Complejo y acomplejado

Foto: larazondemexico

Uno de los padres de la psicología analítica, Carl Gustav Jung, definió un complejo sentimentalmente acentuado de la siguiente manera: “la imagen de una situación psíquica determinada, intensamente acentuada desde el punto de vista emocional y que además se revela como incompatible con la habitual situación o actitud consciente.

Esta imagen es de una gran homogeneidad interna, tiene su propia totalidad y, al mismo tiempo, dispone de un grado de autonomía relativamente elevado, lo que significa que apenas está sometida a las disposiciones de la consciencia y, por lo tanto, se comporta como un corpus alienum vivo dentro del espacio de la consciencia. Generalmente, el complejo se puede suprimir con un esfuerzo de voluntad, pero no se puede eliminar, y en cuanto se presenta la ocasión aparece de nuevo con la misma fuerza que tenía en origen”.

Después de escuchar otra vez la manera en que López Obrador se dirige a sus contrincantes, con insultos y descalificaciones, concluyo sin temor a equivocarme que se trata de un tipo lleno de complejos, frustraciones y resentimientos, que viven en él, crecen y florecen en su interior hasta manifestarse en una verborrea indigna de quien ha pretendido gobernarnos durante tanto tiempo.

Complejos que vienen de muy atrás, resentimientos añejos que, como en muchos casos, no encuentran necesariamente una explicación fácil. Quizás sus pequeñas manos y su baja estatura alguna vez le hicieron pasar un trago amargo frente a algún rival en amores. Pudiera ser que sus limitaciones intelectuales le hayan ocasionado perder oportunidades frente a alguien bien preparado y educado.

No lo sé ni pretendo bajo ninguna circunstancia hacerla de psicoanalista, pero estoy casi seguro de que si se sentara en un diván, el psicólogo en turno optaría por cambiar de profesión, o daría pie a una nueva rama de esa ciencia. El hecho es que le es imposible esconder todas sus limitaciones personales. Es, en esencia, una mente estrecha y un corazón lleno de odios.

Por eso me parece que va encaminado a perder por tercera y última vez. Para no ir más lejos, en un debate frente a Meade no tiene ninguna oportunidad. Llama mucho la atención que, mientras el candidato del PRI en un lapso de 30 años estudió dos carreras y un doctorado, y transitó por dos gobiernos de distinto partido siendo titular de cuatro secretarías de Estado, el otro a duras penas terminó la universidad y ganó la Ciudad de México, con trampas y trucos.

Ante la falta de propuestas, se lanza contra sus adversarios a punta de insultos, igual que lo hicieron en su momento Trump y Maduro (y lo siguen haciendo). Finalmente tanto el inestable inquilino de la Casa Blanca como el dictadorzuelo venezolano son sus ejemplos populistas a seguir. Y como lo dije hace unos días, además de sus profundos conflictos existenciales, López Obrador entró en pánico con la llegada de Meade a la competencia.

Tiene un problema muy serio enfrente. Meade, además de superarlo en inteligencia y experiencia, tiene un historial de vida limpio, a diferencia del tabasqueño.

Temas:
TE RECOMENDAMOS: