Monjas y Ronaldinhas

Gil Gamés

El tiempo pasa como una ráfaga de viento por el amplísimo estudio. Hace apenas dos semanas, Gamés se refirió en Uno hasta el fondo a las fiestas de Dominique Strauss-Kahn en Bruselas y París. La prensa les llamó “Las Fiestas Salvajes de Strauss-Khan”. La lectora y el lector ya lo saben: prostitutas de altísimo nivel, escorts, intercambio de parejas, efluvios báquicos, lujos árabes, mentes de criterio amplísimo y a darle vuelo a la hilacha y qué tanto será tantito y dure y dale. Apenas se apagaba ese recuerdo cuando Gilga tropezó con esta noticia en su periódico El País: “Una modelo declara que a Berlusconi le gustaban las chicas disfrazadas de monjas”.

Ajá, con que disfraces: soy el leñador y busco a la caperuza que andaba con el lobito. Disfraces, y de monjas. Cavaliere, soyons serieux! Bueno, cada quien sus fantasías, ¿pero monjas? Que íbamos por el convento y entrábamos a la celda y una monja enfebrecida, etcétera.

Aquí no para la cosa, dicho sea esto sin el menor doble sentido, a Berlusconi también le gustaban las modelos disfrazadas de Ronaldinhas, el gran futbolista que alineó en el Milán, propiedad de Berlusconi. ¿Con todo y arreos?, se preguntó Gil mientras leía la noticia. ¿Disparos al travesaño? No empiecen, esta es una nota seria. ¿Empujones en el área chica? ¿No les digo? El asunto es que unas de monjas, otras de Ronaldinhas, pero al final todas terminaban desnudas y Silvio Berlusconi les extendía un sobre con dos mil euros en billetes: “se que estás necesitada”, y las invitaba a pasar a sus habitaciones.

Si usted ve a la modelo marroquí Imane Fadil que ha revelado los detalles de las fiestas de Berlusconi, pierde el sentido y se va de espaldas. Ante el tribunal de Milán en el que Berlusconi ha sido acusado de inducir a la prostitución, Fadil dijo que estas fiestas se conocían como Bunga Bunga. Gran nombre, caray. Los saraos se organizaban con tiempo y espacio de sobra en la villa de Arcore por el hombre más rico de Italia y varios amigos cuyo promedio de edad andaba en los 75 años, más o menos. La nota de El País cuenta que Fadil no se ahorró un solo detalle: la contactó un hombre rubio de alrededor de 45 años, le entregó un teléfono blindado contra intercepciones para que concertara una cita con el Primer Ministro.

El hombre rubio le dijo a Fadil que cualquier indiscreción podía ser peligrosa. Gil se llevó los dedos índice y pulgar al nacimiento de la nariz y meditó: la verdad esas fiestas han sido un monumento a la inmoralidad, sobre todo porque nadie invitó a Gamés. Mecachis.

Gilga ha imaginado a Jorge Emilio González, el Niño Verde, reprochándole a sus finos amigos: te dije, wey, esas son buenas pachangas, wey, y no los pedazos que organizas en Cancún, wey. A ver si armamos alguito, wey, pero neta, wey, un Bunga Bunga, o algo, wey.

No nos desviemos y volvamos a Fadil. El Primer Ministro fue muy educado el día en que la conoció, la invitó a pasar a su despacho y luego le dijo: vuelve con las gemelas. Gil abandonó el mullido sillón y exclamó: luego entonces había unas gemelas. Caracho.

Cuenta y cuenta Fadil que en el bar, mientras tomaban la copa, Il Cavaliere le dijo: “Sé que estás necesitada”, y le entregó un sobre con dos mil euros en billetes. Luego, una show-girl, la Faggioli, y otra compañera, la Minetti, hicieron un show de túnicas y cruces y sabe Dios qué más. Una danza diabólica, se remilgó Gamés. A Berlusconi le gustó tanto el espectáculo que tiempo después, Minetti fue designada consejera regional de Lombardi por el partido Pueblo de la Libertad, al que perteneció Berlusconi. ¿Cómo la ven? Sin asomo de albur.

Una máxima de Francis Scott Fitzgerald se abrió paso en el ático y espetó: “El dinero ha aniquilado más almas que el hierro cuerpos”.

Gil s’en va

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