May cambia equipo; se queda con los radicales

Foto: larazondemexico

La premier Theresa May prometió comenzar el año con un giro. Pero los cambios han sido relativos porque en la reestructuración que culminó ayer de su gabinete, se mantienen todos los pesos pesados.

En definitiva, Amber Rudd, que hizo campaña por la permanencia en el bloque, continúa como titular de Interior, los euroescépticos Boris Johnson y David Davis, se quedan al frente de Exteriores y Brexit, e incluso el eurófilo Philip Hammond, sobre el que existían más dudas, permanece como responsable del Tesoro. En el que será un año decisivo en las negociaciones con la UE, la renovación no supone por tanto un gran cambio ante Bruselas.

Tras perder la mayoría absoluta en junio, May sigue sin autoridad en la formación para llevar a cabo grandes modificaciones. May completó ayer una remodelación de su gobierno que afectó sobre todo a cargos inferiores y que estuvo marcada por un error y por la negativa de algunos ministros a cambiar de cartera.

Esta remodelación permite “a una nueva generación de ministros dar un paso adelante y mejorar la vida de la gente por toda Gran Bretaña”, dijo May al término de una remodelación que afectó sobre todo a rangos menores (secretarios de Estado, básicamente).

El Dato: El gobierno británico está integrado por 99 cargos, entre ministros, secretarios de Estado y otros subalternos.

La reestructuración del equipo era algo inevitable después de que, a finales de año, Damien Green, su “número dos”, se viera obligado a dejar su cargo por la gran cantidad de material pornográfico encontrado en el ordenador de su despacho en la Cámara de los Comunes. Su salida marcó la tercera renuncia en el gobierno en apenas mes y medio. El que fuera ministro de Defensa, Michael Fallon, dimitió en noviembre por el escándalo de abusos sexuales que asola Westminster y, pocos días después, Pitri Patel también renunció como responsable de Desarrollo Internacional por ocultar sus reuniones con altos cargos del Gobierno israelí.

La dimisión más significativa fue la de Green, al ser amigo personal de la premier. Green era secretario de Estado para la Oficina del gabinete y primer secretario de Estado, puesto que equivalía a viceprimer ministro. Tras el varapalo electoral, May necesitaba más que nunca a alguien de su máxima confianza.

Pero ahora no está previsto que la líder tory nombre a nadie para el puesto de “número dos” gubernamental porque David Lidington, antiguo secretario de Estado para Europa y exlíder en la Cámara de los Comunes, fue elegido el lunes para sustituir a Green sólo como nuevo secretario de Estado para la Oficina del Gabinete.

Por otra parte, May nombró al eurófilo Brandon Lewis como nuevo presidente del Partido Conservador y ministro sin cartera. Como vicepresidente de la formación, estará el euroescéptico James Cleverly. En el que será un año clave para el Brexit, la premier intentó guardar en todo momento un equilibrio entre aquellos que apuestan por cortar radicalmente los lazos con Bruselas y los que prefieren mantener una relación lo más cercana posible.

Las negociaciones con el bloque no se plantean como el único reto: la líder tory podría verse obligada a suspender la autonomía de Irlanda del Norte, donde no existe gobierno desde enero de 2017 ante la incapacidad de los católicos del Sinn Fein y los protestantes del DUP de llegar a un acuerdo de coalición.

En este sentido, el nombramiento de Karen Bradley como nueva ministra de Irlanda del Norte, podría suponer un aire fresco a la provincia. Bradley sustituye a James Brokenshire, quien ayer presentó su dimisión al anunciar que será sometido a una operación de pulmón.

El Ejecutivo central ya se ha visto obligado a iniciar los trámites para imponer un presupuesto a Belfast. De esta manera, Westminster se acerca cada vez más a gobernar la provincia desde Londres, una situación que no sólo amenaza el acuerdo de paz de Viernes Santo de 1998, sino que incrementa la tensión que se vive en la región por la salida de la UE.

El objetivo: “refrescar” al equipo tory

La remodelación fue pensada para “refrescar” al equipo de May tras un intenso 2017, que se saldó con la victoria pírrica electoral y la renuncia de tres de sus altos ministros por escándalos.

También se abordó como un intento de introducir nuevos rostros en el gobierno, entre ellos más mujeres, más miembros de minorías étnicas y más jóvenes.

El nuevo presidente del Partido Conservador, Brandon Lewis, nombrado el pasado lunes, dijo que habría un “soplo realmente bueno de aire fresco” en las filas ministeriales más bajas.

Tras el inicio caótico, había presión para que May fuera más firme. “No quiero ser grosero o ser percibido como desleal, pero tiene que haber una mejora importante en la remodelación de mañana”, escribió el lunes en Twitter el veterano conservador Nicholas Soames, nieto de Winston Churchill.

Un comentarista de The Times estimó que “el acontecimiento podría haber sido utilizado para clarificar la dirección del Gobierno”.

“La primera regla de una remodelación es que debe dejar al líder al menos tan fuerte cuando acaba como cuando empezó. Ha sido espectacularmente vulnerada hasta ahora”, valoró el medio digital conservador Conservative Home.

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