En su videomensaje al World Economic Forum, Donald Trump no dejó dudas sobre los objetivos de su política económica: empresas que inviertan directamente en Estados Unidos no padecerán aranceles y serán beneficiadas por una reducción de impuestos corporativos: es el re-shoring que busca el presidente del vecino país, recapturar las inversiones que durante 40 años se reubicaron en China, India y México; ya no más nearshoring.
De ahí la Orden Ejecutiva de elevar aranceles de 25% a sus dos socios comerciales clave…, pero al acusar al Gobierno mexicano de ser aliado de organizaciones terroristas, genera impactos más severos.
Está claro que a Trump no le interesa el T-MEC, tratado que hoy está técnicamente muerto; su objetivo es de liderazgo político incuestionable. En el efecto general inmediato de las sanciones será sin duda una reducción de la actividad económica y mayor inflación en América del Norte al desarticularse las cadenas de producción y logística…, pero sobre todo con mayor intensidad para México dado el modelo de crecimiento apoyado fuertemente (73% estima Shannon K. O’Neal y Julia Huesa en su estudio publicado en Council on Foreign Relations) en exportaciones, servicios y en remesas de trabajadores migrantes.

Fecha para el tren
Pero ya sea con aranceles o con la devaluación del peso mexicano ante el dólar, el gobierno y/o la economía estadounidense obtendría recursos anuales arriba de 200 mil millones de dólares de México.
Pero un efecto mucho más explícito es el que ya advertía en 2021 el actual dirigente del PRI, Alejandro Moreno, cuando pese a la persecución oficialista denunció la intromisión del crimen organizado en el proceso electoral y sus vínculos con diversas instancias del Gobierno de Andrés Manuel López Obrador: que ello ponía en riesgo la soberanía nacional y bienestar de los mexicanos, pues en Estados Unidos se documentaban las facilidades otorgadas al tráfico y traficantes de fentanilo.
Hoy vivimos las consecuencias.
Suben riesgo-país, dólar… y lo que falta. Los primeros efectos económicos es que aumentará el riesgo-país (podría ser de 80% y hasta 100% dependiendo de nuevas acciones de la administración Trump) y que se dispare la paridad cambiaria. Adiós “super peso” con todo y “flotis” de operaciones “mano negra” desde la Banca de Desarrollo; hoy Rogelio Ramírez de la O intentará en conferencia telefónica apaciguar a los operadores de mercados cambiarios y de deuda.
Lo intentará. Pero así como hay empresarios y políticos en Washington preocupados por el golpe a los negocios estadounidenses que se desarrollaron durante la etapa de globalización (la American Chamber, que aquí encabeza Carlos García, lamentan de verdad la decisión que afecta a centenas de firmas asentadas en México, incluyendo las protegidas por el “modelo santuario fiscal” IMMEX), abundan aquellos que exultantes festinan “el manotazo en la mesa” del nuevo presidente por la exhibición de poder político de alcance mundial.
Hoy, dada la vinculación de políticas comerciales con acciones contra cárteles narcoterroristas, no es imposible que la administración estadounidense responda a un contraataque mexicano con aranceles aún más altos, prohibición de visas, ataque con drones, o congelamiento de cuentas del gobierno.
Efectivamente, Trump tiene el sartén por el mango. Y tristemente, ante la expansión del crimen organizado por tantos “abrazos no balazos” recibidos en México, por el cobro de piso y amenazas que van desde una taquería como Ruben’s que baja la cortina en la CDMX, los prestadores de servicios en Cancún o los negocios que quiebran en Tequila, Jalisco por los cobros amafiados del alcalde Diego Rivera, o por las extorsiones a vendedores de pollo en casi todo mercado público, no parecen faltarle motivos para hoy mismo imponer sus condiciones a Canadá y a nuestro país.
ESSA… lo bueno en medio de la contingencia. Desde el viernes pasado la paraestatal Exportadora de Sal S.A., que dirige Moisés Poblanno, detuvo la sangría que significaba la venta tramposa de sal de mesa que algunos directivos y miembros realizaban a la empresa Sales y Químicos de Baja Californian de la familia Bremer: a partir del viernes quedaron suspendidas tales ventas por parte de ESSA, las cuales se realizaban a precios por debajo de su costo de producción, depredando el mercado de sal en todo el país, pero en beneficio de un grupo abusivo en el que se dice participan sujetos del calado de Raúl Lyle y el tristemente célebre “Guaymas”.
Ahora ESSA participa en el mercado salinero de manera leal, al regresar al la Asociación Mexicana de la Industria Salinera luego de que saliera en 2016 cuando —conforme a presunciones oficiales— el entonces secretario de Economía, Ildefonso Guajardo, habría buscado vender la salinera más grande del mundo a la japonesa Mitsubishi.

