El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, defendió la llamada “guerra comercial” contra México, Canadá y China al sostener que todo “valdrá la pena”, anticipando un claro beneficio, aunque aún podría haber cambios, pues reveló que hoy mismo hablará con su homóloga del otro lado de la frontera sur, Claudia Sheinbaum, y el premier del norte, Justin Trudeau.
Ante represalias arancelarias y críticas, el republicano llamó a confiar en la estrategia de sentido común, pues el resultado será mayor al posible perjuicio que anticipan; ejemplificó que ya ha tenido éxito, pues no es la primera vez que fuerza a México, y recientemente doblegó a Colombia.
“¿Habrá dolor?, sí, tal vez (tal vez no), pero haremos que Estados Unidos sea grande de nuevo y todo valdrá la pena”, aseveró en su cuenta de Truth Social al refrendar que su decisión se alinea con el movimiento Make Great America Again (MAGA) para recuperar la grandeza, pues visualiza un impacto “espectacular”, pues a partir de mañana pagarán 25 por ciento por llevar sus productos a la potencia, lo que definió como “un privilegio”, y 10 por ciento en el caso de recursos energéticos canadienses, entre petróleo, gas natural y electricidad, y contra Beijing.
Sin embargo, la Casa Blanca no ha revelado las ganancias esperadas con esta “emergencia” que prevalecerá “hasta que las drogas, en particular el fentanilo, y todos los inmigrantes ilegales detengan esta invasión”, según otra orden ejecutiva; y la prensa calcula que recaudaría más de mil millones de dólares, pero no queda claro cómo ello ayudará a disminuir los cruces ilegales o el tráfico de sustancias ilícitas en esas fronteras.
Donald Trump recalcó que sólo responde a la “estafa” por parte de Gobiernos a los que históricamente ha subsidiado y sentenció que dejará de perder billones de dólares con estos socios abusivos que contaminan su territorio con drogas, crimen y mercancías, al culpar a México y Canadá por desatar una crisis de drogas e “invasiones” de delincuentes, e insistir que el segundo se convertirá en su estado 51.
Incluso, el magnate ironizó que no necesita nada de ésos para garantizar la “edad de oro” prometida, luego de que reprocharan tal imposición, pues aseveró también en redes sociales que tienen la capacidad de producir autos y recursos, aunque Associated Press expuso que adquiere la cuarta parte del combustible de Canadá.
Además, el mandatario conservador enfrenta críticas del Congreso, demócratas, minoristas y la Cámara de Comercio; coincidentemente advirtieron que la población sufrirá el golpe con precios más altos en alimentos, mayor inflación y la ralentización de la economía, lo que va en contra de lo que prometió en campaña. Y previo a la entrada en vigor de estas nuevas y polémicas medidas comentó a la prensa que conversará con Claudia Sheinbaum y Justin Trudeau “mañana (hoy) por la mañana”.
Pero ello no lo libra de las críticas; el miembro de mayor rango del Comité de Asuntos Exteriores de la Cámara de Representantes, Gregory Meeks, sentenció en una carta difundida el fin de semana que la “emergencia ficticia” del Ejecutivo federal es otro abuso contra la cooperación bilateral, lo que anticipa más tensiones diplomáticas en apenas su primer mes de gestión.
El demócrata añadió que no sólo se trata de consecuencias comerciales, como en compras y ventas, sino de miles o millones de empleos en riesgo si los socios responden, como ya lo hizo Canadá, lo que “devastará” a la región y, posiblemente, al mundo.
Por separado, el líder liberal en el Senado, Chuck Schumer, sentenció que el costo anual para cada ciudadano será de hasta mil 200 dólares y adelantó que desde el Congreso trabajará para deshacer este daño al señalar que en cuestión de días el impacto será visible con cervezas y aguacate más costosos ante la cercanía del Super Bowl, que se celebra el próximo domingo. Y el líder del Comité Nacional Demócrata, Ken Martin, se sumó a las críticas al detallar que los afectados serán los trabajadores, a quienes Trump parece usar como “peones”.
Gobiernos alistan una respuesta contundente
DOS DE LAS naciones afectadas por los gravámenes de Donald Trump preparan medidas contundentes con apoyo de su propia población y de organismos internacionales, más allá de medidas espejo esperadas.
Tras adelantar aranceles de hasta 25 por ciento a todos los productos estadounidenses, el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, exhortó a sus ciudadanos a tomar parte en este choque comercial y dejar de consumir lo que proviene del vecino.
“Es hora de elegir productos fabricados aquí”, pidió en su cuenta de X al llamar a la gente a no usar lo de EU y optar por lo local al revisar las etiquetas de todo lo que compran, pues ve en tal acción el mejor castigo ante impuestos que impactarán a productos con un valor de 30 mil millones de dólares. Postura en la que lo respaldó el premier de Ontario, Doug Ford, al adelantar que retirarán sus productos, como el alcohol, de sus estanterías desde mañana.
En la misma red social apuntó que no sólo lo harán en supermercados, sino ante minoristas y restaurantes, al eliminar esos licores del catálogo e invitar a la gente a comprar vinos y otras bebidas canadienses.
Y no es el único en responder. Beijing reveló que demandará a Estados Unidos ante la Organización Mundial del Comercio (OMC) por esta acción unilateral al acusar una “violación grave” a normas comerciales.
Al condenar el plan, el Ministerio de Comercio del régimen de Xi Jinping insistió que a ninguna de las partes les conviene esta “guerra comercial” al enfatizar que la zona comunista protegerá “sus derechos e intereses”, al tiempo que pidió a Washington hacer las cosas de frente, con diálogo y cooperación, al rechazar la supuesta culpa en el tráfico de fentanilo, tema en el que ha colaborado desde hace tiempo con EU.

