Tráfico infernal

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Foto: larazondemexico

El tráfico, los terribles embotellamientos que padecemos por todos lados y a toda hora en la ciudad deben ser, por supuesto, motivo de reflexión por parte de cualquiera que pretenda gobernarnos.

Es un mal que nos aqueja desde hace décadas y que ocasiona daños colaterales en la salud física y emocional de la población, así como en la productividad de individuos y empresas.

La que se dice científica propone teleféricos que den servicio a los habitantes de las zonas altas, a efecto de conectarlos con otros sistemas de transporte público. La idea es sumamente complicada, aunque pudiera ser una alternativa que ayude en ciertos lugares (se me ocurren asentamientos en Álvaro Obregón, GAM y Magdalena Contreras). No obstante, esto no resuelve el enorme problema en cuestión.

Alejandra Barrales, hasta ahora, ha dicho poco acerca del tema, mientras que Mikel Arriola propone una inversión sin precedentes para construir 100 kilómetros adicionales de Metro.

Esta última propuesta es de lo más sabia que se ha dicho hasta el momento.

Y viene por supuesto del candidato del partido que cuando gobernó la ciudad construyó prácticamente todas las líneas del Metro existentes, sin escándalo alguno ni fallas de operación. En cambio, la izquierda, por alguna extraña contradicción, en dos décadas ha optado por privilegiar el uso de automóviles y autobuses.

El priista también se ha pronunciado por erradicar los microbuses y sustituirlos por unidades modernas y seguras, sin afectar el modo de vida de los miles de conductores de esas peligrosísimas latas rodantes.

Pero se debe ir más allá, porque el problema del tránsito es de tal magnitud, que no será suficiente con ampliar el transporte público. Esa inversión debe ir de la mano de medidas radicales que comprometan a la población. Desafortunadamente hemos llegado al punto en el que se tiene que restringir el uso del automóvil.

La ciudad requiere de un Hoy No Circula, pero para efectos de movilidad (que por supuesto impactaría en la disminución de los niveles de contaminantes). No es una medida popular y, por lo tanto, no esperaría que ninguno saliera con esa bandera; pero es algo que debe pensarse seriamente.

Obligar a los vecinos a compartir su auto y a los colegas de trabajo y estudiantes a hacer rondas, sería una solución que de tajo resolvería muchas cosas, además de que alimentaría el sentido de comunidad. A los estudiantes del ITAM se les excluiría, porque para ellos se tienen pensadas otras medidas.

Es una cuestión provocada por la sobrepoblación y el gigantesco parque vehicular. Por supuesto, a ello habría que sumarle otro tipo de restricciones para el transporte de carga. Y la madre de todas las obras del transporte público sería conectar a Cuautitlán, Tlalnepantla y Naucalpan en línea recta hasta el sur de la capital.

Santa Fe e Interlomas también requieren soluciones urgentes, dado que los genios que concibieron esos desarrollos lo hicieron con la misma sabiduría con la que antes se había diseñado el resto de la metrópoli. Ser demasiados tiene un costo, pero se debe mejorar la calidad de vida, cueste lo que cueste.

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