Romper el silencio

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Foto: larazondemexico

Sin miedo a seguir luchando porque las víctimas de violencia sexual encuentren justicia y sus voces se escuchen tan alto que sean capaces de detener nuestra apresurada vida cotidiana.

Sin miedo a romper el silencio porque la amenaza cotidiana no está fuera de casa y los victimarios se llaman abuelos, tíos, hermanos, primos, parejas de la mamá, vecinos e incluso algunas madres. Ellos cometen 6 de cada 10 crímenes de violencia sexual.

Las historias se cuentan ya por millones y mientras escribo estas líneas me resulta imposible imaginar los rostros de estos cerca de 5 millones de niñas y niños víctimas de violencia sexual en nuestro país.

Y si el victimario no vive en esas cuatro paredes, estarán acechando en las escuelas, iglesias o equipos deportivos.

Un agresor sexual cometerá este crimen al menos 60 veces a lo largo de su vida, y vive sin miedo porque sabe que la justicia jamás se cruzará en su camino.

La mayoría de las víctimas guardan silencio hasta la muerte, porque la confusión, el dolor e incluso un sentimiento de culpa termina por invadirlos. Las pocas que sí denuncian lo hacen décadas después de haber sufrido violencia sexual, y para entonces la ley protegerá al criminal.

Es urgente actuar en programas de prevención empezando en cada familia, aula y en los mundos donde viven y crecen los niños. Dejar atrás mitos y tabúes se traducirá en niñas y niños más protegidos y mejor preparados.

Sin miedo, las víctimas deben poder denunciar sabiendo que encontrarán justicia, por eso la urgencia de que este crimen no prescriba, es decir, que no importe el tiempo en que la víctima denuncie, siempre tenga acceso a la justicia.

Por eso el pasado primero de octubre presenté una iniciativa que propone reformar el Código Penal Federal, para que no prescriban los crímenes sexuales en contra de niñas, niños y adolescentes.

Casos como el horror que vivió Fátima, están estrechamente vinculados a la violencia sexual. El macho exigía una “novia” para dejar de violar a sus hijos...

Más cerca de lo que usted supone, sobrevive una víctima de violencia sexual en su soledad y con monstruos de mil cabezas.

En el país, cuatro de cada 10 mujeres con discapacidad han sido víctimas de abuso sexual; y en el caso de niñas y niños con discapacidad sufren violencia casi cuatro veces mayor que los que no tienen discapacidad.

Resulta urgente la creación de una Fiscalía Especializada en el tema, debido a que de cada 100 carpetas de investigación de delitos en los que niñas, niños y adolescentes son víctimas, sólo uno alcanza alguna sentencia, teniendo como uno de sus blancos más vulnerables la población infantil.

Es tiempo de romper el silencio, es tiempo de romper la secrecía.

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