FRENTE AL VÉRTIGO

Reflexiones sobre el affair colombiano

Pedro Sánchez Rodríguez
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Pedro Sánchez Rodríguez *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón. Foto: Imagen: La Razón de México

Esta semana, América Latina vio con sorpresa la polémica que se produjo entre los gobiernos de Colombia y Estados Unidos. El asunto tiene como contexto las deportaciones que está haciendo Estados Unidos de miles de migrantes de América Latina a sus países de origen, a raíz de la llegada de Donald Trump a la Presidencia.

Tanto los gobiernos de Brasil como de Colombia han hecho saber el trato inhumano que han recibido sus connacionales por parte del gobierno de Estados Unidos, que los ha regresado incluso esposados de pies y manos.

No obstante, la respuesta del gobierno colombiano, al frente del presidente Gustavo Petro, fue mucho más enérgica que la de otros países latinoamericanos, el cual negó la entrada y aterrizaje a dos aviones del ejército estadounidense, aun cuando ya se había acordado recibirlos. En respuesta, a la decisión del gobierno colombiano, Trump anunció la imposición de sanciones como aranceles de 25% la primera semana y de 50% a los bienes de exportación colombiana, así como restricciones de entrada a funcionarios colombianos y sus familias, entre otras.

La situación produjo una respuesta desconcertante por parte del presidente Petro en X, quien hizo una especie de arenga desaforada a la Chávez, denunciando el fascismo en Estados Unidos, autodenominándose el último del linaje de Aureliano Buendía, preparándose para morir por su patria y dispuesto a abrirse al mundo para hacer frente al bloqueo de Estados Unidos.

Una respuesta que sin duda buscaba pararse en seco y de frente a Trump, pero que en la América Latina del siglo XXI se leyó anacrónica, un poco ridícula y sin repercusiones particulares en otros países. Finalmente, luego de una segunda reflexión por parte del gobierno colombiano, se accedió a las condiciones de Trump y las sanciones quedaron suspendidas siempre y cuando Colombia permita el retorno de sus connacionales.

La primera lectura de este episodio es la demostración de poder del gobierno de Trump, que es capaz de doblegar la postura de cualquier país latinoamericano que quiera hacer frente a sus políticas. La segunda lectura, también revela que, frente a Estados Unidos, no hay una América Latina unida que responda en contra de lo que está realizando nuestro vecino del norte, aun cuando el trato que está dando a nuestros connacionales es violatorio de derechos humanos e indigno. Una tercera reflexión tiene que ver con la vulnerabilidad de las economías latinoamericanas que son altamente dependientes de Estados Unidos, al punto que tener que poner en la balanza su estabilidad económica o la dignidad de sus ciudadanos.

En fin, este capítulo, apenas a una semana del inicio de la administración Trump, muestra que su estrategia dominante será la amenaza creíble de la imposición de aranceles y sanciones a gobiernos que no cumplan con sus exigencias. Una señal peligrosa para México, que está sujeto a numerosas exigencias por parte de Estados Unidos.

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