Margaret Keane: Sometimiento a la mujer

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Foto: larazondemexico

Nashville, Tenesee, 1934.- Margaret (7) asiste al servicio religioso con su abuela, a la que es muy cercana. Pinta bocetos de ángeles con grandes ojos. Su familia reconoció su talento, y estudió arte desde pequeña.

Precursora del estilo kitsch que fue despreciado en su época y motivo de culto en la actualidad, su obra se caracteriza por niños con grandes ojos, a través de los cuales expresa un dolor interno que ella dice “refleja la tristeza en el mundo”.

[caption id="attachment_708706" align="aligncenter" width="564"] Margaret Keane y su esposo Walter terminando retratos de Natalie Wood en su departamento en San Francisco en noviembre de 1961[/caption]

A los 23 años se casó por primera vez y tuvo a su única hija Jane, al fracasar su matrimonio se fue a vivir a San Francisco donde trabajaba vendiendo sus pinturas en mercados ambulantes; ahí conoció a Walter Keane, quien reconoció su talento, se casó con ella y aprovechando la personalidad tímida y triste de Margaret, le propuso que ella pintara y él se dedicaría a comercializar la obra. Durante más de una década se convirtió en “prisionera de su éxito”. Expresa Keane: “Yo era extremadamente introvertida y sólo me hacía feliz pintar. Antes de salir de casa, Walter me decía: “estás horrible”, si teníamos una cita: “estás mejor con la boca cerrada”, me convenció de que siendo mujer no sería capaz de vender mi obra”.

Años después asistieron juntos a un club de jazz, donde él vendía los cuadros de Margaret. Con su ritual habitual le dijo que se quedara en un rincón y que no hablara con nadie para no avergonzarlo; hasta que alguien se le acercó y la conversación derivó a la pintura le preguntó “¿Así que tú también pintas como Walter?” fue en ese momento que se dio cuenta de que era suplantada, cuando lo confrontó y le amenazó con marcharse él le imploró que le enseñara a pintar. Margaret lo intentó pero los talentos de Walter eran en la mercadotecnia. La tristeza de la artista se reflejó pintando cuadros de niños llorosos en callejones nocturnos; era como ella se sentía. Walter la amenazó con que la mataría a ella y a su hija si osaba revelar la verdad.

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La violencia de género es una práctica social ampliamente extendida en el mundo. La Organización Mundial de la Salud define la violencia contra la mujer como todo acto que cause “un daño físico, sexual o psicológico para la mujer, inclusive las amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de la libertad, tanto si se producen en la vida pública como en la privada”. Las cifras del Inegi en agosto de 2017 afirman que 66.1 % de las mujeres en México han sufrido alguna vez en su vida agresiones de tipo sexual, física, laboral y emocional. Las que la han padecido sólo lo han denunciado en 9.4 %; 2.2 % solicitó apoyo a alguna institución mientras que el 88.4 % no solicitó apoyo ni presentó queja o denuncia alguna. Es decir, la “cifra negra” es muy alta, por lo que las agresiones de género quedan impunes.

La principal causa por la que una mujer permite la violencia es baja autoestima y el miedo a no ser defendidas o ser víctima de más violencia. Es nuestra obligación como sociedad educar a las niñas para que identifiquen las conductas violentas y aprendan a defenderse y denunciarlas.

Desde el punto de vista emocional, es muy importante no maltratarlas ni hacerles sentir que tienen menos valor por ser mujeres y enseñarlas a que si bien son diferentes, eso no las convierte en menos capaces.

En México sería obligación de los tres niveles de gobierno; a no esperar a que haya denuncia, sino establecer un programa comunicacional que induzca a las víctimas a sentirse protegidas y tener el valor y la libertad de denunciar a sus agresores.

Keane huyó con su hija a Hawaii y en 1965 se divorció de Walter, quien seguía afirmando ser el autor de su obra.

En un juicio que se llevó a cabo en 1986 el jurado pidió a los dos que en 53 minutos llevaran a cabo una obra Margaret lo logró con su estilo original y él no pintó nada, gracias a esto el jurado falló a favor de Margaret y condenó a Walter a remunerarla con 4 millones de dólares.

Su vida fue llevada al cine como Big Eyes por el director Tim Burton, su gran admirador. Margaret Keane tiene 91 años y vive en Napa, California.

En sus palabras: “Yo creo que se ven cosas en los ojos, los ojos son la ventana del alma”.

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