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Las monedas y billetes no sólo representan un medio de pago, sino que son un reflejo de la evolución de cada país y de todas aquellas luchas cuyo objetivo fue lograr la libertad de los pueblos, la igualdad de derechos y la democracia.
Ya antes hemos hablado de la moneda y su papel en la Independencia de México, por lo que esta vez toca turno a la Revolución Mexicana, la cual cumple 100 años desde su inicio que llevo a la derrota del presidente reeleccionista Porfirio Díaz, también conocido como el “Indispensable”.
Hay que tener en cuenta que luego de la Independencia y bajo el mandato de Díaz, que duró más de 20 años, se tuvo un gran avance económico en México gracias al sector exportador y manufacturero. Sin embargo, esta expansión económica no benefició a los grupos sociales mayoritarios, es decir, a los campesinos y obreros que en esa época representaban el 80 por ciento de la población mexicana.
Ante esta situación fue que comenzaron a surgir diversas denuncias contra el régimen porfirista, surgiendo en 1901 el Partido Liberal que tenía vínculos con las huelgas de Cananea y el motín de Río Blanco.
Sin embargo, la Revolución no comenzó hasta las elecciones de 1910 cuando Francisco I. Madero se lanzó como candidato a la presidencia con el Partido Antirreeleccionista y fue apresado, evitando así su posible triunfo ante el “Indispensable”. Así el 20 de noviembre de 1910 a las seis de la tarde, Madero convocó a la población a luchar a través del Plan de San Luis.
Durante este tiempo, la mayor parte de las monedas y los billetes circulaban por todo el territorio nacional eran emitidos por dos bancos ubicados en la capital, el Banco Nacional de México y el Banco de Londres y México, mientras que otros bancos sólo tenían una circulación limitada.
En los últimos años del porfiriato, las denominaciones más comunes para los billetes fueron las de 5, 10, 20, 50, 100, 500 y mil pesos.
En los primeros dos años del movimiento, la circulación de los billetes no se vio afectada, sin embargo, con la muerte de Madero en la “Decena Trágica” en 1913 hubo un descenso importante derivado de una baja en los depósitos bancarios, menos créditos bancarios, el cierre de sucursales bancarias y que las personas escondían o enviaban al extranjero su oro y plata para salvaguardar su patrimonio.
Esto provocó que el gobierno para poder enfrentar a los revolucionarios tuviera que “dar la autorización” para emitir billetes de uno y dos pesos, que según la ley bancaria de 1897 no podían hacerlo los bancos de las entidades federativas.
Los tres bancos que iniciaron la emisión de dichas piezas fueron el Banco Nacional de México, el Banco de Guanajuato y el Banco Peninsular Mexicano de Yucatán, a los cuales se sumaron varios, por lo que en 1914 ya eran 13 las instituciones dedicadas a esta labor. Con esto, se buscó tener los fondos suficientes para el sostenimiento de las tropas y se incrementó en una gran cantidad el monto de billetes en circulación.
Esta decisión resultó ser más negativa que benéfica, provocó el debilitamiento del sistema financiero y su desprestigio.
Sin embargo, el gobierno no fue el único que se vio en la necesidad de contar con dinero para pagar a sus tropas. Los revolucionarios también produjeron sus propios billetes, los cuales se pueden dividir en: a) fiduciaria menuda, b) fiduciaria de papel, c) moneda con valor intrínseco y d) la híbrida.
La primera es una moneda o billete que no tenía fines de lucro sino que nació como una necesidad del pueblo para utilizarla cotidianamente, por lo que los líderes revolucionarios las mandaban a hacer similares a la moneda oficial para que tuvieran mayor aceptación utilizando como principal material, el cobre.
La segunda son billetes, cuya aceptación estuvo respaldada en la mayoría de los casos por la fuerza de las armas y de los cuales se tuvieron grandes cantidades
El tercer caso son monedas que se acuñaron en metales preciosos, oro y plata, que los líderes utilizaban para pagar a aquellos que no aceptaban la moneda fiduciaria o, bien, estaban en posición de rehusarse. El principal ejemplo, es la compra de material de guerra, principalmente aquel que venía del extranjero.
Por último, la híbrida se refiere a una especie de papel moneda similar a los billetes y que también guarda parecido con los cheques y las letras de cambio. Estas piezas fueron creadas y circularon principalmente en Chihuahua y se obtenían de pedir un “préstamo forzoso” a los bancos.
Quien comenzó con esta práctica fue Francisco Villa.

