El próximo 16 de septiembre, además de un aniversario más del inicio de la guerra de independencia, se cumplirán dos aniversarios importantes para el Partido Acción Nacional. El primero, los ochenta años de su fundación; el segundo, el centenario del nacimiento de uno de sus personajes más importantes, aunque también uno de los menos reconocidos por la historia política mexicana: José González Torres.
Ocho décadas de Acción Nacional. Es innegable la aportación del partido fundado en 1939 por Manuel Gómez Morín (entre otros notables mexicanos) a la historia política del país, y en particular a la transición democrática. Acción Nacional fue el instrumento de participación política de generaciones enteras de mexicanos que, del lado derecho del espectro político —a ratos más al extremo, a ratos más al centro—, lucharon en un primer momento por la libertad religiosa y educativa, luego por la libertad económica y la libre competencia, y siempre por el respeto al voto y a los derechos políticos, convirtiéndose así, no sin dificultades, en una alternativa opositora real para quienes habían quedado excluidos o se enfrentaban a los intereses del consolidado, monolítico y autoritario régimen priista.
La historia del PAN es la de una de las instituciones políticas más relevantes del siglo XX mexicano y, al iniciar el XXI, la del primer partido político que consigue la alternancia en la presidencia de la República, tras 70 años en la oposición, y que logra mantenerse en el gobierno dos sexenios, hasta 2012. Hoy, su octogésimo aniversario le encuentra en un momento de crisis, con grandes desafíos y oportunidades. Si bien esa crisis es compartida con todos los partidos que protagonizaron la transición y consolidación a la democracia en México desde hace 30 años (inclusive, aún haya sido a regañadientes, el PRI), es al PAN al que le toca desempeñar, en el sexenio presente, el rol de primer partido de la oposición, y por lo tanto primer defensor de las libertades democráticas y los valores del pluralismo político, ante la amenaza que representa la progresiva consolidación de un régimen populista que, por momentos, acusa fuertes rasgos autoritarios.
1919. Da la casualidad que tres personajes claves en la historia del PAN, que entre otras cosas fueron presidentes nacionales, nacieron en ese año: Adolfo Christlieb Ibarrola, Luis H. Álvarez y José González Torres. Por razones históricas y personales, me concentro específicamente en el último. Después de la década en la que el fundador del partido dejó la presidencia en 1949, Acción Nacional se enfrentaba al dilema de languidecer como organización político-electoral o alejarse de la corriente ilustrada-universitaria, católica pero liberal, que le dio origen. Para seguir siendo un proyecto político viable, tuvo que apoyarse en las organizaciones de católicos seglares, entonces en boga, y evidentemente menos liberales. Así inició lo que he denominado la década católica del PAN, de la que José González Torres es el personaje clave. Marcado por la Guerra Cristera (en su niñez presenció los horrores en su natal Cotija), el irreprochable González Torres fue de esa clase de políticos cuyos férreos principios éticos y convicciones nunca fueron trastocados. Se le debe reconocer la tenacidad con la que condujo al PAN —como secretario general (1956-1958), jefe nacional (1959-1962) y candidato a la Presidencia de la República (1964)—, antes de la transición hacia un liderazgo menos conservador y más negociador y pragmático (Christlieb); pero también se debe señalar su nula disposición a negociar con el régimen priista para conseguir al menos ligeros avances en algunos de los temas centrales de la agenda de Acción Nacional. Pude conocerlo y entrevistarlo, antes de su muerte en 1998, para la elaboración de mi tesis de licenciatura, bajo la dirección de Alonso Lujambio. Con base en ese trabajo, tuve el honor de escribir su primera biografía política exhaustiva. A cien años de su nacimiento, mi gratitud y recuerdo cariñoso.
