El 2 de abril fue bautizado por el presidente de los Estados Unidos como el “Día de la Liberación”, una jornada en la que se aplicaron aranceles masivos a las importaciones estadounidenses con el supuesto objetivo de proteger la economía del país.
Lejos de traer alivio (especialmente a los bolsillos de los norteamericanos), esta “liberación” parece estar desatando nuevas olas de incertidumbre financiera. Desde las criptomonedas hasta las bolsas globales, los mercados están en modo de “alerta máxima” en los días posteriores a esta transición.
Y aunque muchos celebraron el pico histórico de Bitcoin a principios de enero, la cruda realidad se impuso rápidamente: el activo perdió más del 20% de su valor en apenas unas semanas. ¿Qué hay detrás de esta nueva etapa de alta volatilidad? ¿Y cómo pueden posicionarse los inversores de cara a los próximos meses?

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¿Qué puede pasar en los próximos meses?
La combinación del plan arancelario, las políticas proteccionistas y las tensiones por la OTAN ha generado un cóctel peligroso. El anuncio de una “guerra comercial” trumpista, los proyectos de legislación estancados y la creciente intervención estatal están distorsionando tanto el comportamiento de los mercados como la percepción del riesgo, tal como se puede observar a través de herramientas como MT4.
Las decisiones intempestivas, como el respaldo público a la stablecoin World Liberty Financial, lo que levantó sospechas de conflicto de intereses, están generando más ruido que certezas a nivel internacional, también en México.
Por si todo este combo no fuese ya explosivo, el primer trimestre de 2025 cierra con un récord de amenazas, ataques y robos de activos digitales a plataformas que comercian con ellos. Este entorno impredecible podría mantenerse, al menos, hasta las elecciones primarias en EE.UU., donde la narrativa económica de Trump podría seguir ganando terreno.
Aunque nadie tiene la bola de cristal, una intensificación del proteccionismo podría perjudicar a los sectores más globalizados (como tecnología y automotriz), mientras que otros, más orientados al mercado interno, ganarían atractivo.
Criptomonedas: un mercado incierto
El mundo cripto vive una paradoja. Por un lado, la adopción institucional y la creación de productos financieros vinculados a criptoactivos han otorgado una mayor legitimidad al sector desde que Donald Trump prometió convertir a Estados Unidos en “la capital cripto del mundo”. Pero por el otro, esa misma institucionalización ha traído consigo una sobreexposición a los vaivenes de la política estadounidense ya mencionados.
El caso del Bitcoin es emblemático: alcanzó un máximo histórico en enero, empujado por la retórica política, solo para desplomarse después al ritmo de la desconfianza. Desde aquel pico perdió más del 20% de su valor.
A eso se suman los desafíos técnicos, como la saturación de algunas redes, y los factores externos, como los ataques informáticos a exchanges y wallets.
Las stablecoins tampoco están navegando en aguas tranquilas. La promesa de un activo digital estable parece desdibujarse ante la falta de marcos regulatorios claros. Y el hecho de que figuras políticas con intereses propios, como Trump, respalden determinados proyectos, no hace más que sembrar dudas en el ecosistema.
Acciones mejor posicionadas para resistir a las medidas de Trump
En medio de la tormenta, algunos sectores se comportan como grandes cruceros y otros como pequeñas balsas. Es decir, hay quienes podrían resistir mejor a las medidas y otros que no. Por ejemplo, las acciones de empresas orientadas al consumo interno en EE.UU. podrían verse beneficiadas.
Compañías del sector salud, alimentos, servicios públicos y energía tienen modelos de negocio menos dependientes del comercio internacional, lo que las convierte en apuestas más defensivas.
Otro grupo que podría salir fortalecido es el de las tecnológicas que ya han invertido en relocalizar parte de su producción o diversificar sus cadenas de suministro, por ejemplo Google, que tiene oficinas en Irlanda. Aquellas que tienen flujos de ingresos diversificados por región y no dependen exclusivamente del mercado chino también se perfilan como más resilientes.
Además, los sectores vinculados a la ciberseguridad están ganando terreno a medida que los hackeos aumentan. Invertir en firmas que ofrecen soluciones para proteger infraestructuras críticas y activos digitales podría no solo ser una medida de protección, sino una oportunidad de crecimiento.
Diversificar: La receta clave
En un escenario donde lo impredecible se vuelve parte del día a día, la vieja receta de la diversificación sigue siendo una buena herramienta para reducir riesgos.
Esto no solo implica pensar en un portafolio distribuido entre distintos activos (acciones, bonos, cripto, bienes raíces), sino también variado en términos geográficos. Invertir en mercados que no estén directamente afectados por las decisiones políticas de EE.UU. puede aportar equilibrio. Latinoamérica, con su crecimiento en sectores como energías renovables y tecnología financiera, aparece como una opción a considerar por algunos inversores.
Otra estrategia útil es diversificar en el tiempo: aplicar técnicas como el dollar-cost averaging (compras periódicas y constantes sin importar el precio) ayuda a suavizar el impacto de la volatilidad.
Finalmente, en contextos de alta tensión, conviene recordar que el pánico es el peor consejero. Tener una estrategia definida, mantener la calma y revisar los objetivos de inversión a largo plazo puede marcar la diferencia entre pérdidas y oportunidades en estas aguas turbulentas.
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