Los tendederos del acoso

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Foto: larazondemexico

Una directora de preparatoria anunció a sus alumnas que revisarían sus mochilas para evitar que introdujeran en ellas dos armas letales (cartulinas y plumones), pues día con día crecía el tendedero de las denuncias de acoso. Sentí una renovada esperanza y poder sumarme a sus voces e insistir para que cese cualquier clase de violencia contra las mujeres.

¡BRAVO! Por las alumnas que, sin miedo, con coraje y valor están dejando atrás años de impunidad para los acosadores. Sin miedo a exhibir y denunciar en los tendederos a quienes haciendo el peor uso de poder temporal y su machismo arraigado siguen creyendo que el silencio de sus víctimas será su mejor cómplice.

La revolución de los tendederos apenas comienza. Ahora los vemos fuera y dentro de algunas secundarias, preparatorias y universidades y no tengo duda de que se multiplicarán por decenas; y espero que muy pronto sean cientos o miles de ellos, todos los que sean necesarios para exhibir a los acosadores en los centros educativos, deportivos, en empresas, clubes sociales, prisiones, cuarteles, hospitales y en cualquier espacio en donde vivimos las mujeres.

Confío en que estas denuncias finalmente tengan nombre y apellido de quienes, con su violencia verbal, física, psicológica y emocional, han violentado una y otra vez. Son cerca de 11 millones de mujeres quienes reportaron haber sido sometidas a algún tipo de intimidación, hostigamiento, acoso o abuso sexual; que les hayan hecho propuestas de tipo sexual, o bien, que directamente las hayan manoseado sin su consentimiento o hasta que las hayan violado.

[caption id="attachment_1115077" align="alignnone" width="696"] Foto: Cuartoscuro[/caption]

En los tendederos se lee: “¡Ya basta!”, “¡Queremos estudiar seguras!”, “Nunca tendrán la comodidad de nuestro silencio otra vez”, “Denuncia a tu agresor”, “No hablamos x años x el miedo”. Y otras más como: “Entre más corta la falda más alta la calificación”, “Si hubiéramos estado solos, hubieras pasado”, un “Hola mi amor, mientras me acariciaba la espalda”.

El acoso incluso puede costarles la vida a las víctimas. Y quienes han logrado salir a salvo de los caprichos de su acosador han pagado altos costos y pérdidas injustas, como la de su empleo, matrículas escolares o derechos que, ganados a pulso, con mérito y esfuerzo, les fueron arrebatados por el poder y dominio del acosador.

Seguramente a lo largo de estos siglos, son miles y miles las mujeres que al sentirse solas y sin escapatoria han cedido a humillaciones y mentes perversas  y cargando culpa el resto de sus vidas. Bienvenidas las armas tan amenazantes para los acosadores como los plumones y las cartulinas, los medios de comunicación y las redes sociales, en donde día a día se exhiben los mensajes burdos e hirientes hacia las mujeres de todas las edades, religiones y razas.

Bienvenidos los tendederos, que han llegado para quedarse y que después de años las nuevas generaciones los usan sin miedo, abriendo un nuevo capítulo en la historia de la primavera morada.

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