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El mercado de la ropa en México, incluida la de importación, lo que se produce internamente y lo que llega de manera ilegal, tiene un valor estimado de 22 billones de dólares, lo que genera una competencia entre marcas por demostrar calidad en cada prenda de vestir.
“Somos un mercado con potencial de compra, en todos los nichos y segmentos, por ello México es un lugar atractivo para poner marcas nacionales y extranjeras”, mencionó el presidente de la consultora MexCostura, Alejandro Faes.
Reconoció que al país han llegado firmas de otros países, por el potencial que representa el consumidor nacional; sin embargo, sostuvo que algunas de éstas, como GAP, ya están en declive en sus países de origen y llegan como producto de importación, lo que golpea a la planta productiva nacional.
Mientras que otras, como Forever 21, no tienen la calidad esperada, pero son del gusto de las personas.
A su vez, el gremio aún padece los efectos negativos de mercancía de vestir subvaluada (con un precio por debajo de su costo de producción), lo que hace más difícil la competencia.
A pesar de ello, para el también ex presidente de la Cámara Nacional de la Industria del Vestido (Canaive), “no es malo que exista este tipo de apuesta, porque los fabricantes mexicanos están poniéndose las pilas, y reportan inversiones en millones de dólares para la remodelación de tiendas y ofrecer un valor agregado al consumidor”.
Un ejemplo es el caso de Philosophy, marca que Carlos Slim decidió sacar de sus tiendas Sears, y abrir boutiques para competir en el segmento de ropa juvenil. Una inversión que costó 20 millones de dólares y apuesta por vender 30 por ciento de sus prendas en México.
De acuerdo con Alejandro Faes, el consumidor mexicano cada día es más exigente en la calidad de la ropa y telas que adquiere, pero reconoció que “falta una cultura de la confección para distinguir una prenda buena y nos vamos con la finta de las marcas”.
Para el directivo, a la industria nacional del vestido le falta ser competitivo internamente, pues “mientras no tengamos un mercado sólido y lo mexicano no sea el número uno en el país, seremos una industria que no crece”, principalmente porque las prendas que se fabrican en México son maquila o se venden como marcas que no son nacionales.
Tenemos apuestas importantes, como las firmas Julio, Ferrioni, Scapino, Pineda Covalín o Ay Güey!, que han sabido posicionarse entre los clientes locales, pero en tiendas departamentales y de autoservicio se importa más del 30 por ciento de las prendas que venden”, dijo.
A pesar de ello, el directivo observa que en los próximos años la industria del vestido continuará creciendo, por arriba de las tasas actuales del tres por ciento en promedio, y pido a los mexicanos “oportunidad para darle el lugar que se merece a la ropa mexicana” y no comprar lo extranjero aunque sea malo, “porque no somos el basurero de otros mercados”.
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