, Energía y Ambiente (Asea) y el Gobierno de Veracruz, quienes laboran con compromiso, día y noche, para minimizar el impacto en el medio ambiente.
Al respecto, especialistas en energía, ecología y derecho ambiental coincidieron en que el incidente tendrá consecuencias graves y persistentes sobre los ecosistemas ribereños y exigieron mayor transparencia en las investigaciones y planes de remediación.
Para Pablo Ramírez, coordinador de energía y cambio climático en Greenpeace México, este tipo de eventos no pueden considerarse aislados. “Desde hace años venimos señalando que este tipo de siniestros son parte común de la operación de la industria fósil. No son accidentes excepcionales”, subrayó.
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Recordó que “entre 2020 y 2023 este tipo de siniestros aumentaron alrededor de 150 por ciento”, lo que evidencia, dijo, que son inherentes a la operación petrolera y a la falta de mantenimiento en la infraestructura. “La zona lleva produciendo desde 1950; es probable que los ductos tengan más de 60 años, lo que supera con mucho su vida útil”, explicó.
El ambientalista advirtió que el cambio climático agrava los riesgos. “En la estrategia nacional de cambio climático de 2013 ya se advertía que 43 por ciento de la infraestructura prioritaria de Pemex es vulnerable. Lo que ahora vemos es cómo los eventos climáticos extremos están amplificando los derrames”, dijo.
Sin embargo, el representante de Greenpeace hizo énfasis en que la respuesta debe ser institucional y preventiva. “Es el Gobierno quien tiene que atender el mantenimiento y la prevención, pero también la investigación y la remediación. La sociedad civil puede exigir, pero no sustituir al Estado”, afirmó.
Por su parte, Carlos Álvarez Flores, presidente de México Comunicación y Ambiente, A.C., y experto en gestión de residuos, explicó que los efectos del derrame son evidentes, aunque el volumen exacto es desconocido. “Calcular el volumen del derrame es imposible. No sabemos ni litros, ni metros cúbicos, ni toneladas. El único que puede tener ese dato es Pemex, porque tiene los medidores de flujo”, dijo.
El especialista matizó que, más allá de las críticas, el problema también radica en la antigüedad de la infraestructura. “Pemex no tiene el dinero suficiente para renovar sus plantas ni ductos. Tenemos refinerías viejas, tuberías viejas que con lluvias extraordinarias truenan, se rompen y vienen estos siniestros. Nadie los desea, pero suceden”, comentó.
Carlos Álvarez explicó que la limpieza del río será casi imposible: “¿A dónde vamos a recoger ese crudo? Ya se fue. De que va a hacer daño, ya lo está haciendo. Hay un impacto a la vida acuática”, sostuvo, y advirtió que el hidrocarburo eventualmente llegará al mar, donde “el daño es mayor porque las costas son los ecosistemas donde se reproduce la vida marina”.
Para el abogado Daniel Basurto, especialista en derecho ambiental, el impacto no sólo se limita al agua visible. “Un litro de hidrocarburo puede contaminar hasta mil litros de agua. La dispersión superficial afecta zonas ribereñas y agrícolas dependientes del recurso”, explicó.
Detalló que los hidrocarburos “asfixian organismos acuáticos al impedir el intercambio gaseoso, bloquean la oxigenación de sedimentos y provocan pérdida de biodiversidad”. Además, muchos de sus compuestos, como el benceno o los hidrocarburos aromáticos policíclicos, son cancerígenos y pueden generar “daños hepáticos, irritaciones, náuseas y alteraciones reproductivas”.
Daniel Basurto enfatizó que la recuperación natural podría tardar años si no se emprenden acciones inmediatas: “Los contaminantes pueden quedar atrapados por largo tiempo en los sedimentos. Detener la dispersión y remover físicamente los residuos debe ser la prioridad, pero la restauración requerirá inversión y coordinación interinstitucional”.
Sin agua, con ambiente olfativo altamente tóxico y con la probabilidad de que se desate una crisis de salud es como Javier Roldán, activista de Álamo, Veracruz, relata el impacto del derrame de petróleo en la salud y la vida diaria de las comunidades afectadas, que presentan, principalmente, dolores de cabeza debido al fuerte olor en el norte de Veracruz, tras la catástrofe por inundaciones y un masivo derrame de hidrocarburo proveniente de una fuga en un ducto de Pemex que contaminó pozos y ríos.
El activista y periodista mencionó que la fuga se detectó, según testimonios de habitantes, el pasado 10 de octubre en inmediaciones de las comunidades de Citlaltepec y Zanja del Bote, y aunque Pemex realizó trabajos para reparar, el daño, ya se había extendido masivamente hasta alcanzar los ríos Pantepec y Tuxpan, zonas donde los pobladores se han quedado sin el vital líquido, debido a la contaminación de los pozos.
“El petróleo se infiltró directamente en los pozos de agua de las localidades cercanas al arroyo, paralizando el bombeo de agua potable. El resultado es contaminación del agua y, por ende, una serie de enfermedades para quienes habitan esas zonas, provocando graves daños ambientales y afectando la salud de las comunidades vecinas”, señaló.
A unos días de este derrame y pese a los esfuerzos realizados por las autoridades y por Pemex, el ambientalista reprochó la atención tardía y dijo que usuarios han reportado en redes sociales que el derrame de petróleo se filtró, definitivamente, en el agua potable de la zona.
La organización Mujeres por la Sostenibilidad Ambiental y Alimentaria recogió testimonios de personas de la región que afirmaron sufrir dolores de cabeza, problemas en la piel, vómitos y diarrea por la contaminación de pozos de agua y manantiales contaminados con petróleo.
Diana Morales, representante de la agrupación, recordó que en los últimos dos meses se registraron dos derrames y un incendio en instalaciones de Pemex, “siniestros que, además de provocar la muerte de dos personas y varios heridos, causaron afectaciones a la población quien sigue sin ser atendida por las autoridades responsables”.
“Ya tendríamos que hablar de zonas de sacrificio en donde las personas están sufriendo todos los impactos de este descuido”, indicó. Su comentario se da luego de que la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos catalogara como “zonas de sacrificio” aquellas regiones –regularmente de bajos ingresos– a las que llegan industrias con la promesa de desarrollo y potencial económico; sin embargo, terminan por sufrir daños irreparables debido a la contaminación y destrucción de sus ecosistemas.
El médico general Yahir Bustillos, radicado en Tuxpan, dijo que los habitantes de Álamo Temapache, Tuxpan y municipios vecinos enfrentan una nueva emergencia: derrames de petróleo que contaminan los ríos y arroyos de los que se abastecen de agua.
“Los arroyos Citlaltépetl, Cabellal y Xúchitl están cubiertos de combustible, los cuales desembocan en el río Pantepec, fuente de suministro para la planta potabilizadora que abastece a Tuxpan. Además, varios pozos locales también podrían estar comprometidos y esto tendrá graves consecuencias en la salud de los pobladores, enfermedades de piel, cefaleas, cuadros de descomposición digestiva, el mismo olor afecta la salud, de personas que previamente se habían quedado sin su patrimonio”, dijo.
Recordó que a la crisis ambiental se suma el riesgo sanitario, pues Veracruz encabeza actualmente los casos de dengue en el país, con más de 12 mil 700 sospechosos y 2 mil confirmados, según la Secretaría de Salud (Ssa).