Finalmente, el célebre “influencer” Rodolfo “Fofo” Márquez fue sentenciado el miércoles pasado a 17 años y seis meses de prisión, por el delito de feminicidio en grado de tentativa.

Pero el joven “influencer” ya tenía un antecedente con la ley. En julio de 2022 se hizo tendencia por cerrar la circulación del puente Matute Remus, en Guadalajara, Jalisco —una de las vías más importantes de la ciudad—, para colocar una escenografía con varios autos de lujo, para grabar videos para su perfil de TikTok.
“Cerré el periférico para mí solo… lo que puede hacer el poder y el dinero aquí en México”, escribió dirigiéndose a sus seguidores en aquella ocasión.

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Y es que efectivamente, el “creador de contenido” posee recursos económicos por encima del grueso de los jóvenes de su edad, por ser uno de los herederos del empresario Rodolfo Márquez Flores, quien fue concesionario de la cadena de gasolineras Total en México y quien falleció en noviembre de 2022 víctima de cáncer.
Luego de aquella “creativa” obstrucción vial en Guadalajara, el “Fofo” Márquez fue llamado a comparecer ante la Fiscalía de Jalisco por el delito de ataque a las vías de comunicación y su sentencia consistió en 12 horas de labor comunitaria durante 3 días, y la donación de 35 mil pesos en especie.
Claro que el joven no desaprovechó la circunstancia para generar más contenido en sus plataformas.
Y así, este joven se fue volviendo “influyente” para un sector de la juventud a la que le pareció muy divertido verlo “bañar” a un leopardo con champaña, o mostrando como “el dinero lo compra todo”, incluyendo mujeres.
En enero pasado, previo a una de las últimas audiencias de su juicio, su hermano Rodrigo Márquez, hizo un llamado a los seguidores del “Fofo”, para “hacer arder las redes”, ante la determinación de juzgar a Rodolfo por tentativa de feminicidio.
Esto último se convirtió en el debate principal en las mismas redes sociales, que fueron las que mas presionaron para la detención del joven desde 2024.
Quien fuera su primer abogado, y quien abandonó la defensa del caso, explicó en un video que no había logrado convencer a la familia del acusado, de seguir una estrategia para conseguir la reclasificación del delito a lesiones calificadas, a través de un amparo que llevara el caso al fuero federal.
Aseguró que le explicó a la familia del joven las ventajas legales de aceptar la culpabilidad y atenerse a un juicio abreviado, pero al parecer todos confiaron mas en los casi 4 millones de seguidores del “influencer”, que al final no evitaron la sentencia condenatoria.
Y es que en el terreno de la justicia, no hay influencer suficientemente “poderoso” ni “intocable”, como el “Fofo” Márquez sugirió ser en sus videos.
Este caso tan mediático, ocurrió además en medio del complejo momento en el que el sistema de justicia mexicano atraviesa un proceso de descrédito en su legitimidad, por la manera en la que se está llevando a cabo la elección de futuros jueces y ministros de la Corte, que ha generado otro debate: la politización.
Si la justicia se ejecutó en su estricto sentido, o si se aprovechó la coyuntura para hacer de este ruido social, un acto populista más, que a algunos les cayó “como anillo al dedo”.
“Tan lejos de un Estado Democrático y tan cerca de un Derecho Penal de Autor, un nuevo Derecho Penal del Enemigo y el florecimiento de las hogueras de la Inquisición”, escribió en su cuenta de X el célebre profesor de Derecho Procesal Penal y Amparo Penal en la Facultad de Derecho de la UNAM, Gabriel Regino.
En un preciso análisis tras la sentencia del Fofo Márquez, el no menos polémico abogado, evidenció el resultado de la presión ejercida por las redes sociales, para conseguir el castigo para el agresor, pero sin que la víctima obtuviera una real reparación del daño.
Y es que el agresor aun puede tener un beneficio penitenciario y salir libre en sólo 8 años, o recurrir a la apelación o amparo y conseguir su libertad en 4 años.
Mientras que la víctima, en cualquier escenario, solo recibirá 277 mil 400 pesos como reparación de su daño y ocurrirá hasta que su agresor obtenga beneficios penitenciarios, para lo que igual habrá que esperar años…
Entonces, si la consecuencia ideal de la comisión de un delito como el del “Fofo” Márquez, tendría que privilegiar la reparación del daño a la víctima, incluso por encima del castigo al agresor, el desenlace no resulta tan justo como parece.
Quedó un joven encarcelado como castigo ejemplar, pero cuyo final judicial no está escrito; y una víctima también encerrada en su terror, ante las posibles consecuencias…

