El destino del ambicioso plan de impuestos y gasto promovido por Donald Trump, denominado oficialmente “Gran y hermoso proyecto de ley”, pendía de un hilo en la Cámara de Representantes la madrugada de este jueves, mientras los republicanos enfrentaban tensiones internas, falta de consenso y la presión directa del presidente para aprobarlo antes del Día de la Independencia. El proyecto ya fue aprobado en el Senado tras una maratónica jornada legislativa, con el voto decisivo del vicepresidente J.D. Vance, pero su avance en la Cámara baja se volvió incierto.
Hasta el cierre de esta edición, el presidente de la Cámara, Mike Johnson, intentó movilizar a sus colegas en medio de una cerrada mayoría republicana, enfrentando resistencia por parte de congresistas conservadores y moderados. Cinco republicanos votaron en contra de la norma, junto con todos los demócratas, y otros ocho aún no habían emitido su voto, algunos de ellos férreos detractores del plan. Johnson mantuvo la votación abierta, en una estrategia sin precedentes que buscó ganar tiempo para negociar y presionar.
“Lo mantendré abierto tanto como sea necesario”, aseguró Johnson a Fox News, consciente de que un fracaso representaría un duro golpe a la agenda legislativa de Trump y al liderazgo republicano.
- El Dato: La magnitud del endeudamiento proyectado y la redistribución de cargas fiscales han generado alarma también en sectores independientes.
El contenido del proyecto ha dividido a la bancada republicana. Incluye la extensión permanente de los recortes fiscales de 2017 y nuevas exenciones fiscales temporales, como deducciones por propinas, horas extra e intereses de préstamos automotrices. También contempla inversiones masivas en seguridad fronteriza y deportaciones, con 45 mil millones de dólares para centros de detención del ICE, 14 mil millones en operaciones de deportación y recursos para contratar 10 mil nuevos agentes migratorios.
Para financiar estas iniciativas, el proyecto recorta gastos en Medicaid y asistencia alimentaria. Se estiman nuevos requisitos laborales para acceder a estos programas, lo que podría limitar el acceso de millones de personas a servicios básicos. Además, impone restricciones al impuesto de proveedores que usan los estados para financiar Medicaid, lo que podría traducirse en reducciones de servicios médicos en zonas vulnerables.
La Oficina de Presupuesto del Congreso proyecta que la versión final del proyecto añadiría 3.3 billones de dólares al déficit federal en la próxima década, lo que ha indignado a los fiscalistas conservadores, quienes acusan a la propuesta de ser financieramente irresponsable.
- 4.5 mmdd se prevé destinar a centros de detención del ICE
Clima de urgencia. Mientras los líderes republicanos intentan contener la fractura interna, Trump ha intensificado su ofensiva para obligar a los indecisos a alinearse. A través de publicaciones en Truth Social, advirtió: “¿Qué esperan los republicanos? ¿Qué intentan demostrar? ¡¡¡El Maga no está contento y le está costando votos!!!”.
Su tono era amenazante: después de que el senador Thom Tillis, de Carolina del Norte, manifestara su rechazo al proyecto, Trump pidió públicamente un oponente para él en las primarias. Pocos días después, Tillis anunció que no buscaría la reelección.
Mientras tanto, los demócratas se muestran firmes en su oposición. Alexandria Ocasio-Cortez acusó al proyecto de ser un “pacto con el diablo” que “militariza la economía” y priva de atención médica a millones. Nancy Pelosi cuestionó el contenido social de la ley: “¿Es hermoso privar de alimentos a personas mayores y niños?”.
- 33 bdd, el déficit presupuestario previsto de EU
Por su parte, el líder demócrata en la Cámara, Hakeem Jeffries, afirmó que la propuesta “arranca comida de las bocas de los niños” y apuntó a republicanos de distritos clave, como Rob Bresnahan y Scott Perry, sugiriendo que su voto favorable podría costarles en las urnas.
A su vez, miembros republicanos como Nancy Mace y Troy Nehls se desplazaron por carretera hasta el Capitolio tras la suspensión de vuelos, subrayando la urgencia del momento. Nehls, aunque crítico con el proyecto, afirmó que no cambiaría su voto sólo por no obtener lo que deseaba: “No creo que eso sea bueno para Estados Unidos”.
- El Tip: Los próximos días definirán no sólo el futuro de esta ley, sino el rumbo del Partido Republicano marcado por la influencia de Trump.
PRESIÓN INTERNA. El proyecto supera las 800 páginas y ha atravesado un proceso exprés, marcado por procedimientos prolongados: una de las votaciones de procedimiento duró más de siete horas, la más larga en la historia de la Cámara de Representantes.
El Comité de Reglas apenas logró aprobar la norma para debate ayer por la mañana. Sin embargo, una vez en el pleno, la medida se estancó. Johnson y sus aliados aguardaban la llegada de legisladores retrasados por las tormentas y negociaban a puerta cerrada con los resistentes.
Mientras tanto, pizzas y refrigerios eran repartidos en el Capitolio mientras los líderes buscaban extender las deliberaciones hasta altas horas. La idea esww someter la ley a una votación final antes del 4 de julio, como lo exigió Trump. Pero el riesgo es alto: cualquier error o deserción podría descarrilar todo el esfuerzo.
Para muchos republicanos, el dilema era claro: votar por una ley que consideran defectuosa o enfrentar la furia de Trump y su base. La presión sobre legisladores de distritos competitivos o con aspiraciones futuras es intensa, y cada voto cuenta.
Los demócratas, por su parte, buscaban aprovechar el mínimo margen de maniobra del Partido Republicano para descarrilar el plan. Con todos sus votos en contra asegurados, sólo necesitarían convencer a cuatro republicanos más para bloquear la aprobación.